La política del PCCh de erradicar las identidades culturales, religiosas y lingüísticas es sistemática y se deriva de las reflexiones de Xi Jinping sobre la caída de la Unión Soviética.
por Massimo Introvigne
Durante las últimas semanas, Bitter Winter ha documentado la escalada del genocidio cultural en Sinkiang, el Tíbet y Mongolia Interior. En las tres denominadas «regiones autónomas», el idioma, la cultura y la religión de las personas que no sean chinos de etnia han están siendo aniquilados. Dado que también se producen detenciones masivas, asesinatos extrajudiciales y violaciones sistemáticas de mujeres, algunos de nuestros lectores le escribieron a Bitter Winter afirmando que actualmente esto es más que un genocidio “cultural”, de hecho, es un genocidio en su forma clásica.
Más allá de las cuestiones legales sobre la definición de genocidio, lo que es seguro es que las cosas van de mal en peor bajo el mandato de Xi Jinping. ¿Por qué está sucediendo esto?
El presidente Mao puso en marcha una política de designación de “nacionalidades reconocidas” (minzu, 民族), a las que se les reconocieron algunos derechos limitados con respecto al uso de su idioma y la preservación de (partes seleccionadas de) su cultura. Finalmente, se reconocieron 55 minzu. Académicos tales como Gerald Roche y James Leibold afirman que esto ya era un «genocidio en papel», porque dentro de las fronteras de China existen cientos de grupos distintivos que poseen su propia cultura e idioma, no solo 55. La existencia de otros grupos más allá de los 55 minzu simplemente fue ignorada, o los mismos fueron fusionados con alguna de las 55 nacionalidades reconocidas. Por ejemplo, los pueblos baima y ersu de Sichuan fueron «fusionados» dentro del minzu tibetano y se los considera tibetanos, a pesar de que los mismos afirman no serlo.
En el año 2014, Xi Jinping puso fin a cualquier esperanza de las minorías no reconocidas de hallar un lugar en la lista de minzu, al anunciar que no solo no se reconocerá ningún nuevo minzu, sino que el número de los minzu existentes finalmente será reducido, «fusionando” algunos de ellos.
Si el «genocidio en papel», definido como la negación de su propia existencia, es el destino de las minorías no reconocidas, aquellos que han sido reconocidos como parte de los 55 minzu se enfrentan a una amenaza diferente, el genocidio cultural; y posiblemente también el genocidio físico.
El nombre oficial bajo el cual se oculta el genocidio cultural en el lenguaje del Partido Comunista Chino (PCCh) es “políticas étnicas de segunda generación” (第二 代 民族 政策). Esto significa que las medidas que permitían una limitada protección de los idiomas y culturas minzu eran aceptables para las primeras generaciones, las cuales necesitaban tiempo para adaptarse al sistema dominado por el PCCh. Pero deberían desaparecer para las segundas generaciones. Por ejemplo, era razonable concederles excepciones a las normas que limitaban el número de hijos a algunos minzu, ya que los mismos necesitaban tiempo para comprender y adaptarse al sistema del PCCh. Pero hoy en día no es razonable mantener estas excepciones, ni ayudar a los jóvenes minzu con puntos extra en los exámenes de ingreso a la universidad. Eventualmente, los minzu deberían ser completamente “sinizados” y deberían aprender a utilizar el chino como su idioma principal, reduciendo sus idiomas tradicionales a remanentes culturales y folclóricos a fin de ser conservados y estudiados como una especie de lenguas muertas.
Xi Jinping y los líderes del PCCh de su generación están obsesionados con la caída de la Unión Soviética y de otros países comunistas de Europa del Este. Para ellos, comprender lo que salió mal es literalmente una cuestión de vida o muerte, ya que su problema es evitar que el PCCh comparta el mismo destino que los partidos comunistas de Europa del Este. Xi Jinping cree que las razones de la caída del comunismo en Rusia y en sus países vecinos incluyen las críticas contra Stalin y el libre albedrío dejado a la religión independiente. Por esta razón, Xi continúa reprimiendo la religión y se refiere a Stalin en sus discursos y escritos.
Sin embargo, hay un punto en el que Xi cree que la Rusia soviética en realidad tuvo una mala influencia sobre China. Las repúblicas que conformaban la Unión Soviética nunca fueron totalmente autónomas, ni tan autónomas como proclamaba la Constitución Soviética. No obstante, algunos ideólogos del PCCh creen que su autonomía, por limitada que fuera, era demasiada, y que la China comunista siguió erróneamente el ejemplo soviético cuando les concedió demasiados derechos a los minzu. Esto es compatible con la admiración de Xi por Stalin, ya que el «federalismo» soviético puede presentarse como un error cometido por Lenin, o quienes lo rodeaban, y al que Stalin originalmente se opuso –una opinión, por cierto, apoyada por Vladimir Putin en términos sorprendentemente similares a los utilizados por los ideólogos del PCCh–.
En China, esta posición fue defendida por Hu Angang y Hu Lianhie del Centro de Estudios sobre China de la Universidad de Tsinghua, en el año 2011. Los mismos conectaron el sistema «federalista» con la caída de la Unión Soviética y crearon la fórmula denominada «políticas étnicas de segunda generación». Si bien Hu Angang ya era un intelectual del PCCh extremadamente influyente mucho antes de que Xi Jinping se convirtiera en el secretario general del Partido, ha sido Xi quien adoptó las nuevas políticas étnicas de forma incondicional.
El 14 de septiembre de 2020, You Quan, miembro de la Secretaría del Comité Central del PCCh y jefe del Departamento de Trabajo del Frente Unido del Comité Central del PCCh, habló durante una conferencia sobre «solidaridad étnica» en Chengdu, Sichuan, pidiendo «más esfuerzos para extender el uso de los caracteres de los idiomas mandarín y chino».
A la misma conferencia asistió Bater, procedente de Mongolia Interior, adjunto de You Quan en el Departamento de Trabajo del Frente Unido, y de etnia mongola. Bater también es el jefe de la Comisión Nacional de Asuntos Étnicos del PCCh.
Bater escribió una profunda disculpa teórica por la campaña que obligó a los minzu a adoptar el chino como su idioma principal, citando a Karl Marx en el sentido de que quien controla el idioma controla a la comunidad, y recordándoles a sus lectores que el Imperio Romano, Inglaterra y Francia históricamente establecieron su hegemonía mediante la imposición de su idioma.