El experto británico Benedict Rogers le dice a Bitter Winter de qué manera se está moviendo China para destruir las libertades básicas de Hong Kong y lo que podemos hacer al respecto.
por Massimo Introvigne
Benedict Rogers, un periodista y activista católico que reside en Londres, es uno de los principales expertos del mundo en cuestiones de derechos humanos en Hong Kong. Es cofundador y vicepresidente de la Comisión de Derechos Humanos del Partido Conservador del Reino Unido, líder del equipo de Asia Oriental de Christian Solidarity Worldwide (Solidaridad Cristiana Mundial), y fundador y presidente de Hong Kong Watch. También es un reconocido experto en cuestiones políticas, religiosas y de derechos humanos en Birmania.
En vista de la actual crisis en Hong Kong, ha escrito editoriales y concedido entrevistas a varios medios de comunicación internacionales. Aquí está su entrevista con Bitter Winter, desde un Londres aún con un parcial cierre de emergencia a causa de la epidemia.
¿Qué cambiará la nueva Ley de Seguridad Nacional en Hong Kong?
La nueva Ley de Seguridad Nacional efectivamente destruirá las libertades básicas en Hong Kong. Criminalizará «la subversión», «la secesión» y «la confabulación con fuerzas políticas extranjeras», lo cual potencialmente convertirá en un delito el hecho de informar a parlamentarios extranjeros o a grupos de derechos humanos o medios de comunicación extranjeros, negando el derecho a protestar, amenazando la libertad de prensa y la libertad religiosa, y ciertamente convirtiendo en delito cualquier discusión pacífica sobre la «independencia» de Hong Kong. Todos los países y territorios tienen derecho a proteger su seguridad nacional, pero esta ley impuesta a Hong Kong sin introducir el sufragio universal prometido en la Ley Fundamental de Hong Kong es profundamente peligrosa y constituye un grave incumplimiento de las obligaciones de Hong Kong en su carácter de signatario del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como también de las obligaciones de China en virtud de la Declaración Conjunta Sino-Británica.
El ministro de Relaciones Exteriores de China explicó que la Ley de Seguridad Nacional es necesaria para poner fin a las «interferencias» estadounidenses y británicas en Hong Kong. ¿Existen realmente estas «interferencias»? ¿Y cuál es el verdadero propósito de la ley?
No, no existen tales «interferencias» –esa es la típica y conveniente frase de propaganda del Partido Comunista Chino (PCCh)–. El Reino Unido tiene una obligación moral y legal legítima de monitorear y defender la autonomía y las libertades de Hong Kong en virtud de la Declaración Conjunta Sino-Británica, un tratado internacional presentado en la ONU, y cualquier apoyo moral expresado por el Reino Unido, los Estados Unidos u otros en la comunidad internacional se da en aras de la voluntad genuina y claramente expresada del pueblo de Hong Kong de que se respeten sus libertades básicas y se implemente el sufragio universal que se les prometió. El verdadero propósito de la ley es reprimir la disidencia, reforzar el control del PCCh sobre Hong Kong y convertir a Hong Kong en una ciudad china más.
¿Espera que los estudiantes y otros amigos de la democracia en Hong Kong continúen con las protestas? ¿O perderán la esperanza?
Vimos a miles de personas protestando el domingo pasado tras el anuncio de la nueva ley, y creo que es extremadamente improbable que las protestas cesen. Los habitantes de Hong Kong están decididos a defender sus libertades, y creo que veremos más, no menos, protestas. Por supuesto, algunos están perdiendo las esperanzas, pero muchos otros muestran una determinación realmente extraordinaria.
Algunos analistas afirman que, si Estados Unidos cancela el estatus económico especial de Hong Kong, en realidad favorecerá a Xi Jinping, cuyo objetivo a largo plazo es empobrecer a Hong Kong e inducir a las principales instituciones financieras existentes allí a trasladarse a China continental. ¿Cuál es su opinión?
Existe cierto riesgo de eso y creo que cancelar el estado especial debería ser realmente un último recurso, pero claramente debería estar sobre la mesa. Si Hong Kong pierde su autonomía, si «un país, dos sistemas» termina, si Hong Kong se convierte en otra ciudad china, ¿cuál sería la justificación del estatus económico especial establecido en reconocimiento del alto grado de autonomía prometido a Hong Kong? La verdadera cuestión es que Hong Kong, al ser un importante centro financiero, es sumamente importante para la economía china y la comunidad internacional, tal y como muestra Hong Kong Watch en nuestro reciente informe titulado: «Por qué importa Hong Kong«.
¿Qué más pueden hacer los Estados Unidos y otros países democráticos?
Es vital que el Reino Unido, en su carácter de cosignatario de la Declaración Conjunta y con una clara responsabilidad moral debido a nuestra historia en Hong Kong, lidere la respuesta mundial, junto con el apoyo de EE. UU. y otros. En primer lugar, es esencial que los líderes mundiales se pronuncien de manera clara, consistente, reiterada y enérgica en defensa de las libertades de Hong Kong. Tal y como el último gobernador británico de Hong Kong, Chris Patten, argumentó en el Financial Times el 25 de mayo, Gran Bretaña debería plantear la situación en el G7 y en otros foros internacionales. En segundo lugar, el Reino Unido debería formar un grupo de contacto internacional para reunir a países con ideas afines para coordinar una respuesta global –uniendo al Reino Unido, los países europeos, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, así como también a las democracias de la región de Asia-Pacífico, tales como Japón, Corea del Sur, Indonesia y otros–. En tercer lugar, los países deberían considerar la posibilidad de imponerles sanciones selectivas al estilo Magnitsky a funcionarios del Gobierno chino y del Gobierno y la policía de Hong Kong responsables de violaciones contra los derechos humanos. En cuarto lugar, el Reino Unido –junto con otros países– debería examinar qué medidas podrían adoptarse, a través de canales legales o diplomáticos, para abordar el claro incumplimiento de la Declaración Conjunta. Y, en quinto lugar, el Reino Unido y otros Gobiernos deberían trabajar juntos para proporcionarles a los vulnerables activistas de Hong Kong un lugar de refugio al que puedan escapar si se encuentran en peligro. El mundo debería tomar nota de una declaración emitida durante el fin de semana por más de 200 parlamentarios, políticos de muy alto nivel y figuras públicas procedentes de 25 países, en la cual se hace un llamamiento a la acción.
¿Cuál es el papel de las ONG pro Hong Kong y qué piensan hacer?
Nuestro papel es claramente el de defender, ser una voz, educar e informar y movilizar a los formuladores de políticas, parlamentarios, medios de comunicación, académicos y al público en general, para que apoyen a Hong Kong en su lucha por los derechos humanos y las libertades fundamentales. Ya hemos intensificado nuestra labor de promoción durante las últimas semanas –se puede hallar una gran cantidad de información en www.hongkongwatch.org– y seguiremos movilizando a la comunidad internacional para que actúe.