Ignorando las súplicas de los creyentes y amenazando con reprimirlos, el régimen chino destruye sin motivo templos budistas y taoístas y saquea sus bienes.
por Yang Xiangwen
La antigua tradición de rezar y quemar incienso en templos budistas y taoístas les ha proporcionado sustento espiritual a muchos chinos durante siglos. Pero bajo el actual régimen totalitario, cada vez más personas se ven privadas de este derecho, ya que los templos son demolidos bajo una amplia variedad de pretextos y sus pertenencias son saqueadas.
400 personas fueron enviadas a demoler un templo taoísta
El 23 de agosto, el Templo Taoísta de Zhenkong, emplazado en el distrito de Yongnian de la ciudad de Handan, en la provincia norteña de Hebei, fue destruido por la fuerza por orden del Gobierno local, el cual decretó que el templo «ocupaba ilegalmente el terreno en el que estaba situado».
Un testigo ocular contó que más de 400 funcionarios gubernamentales fueron enviados ese día. Todos los caminos que conducían al templo fueron bloqueados. Un creyente local se arrodilló para suplicarles a los funcionarios, quienes no solo se negaron a escucharlo, sino que además ordenaron sacar a la persona de las instalaciones. Otro taoísta se desmayó durante los altercados con la policía mientras intentaba proteger el templo.
Un creyente local le dijo a Bitter Winter que el templo se encontraba en proceso de obtener el permiso gubernamental requerido, pero las autoridades lo destruyeron por la fuerza. Tras la demolición, incluso vendieron con fines de lucro artículos de hierro, productos de acero, estufas y todas las cosas de valor que encontraron en el templo.
«Varios creyentes querían recuperar algunas cosas del templo, pero los funcionarios no lo permitieron, afirmando que todas esas cosas les pertenecían», afirmó el hombre, añadiendo que «simplemente son una pandilla de bandidos». El creyente también reveló que el templo había sido construido a un costo de más de dos millones de yuanes (alrededor de 280 000 dólares), los cuales habían sido donados por los devotos.
Luego de que el templo fuera demolido y sus objetos de valor saqueados por el Gobierno, solo quedó un montón de trozos de madera inútil. Algunos creyentes a menudo visitan el lugar y se sientan al lado de las ruinas, reacios a irse, como si se sintieran reconfortados simplemente por estar allí.
Un antiguo templo que había sido reconstruido fue demolido
La historia del Templo de Bodhi, emplazado en la ciudad de Jingzhou, en la provincia central de Hubei, se extendió durante aproximadamente mil años hasta la Revolución Cultural, momento en el que fue destruido, dejando en pie solo su puerta. Tras las reformas económicas y la apertura al exterior implementadas por el Gobierno chino en la década de 1980, la gente local reconstruyó el templo.
Pero la nueva oportunidad para el templo budista duró muy poco. En septiembre de este año, la Agencia de Seguridad Pública, la Agencia de Gestión Urbana y otros departamentos gubernamentales ordenaron conjuntamente la demolición del templo, alegando que sus permisos de actividad eran falsos. Una creyente de aproximadamente noventa años se sentó en el suelo, llorando, dispuesta a sacrificar su vida para salvar el templo. Junto a varios otros creyentes que protegían el templo, la mujer fue sacada a rastras por funcionarios gubernamentales, quienes amenazaron con «aplastar» a los manifestantes a menos que abandonaran el lugar.
Poco después, sin tener en cuenta los gritos de los ancianos creyentes, el templo fue arrasado hasta los cimientos por una excavadora. Algunos budistas permanecieran en el lugar para quemar incienso en las ruinas del templo. “El Gobierno es sumamente despiadado. Adoré aquí a Bodhisattva durante toda mi vida, y fue demolido en un breve período. He perdido la esperanza y mi sustento espiritual», afirmó un creyente de edad avanzada, ahogado por las lágrimas.
“¡El templo debe ser demolido! Vive donde quieras”.
El Punto Escénico de Cangutuo es una famosa atracción turística situada en el condado de Yi de la provincia de Hebei. Al contar con una gran cantidad de templos, también es un lugar de culto para los creyentes.
El 17 de junio, el Gobierno local envió a más de 100 personas y varias excavadoras para demoler algunos de los templos, bajo el pretexto de que eran «edificios ilegales». Entre ellos, un templo budista construido por un creyente de aproximadamente setenta años, incluidas las estatuas existentes en su interior, fue arrasado junto con la residencia del creyente que se hallaba emplazada en las cercanías. Todas sus pertenencias quedaron enterradas debajo de las ruinas, dando como resultado la pérdida de más de 400 000 yuanes (alrededor de 56 000 dólares).
Según una fuente informada, el creyente le había suplicado al Gobierno que le diera unos días para sacar las estatuas y sus posesiones de los edificios, pero no fue escuchado. Cuando les preguntó a los funcionarios a dónde debía mudarse luego de que su hogar fuera demolido, los mismos respondieron que ese era su problema y que debía resolverlo por sí mismo. «Vive donde quieras», le dijeron al anciano budista.
“Sucede lo mismo con el Gobierno central y con todos los Gobiernos locales. No existe un lugar dónde presentar tus quejas. Si lo intentas, serás arrestado y permanecerás detenido durante medio mes», se lamentaron los budistas.
Los creyentes locales se sentían conmocionados y enojados por la desconsideración mostrada por el Gobierno hacia la gente. «Todos los funcionarios afirman que el Gobierno sirve al pueblo y que sus salarios provienen de ellos», comentó un residente enojado. «En realidad, el Partido Comunista nos trata como si fuéramos enemigos y desea llevarnos a la muerte».