Bitter Winter publica imágenes exclusivas de la represión policial. «¿Hay algún país que le dé la bienvenida a la gente de Hong Kong?».
por Marco Respinti
El 28 de mayo, China impuso una nueva ley de seguridad en Hong Kong, erosionando significativamente sus libertades fundamentales. Lamentablemente, la pesadilla anticipada por el Sr. Benedict Rogers, uno de los principales expertos mundiales en cuestiones de derechos humanos en la Región Administrativa Especial de Hong Kong, se hizo realidad.
«Jo Pang» es el seudónimo de una periodista independiente de Hong Kong. La misma ha estado en medio de la protesta, desempeñándose como corresponsal de Bitter Winter. «Actualmente, Hong Kong se encuentra en el ojo de la tormenta política», me dijo. «Al menos me alegro de que la ilusión de ‘Un país, dos sistemas’ finalmente haya desparecido, y que el mundo pueda ver la verdadera cara del Partido Comunista Chino [PCCh]».
De hecho, el régimen chino nunca había tolerado una «isla política» como Hong Kong hasta que la ciudad-territorio regresó a manos de China en el año 1997. Tuvo que aceptarla hasta tener la fuerza necesaria para reprimirla, y aparentemente ha llegado el momento. Posiblemente, la crisis del coronavirus, con el «modelo chino» acreditado como el salvador del mundo, incluso por una gran cantidad de medios de comunicación y observadores democráticos en el mundo, ha ofrecido esta oportunidad. El aplastamiento del «Movimiento Paraguas» en el año 2014, y la nueva coalición democrática a fines del 2019 y principios del 2020, han estado preparando el terreno. Ahora todo, o casi todo, se ha logrado.
El 26 de mayo, horas antes del fatal acontecimiento, «Jo Pang» visitó Mongkok, una de las principales zonas comerciales de la ciudad y corazón histórico de la protesta contra su Gobierno títere y su amo, el PCCh. La misma filmó imágenes exclusivas para Bitter Winter.
En estas asombrosas escenas, 10 policías dominan y arrestan a un joven cuando el mismo los tacha de «policías negros», es decir, matones confabulados con el crimen organizado. La disparidad y la exageración son descaradamente evidentes. Posteriormente, tras ver al joven dominado por los agentes, algunos valientes ancianos de Hong Kong señalan con el dedo la brutalidad policial, gritando «¡Debería darles vergüenza, tanto a ustedes como al PCCh!». En ese preciso momento, la policía catalogó la reunión como una asamblea ilegal e intentó dispersar a la multitud. «Jo Pang» no pudo filmar la última escena.
«En Mongkok, una popular zona turística colmada de manifestantes, a lo largo de las calles Dundas, Shandong y Nathan, se establecieron barricadas, y algunas de ellas fueron incendiadas», comentó la mujer. «La policía tiró gases lacrimógenos entre la multitud y los manifestantes tuvieron que huir, pero no querían abandonar el sitio. Un amigo me compró dos botellas de agua, una para beber y otra para limpiarme los ojos, en caso de que alguien me rociara con gas pimienta».
Su preocupación es la misma que tienen todos los ciudadanos democráticos de Hong Kong en este momento. “Cuando por defender la patria uno termina siendo castigado, algunos deciden seguir luchando por su futuro, pero otros se sienten atemorizados y tratan de hallar la manera de salir de Hong Kong. El punto es: ¿hay algún país que le dé la bienvenida a la gente de Hong Kong?”.
Tras varios días de protesta y represión, el peligro no ha finalizado: «Sabemos que la hora más oscura aún no ha llegado», afirma «Jo Pang».