One-Child Nation (Nación de un solo hijo) de Nanfu Wang es un poderoso relato sobre los abortos obligatorios, las esterilizaciones forzadas, el infanticidio y el tráfico de personas llevados a cabo por el PCCh. Y aún no ha finalizado.
por Marco Respinti
La Sra. Huaru Yuan trabajó como partera durante 20 años. La misma efectuó entre 50 000 y 60 000 abortos e infanticidios. En ocasiones, inducía los partos solo para luego matar a los bebés recién nacidos. «Me desempeñaba como verdugo», afirma. Se retiró hace aproximadamente 28 años para dedicarse a tratar la infertilidad, siguiendo el consejo de un monje de 108 años, quien le dijo que si trataba a las parejas que necesitaban de su ayuda cobrándoles el precio más bajo posible, con cada nuevo nacimiento que facilitara gracias a su terapia, podría reparar 100 de sus asesinatos pasados. «Deseo expiar mis pecados», explica la misma.
Se trata de One-Child Nation (Nación de un solo hijo), un documental dirigido y producido por Nanfu Wang y Jialing Zhang, la ganadora del Gran Premio del Jurado a largometraje documental en el Festival de Cine de Sundance del 2019. Actualmente se encuentra disponible en Amazon Prime, en algunos países de forma gratuita. La cuarentena es una buena ocasión para verlo; siempre y cuando no seas demasiado sensible.
La directora Nang nació en 1985 en una aldea de la provincia de Jiangxi y actualmente es ciudadana estadounidense. La misma relata su historia a través de los ojos de su familia y de las personas que conoció personalmente, todas ellas devastadas por la tragedia causada por la política de hijo único. Puesta en marcha por el Partido Comunista Chino (PCCh) en el año 1979, la política imponía un hijo por familia, exigiendo abortar en caso de un nuevo embarazo. Los que no obedecían eran hostigados y sus propiedades confiscadas. Las mujeres eran esterilizadas por la fuerza. Ocasionalmente, en las zonas rurales, las parejas podían tener dos hijos, pero sólo con una distancia de cinco años entre sí y al precio del ostracismo social.
Una industria de muerte y engaño
La Sra. Shuqin Jiang era oficial de planificación familiar estatal y realizaba abortos y esterilizaciones. El Gobierno la promovía como un modelo a ser imitado. En el año 1998 apareció en un video propagandístico transmitido por la televisión estatal en el que se afirmaba que la política había impedido el nacimiento de 338 millones de niños chinos. «Estábamos librando una guerra de población», afirma orgullosamente, repitiendo un eslogan del PCCh.
El Sr. Peng Wang es un reconocido artista. Uno de sus trabajos presenta fetos abortados pintados en cada una de las páginas del Pequeño libro rojo del presidente Mao. Hace algún tiempo, mientras buscaba la ubicación correcta para una de sus pinturas, descubrió un feto humano desechado en un saco de «desechos médicos» abandonado en un vertedero. En la película muestra la fotografía que tomó y muchas otras similares. Wang incluso conserva uno de esos «desechos humanos» sumergido en formaldehído en su estudio.
No termina allí, nos dice la película. Los niños que no eran abortados eran abandonados por sus padres y familiares para que murieran. Esta tragedia también afectó a la familia de la directora Nanfu Wang, tal y como descubrió recientemente. El Sr. Shihua Wang, su tío por parte de madre, abandonó a su bebé a su suerte en el mercado local donde trabajaba. Pocos días después, el bebé fue hallado muerto, todo su cuerpecito estaba mordido por insectos. Y la Sra. Guijiao Wang, tía de la directora Wang por parte de padre, entregó a su bebé a traficantes de personas.
La política de hijo único, de hecho, produjo miles de «huérfanos», los cuales fueron vendidos por sus padres y parientes a traficantes (esto era particularmente cierto en el caso de las niñas). En efecto, también era una industria rentable y una que el Gobierno alimentó de buena gana. Los traficantes de personas pagaban el equivalente a unos 200 dólares por niño, luego los vendían a «orfanatos» administrados por el Estado, y estas instalaciones a su vez ponían a dichos bebés en adopción internacional (oficializada en China en el año 1992), reinvirtiendo el dinero en más tráfico de personas. En ocasiones, los bebés eran directamente secuestrados. Aproximadamente 130 000 niños fueron dados en adopción mediante adopción internacional, contando todo tipo de historias de trasfondo falsas, creadas para atraer a los potenciales padres adoptivos extranjeros. El Sr. Yueneng Duan, extraficante de personas de Shenzen, provincia de Cantón, y el Sr. Brian Stuy, fundador de ResearchChina con base en Utah, ofrecen conmovedores detalles en la película.
No es cosa del pasado
En el año 1982, el PCCh oficialmente incluyó la política de hijo único en la Constitución china. La misma estaba y sigue estando justificada por el miedo a la hambruna masiva. El miedo era real, tras décadas de locuras económicas e ideológicas que arruinaron al país, pero la violación masiva de derechos humanos no puede ser la respuesta. One-Child Nation (Nación de un solo hijo) es una película poderosa, y una que debería ser vista por una gran audiencia en tiempos de propaganda masiva que promueve a China como un paraíso. Tenga en cuenta que, a diferencia del autor de este artículo, la directora Wang es proabortista.
Tras 36 años de horrores, en el año 2015 se dejó de aplicar dicha política, declarando oficialmente que «la política de hijo único hizo que el país fuera más poderoso, el pueblo más próspero y el mundo más pacífico». No obstante, la verdad es que ahora el PCCh permite que las familias tengan dos hijos, razón por la cual, los terceros hijos pueden esperar el mismo terrible destino una vez experimentado por los segundos hijos.