La campaña de seis meses de duración fue puesta en marcha luego de que el presidente Xi Jinping le ordenara al Gobierno provincial reprimir al cristianismo.
por Deng Changlin
Tal y como Bitter Winter había informado, a principios del verano del año pasado, el propio presidente Xi Jinping le ordenó al Gobierno de la provincia oriental de Jiangsu poner en marcha campañas represivas contra la fe cristiana. La operación, que duró seis meses, se concentró en reducir la cantidad de lugares de reunión —tanto los no registrados como los administrados por el Estado— y de personas de fe, eliminando cruces y fortaleciendo la gestión del clero y los creyentes.
El 10 de noviembre, más de 100 funcionarios de aldeas, de la Agencia de Asuntos Religiosos y del Departamento de Trabajo del Frente Unido, se presentaron en la Iglesia de Xing’ou emplazada en Sheyang, un condado de la ciudad a nivel de prefectura de Yancheng, para clausurarla. Los mismos fueron recibidos por los miembros de la congregación de esta iglesia de las Tres Autonomías, quienes custodiaban el lugar día y noche. Pocos días después, los funcionarios encontraron un momento en el que no había creyentes en la iglesia y cerraron la entrada. Más de 100 miembros de la congregación desafiaron la lluvia para rezar frente a la iglesia.
Un feligrés le reveló a Bitter Winter que, en el mes de septiembre, el Gobierno presionó al director de la iglesia para que cerrara el lugar, amenazando con detenerlo si se negaba a hacerlo. Al mes siguiente, funcionarios de la aldea se presentaron en los hogares de los feligreses para obligarlos a firmar declaraciones en las que prometían «no efectuar peticiones ante el Gobierno, asistir a reuniones ni causar problemas». Los funcionarios de la aldea coaccionaron a quienes se negaron a hacerlo, amenazándolos con impedir que sus familiares hallaran empleo y obtuvieran prestaciones sociales o con obstaculizar el futuro de sus hijos.
El 8 de noviembre, la iglesia de las Tres Autonomías de Mu’en emplazada en el poblado de Sanshu del distrito de Huaiyin de la ciudad de Huai’an recibió la orden de fusionarse con otras dos iglesias de las Tres Autonomías. La congregación compuesta por varios cientos de creyentes, los cuales se reunían en una iglesia de 1200 metros cuadrados, se suponía que debía reunirse con otros creyentes en un nuevo lugar de poco más de 200 metros cuadrados. Sabiendo que este acuerdo nunca funcionaría, el director de la iglesia y más de 150 feligreses presentaron una petición en la que le pedían al Gobierno que retirara la decisión de la fusión. Pero todo fue en vano. «Tales fusiones son parte de la persecución religiosa», se lamentó un feligrés ante Bitter Winter.
«El Estado está reduciendo la cantidad de iglesias», explicó un empleado del Gobierno local. «Las iglesias deben hacer lo que el Gobierno les diga. Incluso cuando los creyentes tienen razón».
De julio a septiembre, los funcionarios de la ciudad de Lianyungang convocaron repetidamente a los directores de las iglesias de las Tres Autonomías locales, exigiéndoles que alquilaran o vendieran sus iglesias bajo amenazas de multarlos, detenerlos o demoler sus lugares si no acataban las órdenes.
Para salvar su iglesia, un miembro de la congregación del condado de Guannan de la ciudad alquiló el lugar y lo convirtió en un comedor para familias. En muchos otros casos, el Gobierno convirtió las iglesias en hogares de ancianos, salas de conferencias o incluso en fábricas.
«El equipo de supervisión provincial vino a Lianyungang para efectuar inspecciones y descubrió que había demasiadas iglesias y creyentes aquí», afirmó el secretario de una aldea del condado de Guannan. «Temían que nadie apoyara al Partido Comunista».
El pasado mes de julio, el Gobierno de Shuyang, un condado administrado por la ciudad a nivel de prefectura de Suqian, exigió cerrar una iglesia de las Tres Autonomías local y entregar sus libros de cuentas, su certificado de registro de lugar actividad religiosa y su sello oficial a la estación de policía local. Según el director de la iglesia, el Gobierno también confiscó las licencias de otras 23 iglesias de las Tres Autonomías. Sin ellas, las congregaciones se vuelven ilegales y el Estado puede dispersarlas.
Otra iglesia de las Tres Autonomías se vio obligada a cerrar sus puertas luego de que el Gobierno le quitara el certificado de predicación a su predicador, supuestamente para reemplazarlo por uno nuevo. Los funcionarios amenazaron con arrestar a la madre del predicador y «privar a sus descendientes de la oportunidad de unirse al ejército y de convertirse en funcionarios públicos si el mismo volvía a predicar».
«El Partido Comunista quiere poner a todos los creyentes bajo su control», afirmó el predicador con ira. «No nos permite creer en Dios y quiere eliminar todas las religiones».