Los estados seguros de sí mismos no intentan controlar cada impulso hacia lo sobrenatural que sienten sus ciudadanos. ¿Por qué Xi Jinping está tan preocupado por las religiones independientes?
Marco Respinti
La última semana del 2018 fue testigo de otro espectáculo vergonzoso relacionado con la represión contra la religión llevada a cabo por China. En la provincia de Yunnan, en la frontera sur de China lindante con Myanmar y Tailandia, las autoridades locales clausuraron otras tres mezquitas. ¿La razón que dieron para hacerlo? Afirmaron que las mezquitas les estaban proporcionando «educación religiosa ilegal» a los creyentes locales.
¿Y qué hace que la educación religiosa provista en las mezquitas sea considerada “ilegal”? Las mezquitas son independientes, no están sujetas al control de las autoridades estatales y no se atienen a la nueva política de “sinización” ni a la transformación de las religiones globales en una variante específicamente china.
El presidente chino Xi Jinping ha estado promoviendo una política de «sinización», la cual consta de al menos cuatro puntos clave: 1) la promoción y enseñanza a los creyentes de la constitución y de la ley chinas, 2) la inclusión de ceremonias de izamiento de la bandera y el canto del himno nacional durante los servicios religiosos, 3) la predicación de los “valores socialistas centrales” como la base ética de la religión y 4) la promoción de la superioridad de la cultura china sobre otras culturas.
Lo que resulta de todo ello es una religión corrupta, la cual mantiene los efectos externos de las prácticas propias del cristianismo, el budismo, el islam o el taoísmo, pero sustituyendo el núcleo de las mismas por uno banal compuesto por una serie determinada de creencias y actitudes. El resultado final de la «sinización» sería un culto patriótico, controlado por el estado, vestido con diferentes ropajes en diferentes lugares, pero en última instancia, adorando al mismo dios: la nación y el estado chinos.
Según un artículo publicado en el periódico South China Morning Post el 31 de diciembre, las autoridades de la provincia de Yunnan clausuraron tres mezquitas establecidas por la minoría étnica musulmana hui que estaban emplazadas en la región. Los portavoces del Gobierno local no comentaron si estaban manteniendo detenidos a creyentes o si las mezquitas serían demolidas, tal y como ha ocurrido recientemente en otras áreas. Estas acciones llevadas a cabo en Yunnan fueron precedidas por otras iniciativas recientes tendientes a reprimir a los creyentes musulmanes de etnia hui emplazados en el norte de China, en las provincias de Ningxia y Gansu, donde fueron clausuradas mezquitas y escuelas de enseñanza de idioma árabe.
Los creyentes musulmanes no son los únicos objetivos del programa de «sinización». Las Iglesias cristianas también han enfrentado una serie de obstáculos y persecuciones, desde padecer el desmantelamiento y destrucción de sus cruces e íconos, hasta la prohibición de venta de Biblias, e incluso el tener que utilizar una versión de la Biblia revisada e impresa por el Gobierno, y que el mismo modificara las representaciones de los Diez Mandamientos para convertirlas en «Nueve Mandamientos». Las iglesias y templos son vigilados por inspectores, y cualquier detalle del edificio, el sermón o de la clase que no cumpla con las estrictas reglas gubernamentales provoca que tanto los miembros de la congregación religiosa como sus líderes deban pagar multas, sean arrestados y reprimidos.
Un estado que cuenta con el apoyo de su pueblo no estaría tan preocupado por cuántos mandamientos Dios le entregó a Moisés.
Los cristianos han sido súbditos y ciudadanos leales a diversos gobiernos durante 2000 años: desde el Imperio Romano hasta las monarquías medievales y las democracias modernas, en Europa Latina, Europa Germánica, Europa Eslava, Oriente Próximo, India, Etiopía, América y demás. La directiva de Cristo de «Dar al César lo que es del César» estableció formalmente dos esferas para el cristianismo: un reino espiritual y un reino secular. El reino secular está reservado al estado, y los cristianos son alentados a ser leales y a respetar a la legítima autoridad.
Los musulmanes también cuentan con una historia de 1300 años de antigüedad en la que han vivido en culturas de nacionalidad árabe, turca, persa, bereber, india e incluso china, y han sido súbditos y ciudadanos leales a diferentes gobernantes. Siglos de imperios, monarquías y repúblicas han sido capaces de confiar en sus creyentes musulmanes. ¿Por qué no puede hacerlo China?
El esfuerzo por «sinicizar» a las principales religiones del mundo no es el accionar propio de un país seguro y confiado, que crece y ocupa su lugar en el escenario mundial como un jugador serio. Es el accionar de un país débil, paranoico y desesperado, que lucha por mantener el statu quo durante un poco más de tiempo.