Un nuevo libro ayuda a comprender por qué el ateo Partido Comunista Chino afirma tener el derecho de decidir qué lamas budistas están autorizados a reencarnar.
por Massimo Introvigne
Dentro de las fronteras de China, existen más de 1000 ciudadanos que poseen un documento de identidad muy especial. El mismo certifica que son reencarnaciones de lamas budistas fallecidos, cada uno de los cuales han sido debidamente autorizados a reencarnar por el Partido Comunista Chino (PCCh). El mismo Partido Comunista certifica que cada titular de una tarjeta especial es la única reencarnación genuina de un lama determinado. Los que se opongan a esta disposición serán tratados con severidad por la policía del PCCh.
Esta extraña práctica ha estado llevándose a cabo desde el año 1995, cuando el dalái lama reconoció a un niño de seis años llamado Gedhun Choekyi Nyima como la reencarnación del 10.° Panchen Lama (1938–1989). El niño en cuestión se convirtió así en el 11.° Panchen Lama, la máxima autoridad de la escuela de Budismo Tibetano Geluk después del dalái lama, el cual es el líder supremo de dicha escuela, pero que no ha sido reconocido como tal por las autoridades chinas. Los mismos detuvieron al niño (no se le ha visto desde entonces, a pesar de que tanto el dalái lama como el PCCh afirman que está vivo), y organizaron su propia búsqueda del 11.° Panchen Lama. El PCCh, a través de colaboradores tibetanos, presentó una lista de candidatos, sin incluir a Gedhun, y seleccionó al nuevo Panchen Lama colocando los nombres de los candidatos en un objeto conocido como la Urna de Oro. Posteriormente, extrajeron el nombre de uno de ellos, Gyaincain Norbu, de 5 años, quien fue preparado para convertirse en el 11.° Panchen Lama patrocinado por el PCCh y una de las voces oficiales del budismo leal al PCCh en China.
En el año 2007, la Administración Estatal de Asuntos Religiosos institucionalizó el derecho del PCCh a decidir qué lamas serían autorizados a reencarnar, a controlar el proceso de identificación de las reencarnaciones y a certificar qué reencarnaciones eran genuinas a través de su infame Orden nro. 5. La regulación fue ampliamente criticada en el extranjero, donde la paradoja de un partido ateo que afirmaba poseer el control de las reencarnaciones fue frecuentemente ridiculizada. No obstante, la misma sigue siendo una herramienta poderosa a través de la cual el PCCh controla al budismo tanto en el Tíbet como en otras regiones.
Tanto en el Tíbet como en Mongolia, existen miles de linajes de lamas reencarnados. El dalái lama, el Panchen Lama, el Karmapa (el jefe de otra gran escuela budista tibetana, el Karma Kagyu) y el Jebtsundamba Khutuktu (el jefe de la rama mongola de la escuela Geluk, una posición que actualmente se encuentra vacante) seguramente son los más conocidos a nivel internacional, pero existen muchos otros.
Cómo una nueva reencarnación de un alto lama fallecido fue, o debería ser, identificada es un asunto que debe ser ampliamente discutido. Actualmente, la pregunta es especialmente política, y la historia a menudo se vuelve partidaria. El 24 de septiembre de 2011, el dalái lama publicó un mensaje oficial frecuentemente citado donde explicó que las reencarnaciones candidatas eran identificadas siguiendo el consejo de los cuatro principales oráculos tibetanos (médiums que canalizan divinidades y hablan en trance) de Lamo, Nechung, Gadong y Samyé, de indicios considerados milagrosos, y de visiones que aparecen en lagos sagrados tales como el Lhamo Latso, situado al sur de Lhasa. El dalái lama también explicó que era posible, y de hecho había sucedido tradicionalmente, que el alma de un lama se fragmentara, provocando el nacimiento de múltiples reencarnaciones del mismo lama, y que también podría «emanar» un sucesor mientras el lama aún estuviera vivo. El dalái lama reiteró estos puntos en una entrevista publicada el día de Navidad del 2018.
¿Pero qué sucedía si se identificaban dos o más candidatos que eran considerados adecuados? Teóricamente, en la teología Geluk, todas pueden ser reencarnaciones del mismo lama fallecido, pero en la práctica cada alto cargo solo puede ser ocupado por una sola persona. El dalái lama mencionó: “utilizando el método de colocar bolas de masa de cebada (zen tak) delante de una imagen sagrada e invocar el poder de la verdad.”. Este método consiste en colocar las respuestas dentro de pequeñas bolas de masa, haciéndolas rodar dentro de una sartén hasta que la bola que contenga el nombre del candidato seleccionado se despegue.
El dalái lama también habló sobre la Urna de Oro, un método impuesto en el año 1792 por el Emperador Qing Qianlong (1711–1799) a través del cual los nombres de los candidatos eran introducidos en una urna especialmente forjada y para lo cual se utilizaba un sistema similar al de la lotería. El dalái lama afirmó que: “El sistema fue impuesto por los Manchús, pero los Tibetanos no confiaban en él, porque no tenía atributos espirituales. No obstante, de ser utilizado de buena fe, podría considerarse como algo similar al método de adivinación que usa bolas de masa (zen tak).” El dalái lama insistió en que dicho método solo fue utilizado en dos ocasiones para llevar a cabo la elección del sucesor del dalái lama, para el 11.° ( 1838–1856) y para el 12.° (1857–1875) —pero en realidad, solo fue utilizado una sola vez, ya que el 12.° ya había sido claramente identificado utilizando los métodos tradicionales— y dos veces para la elección del Panchen Lama, para el 8.° (1855–1882) y el 9.° (1883–1937).
Tal y como se mencionó, la historia en sí misma es de índole política. Los historiadores del PCCh insisten en una utilización generalizada de la Urna de Oro, mientras que sus contrapartes tibetanas tienden a restarle importancia. El mensaje que dio el dalái lama en el año 2011 se basó en un reconocimiento razonablemente preciso del conocimiento académico existente. No obstante, desde entonces han surgido nuevos documentos. La declaración oficial de los Emperadores Qing fue escrita en chino, aunque el famoso edicto del Emperador Qianlong en el cual promulgaba el sistema de la Urna de Oro, el «Discurso sobre los lamas» del año 1792 (喇嘛说 / 喇嘛說), fue promulgado de manera inamovible en el Templo Yonghegong de Pekín, en cuatro idiomas, entre los que se incluía el manchú. Historiadores formados en la Universidad de Harvard han estudiado activamente los documentos escritos en manchú, siendo el mismo un idioma diferente al chino y a la vez, la lengua materna de la dinastía Qing.
En la actualidad, uno de esos historiadores, Max Oidtmann, ha publicado la obra Forjando la Urna de Oro: El Imperio Qing y las políticas de reencarnación en el Tíbet (Nueva York: Columbia University Press, 2018), siendo el mismo el análisis más completo sobre la pregunta relacionada con la Urna de Oro desarrollado hasta el día de hoy. Oidtmann y el dalái lama están de acuerdo en que una de las principales razones para introducir la Urna de Oro fue el intento de los Gurkhas de Nepal de invadir y conquistar el Tíbet en el año 1791, y la posterior intervención de las tropas Qing para proteger al Tíbet y ahuyentar a los nepaleses. No obstante, Oidtmann, al estudiar la correspondencia secreta escrita en manchú entre el Emperador Qianlong y sus principales asesores, llega a la conclusión de que los Qing no estaban demasiado preocupados por los nepaleses. Igual o más importante para la introducción de la Urna de Oro fueron los asuntos relacionados con Mongolia y el deseo de los Qing de evitar que los aristócratas mongoles, potencialmente rebeldes, les impusieran a sus hijos como reencarnaciones de los lamas mongoles más prominentes.
Sobre todo, Oidtmann insiste en que, a diferencia del PCCh, el emperador Qianlong realmente creía en la reencarnación. El mismo era un budista piadoso que descubrió varios elementos encomiables en el sistema Geluk Tibetano. Si bien los primeros informes secretos escritos en manchú fueron favorables a la actitud de los altos lamas durante la guerra con los nepaleses, pronto surgió una imagen diferente, culpando a la corrupción de los lamas, y en particular a los principales oráculos, de la debilidad del sistema tibetano al ser confrontado con la invasión de los Gurkhas. Sumado a los problemas en Mongolia, estos informes persuadieron al emperador Qianlong de que el Budismo Tibetano se había corrompido por el hallazgo sistemático de reencarnaciones de altos lamas fallecidos entre los hijos de las mismas familias. A pesar de que creía en la reencarnación, el Emperador Qing era mucho más escéptico en lo concerniente a los oráculos tibetanos (no acerca de los médiums y de los oráculos en general, ya que él poseía los suyos), como autoridades de dudosa moral que operaban independientemente de cualquier control político. Debido a ello, ordenó su supresión y la introducción de la Urna de Oro, un sistema de lotería que los emperadores Ming habían introducido de manera exitosa para acabar con la corrupción y el nepotismo al asignar a sus burócratas para ocupar cargos provinciales específicos.
El mismo tuvo éxito parcialmente, ya que la Urna de Oro fue utilizada con menos frecuencia que la que actualmente afirman los historiadores chinos, aunque tal vez más de lo que creen los tibetanos contemporáneos, ya que los datos recopilados por Oidtmann muestran que entre los años 1793 y 1825, la Urna fue utilizada para aproximadamente la mitad de las principales selecciones de reencarnaciones, y en general, fue utilizada 79 veces para los 52 principales linajes. Pero los nombres que se introducirían en la Urna a menudo seguían siendo seleccionados por los oráculos, a pesar de la hostilidad imperial hacia los mismos.
El punto principal destacado por Oidtmann es que el PCCh y algunos historiadores tibetanos u occidentales se equivocan al considerar a la Urna de Oro como una herramienta de la soberanía china o de su imperialismo sobre el Tíbet. Él cree que los que piensan de esa forma han interpretado demasiados eventos pertenecientes a los siglos XVIII y XIX utilizando la perspectiva de los problemas contemporáneos. De hecho, tanto los Emperadores Qing como una parte de la élite Geluk compartieron el objetivo común de reforzar el sistema de reencarnación de lamas y de hacerlo más creíble, proporcionándole de este modo una mayor estabilidad tanto al budismo tibetano como al Tíbet. Las resistencias contra la Urna de Oro por parte de los tibetanos surgieron en casos específicos, cuando creían que ya tenían un candidato fuerte y claramente identificado, lo cual no debería ser interpretado como manifestaciones del nacionalismo tibetano.
No obstante, la situación cambió en el siglo XX. Fue la República Nacionalista China la que en el año 1936 aprobó una ley relacionada con la reencarnación de los lamas que el PCCh utilizaría en el año 2007, tomándola como modelo para la Orden nro. 5. Y, para el siglo XX, la resistencia contra la Urna de Oro se había convertido, de hecho, en una declaración de la independencia tibetana con respecto a China.
Desde su llegada al poder, el PCCh fue consciente de la sensibilidad de los problemas relacionados con las reencarnaciones de los lamas, pero decidió actuar solo después de la muerte del 10.° Panchen Lama acaecida en el año 1989. Oidtmann interpreta que el hecho de que la Orden nro. 5 solo fuera respetada en el año 2007, es una evidencia de que se estaban generando discusiones internas dentro del Partido.
Las pregunta final de Oidtmann es por qué el PCCh continúa escogiendo sus propias reencarnaciones de lamas fallecidos, ya que debería saber que en la actualidad tienen muy poca credibilidad entre los tibetanos, tanto en el Tíbet como en la diáspora. Su respuesta es que «el público objetivo para las presentaciones de la moderna lotería de la Urna de Oro ha sido la mayor parte de la población de etnia han en China, y no los tibetanos de la Región Autónoma del Tíbet ni de las áreas autónomas vecinas». Las reencarnaciones respaldadas por el PCCh, incluido su actual Panchen Lama, no pueden ser tomadas en serio por los tibetanos, pero se han vuelto populares y están acreditadas como presuntos representantes de una antigua, genuina y algo misteriosa tradición budista utilizada en templos budistas de diferentes creencias emplazados a lo largo de China. Y en el extranjero, donde viajan para presentarles a los ingenuos occidentales un budismo “tibetano” compatible con el PCCh. Esta es probablemente una de las razones por las cuales el actual 14.° dalái lama no está simplemente desechando por irrelevante el hecho de que el PCCh probablemente proclamará como el elegido de la Urna de Oro al que ellos hayan seleccionado para ocupar el puesto del 15.° dalái lama, sino que además está promoviendo una reunión de gran envergadura compuesta por lamas tibetanos y mongoles, así como también por intelectuales, a fin de decidir cómo debería actuar para contrarrestar estas altamente probables maniobras.