Miembros de la Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT) recuerdan sus experiencias mientras se encontraban detenidos, donde fueron forzados a tomar sustancias psicoactivas, además de haber sido sometidos a otras torturas.
An Xin
Practicantes de Falun Gong, miembros de la Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT), disidentes y otros presos de conciencia detenidos ilegalmente por el Partido Comunista Chino (PCCh), así como también kazajos étnicos y uigures confinados en campamentos de transformación por medio de educación emplazados en Sinkiang, a menudo son brutalmente torturados mientras se encuentran detenidos. A pesar de la condena internacional contra estas prácticas de tortura, las personas detenidas continúan sufriendo. En algunos casos reportados, incluso se ven obligados a tomar drogas psicotrópicas, y como resultado de ello sufren devastación física y mental. La toxicidad de dichas drogas trae como consecuencia severos síntomas residuales que los acompañan por el resto de sus vidas.
Algunos miembros de la IDT compartieron con Bitter Winter sus terribles experiencias mientras cumplían condenas a causa de su fe.
Una de las entrevistadas, una mujer procedente de la provincia suroriental de Fujian, fue puesta en libertad en febrero luego de haber padecido cinco años de inhumana vida en prisión, los cuales la dejaron con un severo trauma físico y mental. La misma se encuentra sumamente demacrada, su rostro está pálido y sus pómulos salientes. Durante la conversación mantuvo su voz muy baja, aparentemente aún sin haber podido recuperarse del terror que ha experimentado. La mujer habló muy lentamente, luchando por recordar el pasado con cada frase.
Fue arrestada en el año 2014 por ser miembro de la IDT, un nuevo movimiento religioso cristiano prohibido que ha sido incluido en la lista de xie jiao. Para obligarla a proporcionar información sobre la Iglesia, fue sometida a una técnica de tortura mediante privación de sueño, llamada «agotar al águila«, a suministro controlado de alimentos y a otras crueles formas de tormento. A fin de obligarla a renunciar a su fe, fue sometida a pesadas sesiones de adoctrinamiento, e incluso se le introdujeron drogas en el agua potable.
“Esa agua era diferente de la usual. Era un poco amarillenta. La noche en que la bebí, me sentí totalmente aturdida y desorientada, e incluso sufrí incontinencia urinaria», afirmó la mujer. Posteriormente, los guardias la llevaron por la fuerza a la enfermería. Una vez allí, sin preguntar por ninguno de sus síntomas, el médico le administró una inyección.
«Luego de recibir la inyección, sentí que no podía recordar nada y me asusté mucho. Un asistente de enseñanza siguió intentando engañarme, afirmando: ‘Apúrate y firma las tres declaraciones [una declaración de arrepentimiento, una declaración de garantía y una declaración de rotura de lazos con la Iglesia]. Una vez que las hayas firmado no tendrás que sufrir más’. También aluciné. Terribles imágenes del arresto y las torturas a las que fui sometida seguían apareciendo en mi mente», afirmó la creyente con amargura, recordando su padecimiento.
Debido a la toxicidad de los psicotrópicos, su memoria se ha deteriorado gravemente. La misma es incapaz de recordar muchos detalles sobre la persecución que sufrió. Incluso el más leve movimiento la asusta y, por la noche, suele despertarse a causa de las pesadillas.
Otro creyente entrevistado contó que mientras lo interrogaba, un oficial de policía lo obligó a tomar drogas, afirmando: «Voy a torturarte lentamente y te volveré loco para que todos piensen que ser miembro de la IDT enloquece a la gente».
Otra miembro de la IDT, también procedente de Fujian, sufrió el mismo tipo de persecución. Fue arrestada en el año 2013 y la policía la torturó cruelmente, tratando de hacerla confesar. La mujer desarrolló severos dolores de cabeza y los oficiales utilizaron el pretexto de «tratar su dolor de cabeza» a fin de engañarla para que tomara sustancias psicotrópicas.
“Pocos días después de tomar las drogas, sentí mucho dolor en el estómago y el corazón, me temblaban las manos y los pies y tenía calambres musculares en todo el cuerpo. También sentí náuseas y vomité, además de comenzar a ver todo borroso», afirmó la mujer recordando sus tormentos. Tiempo después, un médico de la prisión le aconsejó que dejara de tomar los medicamentos, pero los guardias continuaron obligándola a tomarlos durante diez meses más.
A pesar de que han pasado dos años desde que fuera liberada de prisión, continúa padeciendo dolores de cabeza cada vez que recuerda el pasado. A veces el dolor se acompaña de vómitos. Además, su tasa de respuesta ha disminuido mucho y se ha vuelto muy olvidadiza. A veces se lava los dientes varias veces al día, otras veces, no se lava los dientes durante varios días seguidos.
Un miembro de la IDT procedente de la provincia oriental de Zhejiang fue condenado a un año y dos meses de prisión a causa de sus creencias. Luego de pasar seis meses en prisión, también se vio obligado a ingerir medicamentos desconocidos. Los guardias afirmaron que estaban tratando su enfermedad hepática y lo obligaron a tomar más de diez pastillas al día. Dicha administración forzada de drogas continuó hasta que fue liberado.
Luego de tomar las drogas, no solo su salud no mejoró, sino que su memoria disminuyó, sus reacciones se hicieron más lentas y bajó más de 15 kilogramos.
Ahogada en lágrimas, la madre del creyente afirmó: «Desde que fue arrestado y encarcelado, no sé cuántas lágrimas he derramado. A diario me preocupaba por lo que podría estar sufriendo allí. En el pasado, solía ser muy inteligente y su memoria era muy buena. Cuando regresó tras completar su condena, su condición mental era muy pobre. Se volvió apagado e insensible. Cuando se le pregunta algo, no sabe qué decir”.