Repitiendo el mensaje «Nunca más», una amplia coalición se une para detener el genocidio cultural en China, y para exigir que el Gobierno de Estados Unidos lleve a cabo acciones específicas.
Paul Prososki
Tabla de contenido: Recordando la masacre de Baren–Exigiendo legislación–Los líderes uigures se expresan–Centrarse en la acción–Solidaridad cristiana con los uigures
Recordando la masacre de Baren
El sábado 6 de abril fue un hermoso y soleado día primaveral en Washington D.C. Mientras miles de turistas se agolpaban en los parques de la capital de la nación para ver por última vez los famosos cerezos en flor, alrededor de mil personas se reunían en una plaza del centro de Washington para abordar un problema más urgente.
El día anterior, 5 de abril, se cumplía el 29 aniversario de la Masacre de Baren. Ese día, en el año 1990, musulmanes uigures del municipio de Baren, cerca de Kasgar, en la región china de Sinkiang, protestaron por los abortos forzosos que recibieron la orden de cumplir teniendo en cuenta la política china del hijo único. En respuesta a ello, China desplegó unidades del Ejército Popular de Liberación (EPL) para imponer el orden, y durante los días siguientes miles de manifestantes fueron asesinados.
Para conmemorar las vidas perdidas, y para efectuar un llamamiento a la acción contra la continua represión y abuso de los musulmanes uigures en China, los coordinadores organizaron el «Mitin en Apoyo a la Ley de Política de Derechos Humanos del Pueblo Uigur y a la Ley UIGHUR». Unánimemente, los oradores declararon que el momento de hablar había pasado, y que ahora era necesario ponerse en acción. Afirmaron que estos dos instrumentos legislativos eran vitales para presionar a China para que cambie su política inhumana, y exigieron que el Congreso de Estados Unidos aprobara la legislación.
Exigiendo legislación
La Ley de Política de Derechos Humanos del Pueblo Uigur busca documentar los abusos llevados a cabo contra los uigures y otras minorías étnicas en Sinkiang, brindar protección a los ciudadanos estadounidenses y a los residentes permanentes contra la presión y las represalias del Gobierno chino, y aplicar todas las herramientas disponibles del Congreso, del Tesoro, del Departamento de Comercio y del Departamento de Estado —incluidas las sanciones de la Ley Global Magnitsky y la prohibición de vender bienes y servicios estadounidenses a cualquier entidad china involucrada en la vigilancia o el confinamiento de minorías étnicas y de creyentes religiosos— para lograr un cambio de política en China. La Ley de Intervención Uigur y Respuesta Unificada Humanitaria Global (Ley UIGHUR, por sus siglas en inglés) le exige al Secretario de Estado priorizar la defensa de las minorías étnicas en Sinkiang en lo que respecta a las relaciones con otros Estados, restringir las adquisiciones del Gobierno de EE. UU. a cualquier entidad que participe en la represión llevada a cabo en Sinkiang, imponer restricciones a las exportaciones estadounidenses a la región y tomar medidas para proteger a periodistas y a organizaciones no gubernamentales.
La escena de este sábado fue sorprendente: en la Plaza Libertad situada en la avenida Pennsylvania, perfectamente ubicada entre la Casa Blanca, a dos cuadras hacia el oeste, y el Hotel Internacional Trump, a dos cuadras hacia el este, se congregaron personas procedentes de todo el mundo. Cientos de asistentes agitaban las banderas azules de Turquestán Oriental (el nombre que los uigures prefieren para Sinkiang) junto con las banderas roja, blanca y azul de Estados Unidos y Canadá. Los presentes habían viajado desde Montreal y Toronto en Canadá, desde Alemania, desde otros lugares de Europa y desde muchos estados de los Estados Unidos, incluyendo Nueva York, Colorado y Minnesota. Muchas familias uigures estaban presentes, y muchas personas que no eran uigures también asistieron al mitin para mostrar solidaridad. Entre los mismos se incluían musulmanes de diversos orígenes étnicos, cristianos y budistas de China, además de activistas defensores de los derechos humanos procedentes de Estados Unidos.
Los líderes uigures se expresan
El mitin fue organizado por el Congreso Mundial Uigur (WUC, por sus siglas en inglés), junto con el Grupo de Trabajo de Birmania. Omer Kanat del WUC abrió el mitin y ofició como maestro de ceremonias durante todo el evento. El programa comenzó con el himno nacional de Estados Unidos interpretado por un joven uigur que vestía ropas étnicas tradicionales, y luego prosiguió con la interpretación del himno nacional de Turquestán Oriental. Este enfoque dual sobre la difícil situación de los uigures, pero también sobre los valores que Estados Unidos representa y sobre el deber de dicho país de defender a los uigures, continuó durante todo el día.
El Sr. Kanat abrió el programa agradeciendo a todos los participantes por hacerse presentes en un hermoso día primaveral para defender la justicia. Describió el tratamiento de los uigures en China como un «gran crimen a nivel mundial», una «destrucción cultural» y un «genocidio». Enfatizó la amplia naturaleza de la coalición reunida, y relacionó esa diversidad con los valores que Estados Unidos defiende.
El Sr. Kanat también presentó otro tema que sería tratado a lo largo del evento, el de «¡Nunca más!», siendo el mismo un tema clásico de la retórica pública uigur. El mismo afirmó que el mundo civilizado había dicho ¡Nunca más! después del Holocausto en las décadas de 1930 y 1940, pero que actualmente nos encontramos en una situación que no hemos visto desde la década de 1930. Si nos tomamos en serio la promesa de ¡Nunca más! debemos tomar medidas sin dilación.
¡Nunca más! Fue repetido por muchos oradores. Dolkun Isa, presidente del WUC con sede en Munich, declaró que la legislación del Congreso estaba obligada a hacer realidad el ¡Nunca más! Ilshat Hassan, presidente de la Asociación Uigur Americana, citó a Raphael Lemkin (1900–1959), el judío polaco que escapó del Holocausto y dirigió la redacción de la convención internacional contra el genocidio. El mismo afirmó que ahora estamos viendo en China exactamente lo que Lemkin había advertido. Nury Turkel, presidente del Proyecto de Derechos Humanos del Pueblo Uigur, citó al embajador Michael Kozak de la Agencia de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo del Departamento de Estado de Estados Unidos, afirmando que la actual situación en China «no había sido vista desde la década de 1930». El sobreviviente del Holocausto Sami Steigmann perteneciente al Centro Educativo del Holocausto y de Derechos Humanos realizó la misma conexión, afirmando que el Holocausto ocurrió porque nadie tomo medidas para detenerlo, y que ahora los Gobiernos de todo el mundo deben alzarse frente a un nuevo genocidio. El Dr. Yang Jianli, presidente de Iniciativas de Poder Ciudadano para China, comentó con ironía que los uigures estaban sufriendo bajo el «Fascismo con características chinas», y que debemos mantener nuestra promesa de ¡Nunca más! para poder salvarlos. Kristina Olney, de la Fundación Conmemorativa de Víctimas del Comunismo, utilizó la frase ¡Nunca más! en referencia a los crímenes de la Alemania Nazi y del comunismo en todo el mundo.
Dolkun Isa, presidente del WUC, presentó otro tema común: que el tiempo de las palabras ha pasado y que ahora es el momento de entrar en acción. Lo llamó un momento crítico para China y para el mundo. Pero también afirmó que hay razones para tener esperanza, porque la presión procedente del extranjero finalmente se está incrementando. Citó el hecho de que China se vio obligada a admitir la detención masiva de uigures en una Revisión de los Derechos Humanos llevada a cabo por la ONU en agosto de 2018. En octubre de 2018, el Parlamento Europeo aprobó una resolución que condena a los campamentos de transformación por medio de educación de China. Poco después, Canadá siguió su ejemplo y Turquía «rompió su silencio» en el año 2019. Citó una lista bipartidista de funcionarios estadounidenses de alto rango que han alertado sobre la situación, incluido el vicepresidente Mike Pence, la portavoz de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, el secretario de Estado Mike Pompeo, el embajador plenipotenciario de EE. UU. para la Libertad Religiosa Internacional Sam Brownback y el Senador Marco Rubio. No obstante, hizo hincapié en que debemos ir más allá de las palabras y pasar a los hechos. Estados Unidos y la UE deben trabajar juntos para presionar a China. El Congreso debe aprobar la Ley de Política de Derechos Humanos del Pueblo Uigur y la Ley UIGHUR, y la administración debe imponer sanciones a los funcionarios de acuerdo a la Ley Global Magnitsky. Sólo entonces podremos hacer realidad el ¡Nunca más!
Centrarse en la acción
El enfoque en la acción fue reforzado por muchos oradores. Además de los repetidos llamamientos para la aprobación de la legislación del Congreso y para la implementación de las sanciones de acuerdo a la Ley Magnitsky, muchos oradores pidieron la prohibición oficial de la venta de bienes y servicios a cualquier entidad relacionada con la máquina de represión en China, la sanción de cualquier empresa estadounidense que venda productos electrónicos o de otro tipo que pueden ser utilizados por China para vigilar a la población, y la prohibición de la importación de cualquier mercancía fabricada en el sistema laboral penitenciario chino. Además, varios oradores pidieron un boicot al consumo de todos los productos procedentes de China.
Desde el podio se leyeron cartas de varios funcionarios electos en las cuales se exigía una acción más dura contra China. El senador Marco Rubio (R-FL) se comprometió a «trabajar con ustedes para poner fin a este horrible abuso» y pidió a todos que hablaran de manera unánime. El representante Chris Smith (R-NJ) calificó el tratamiento de los uigures como un «crimen de lesa humanidad» y exigió la aplicación de sanciones de acuerdo a la Ley Magnitsky. Los Representantes Tom Suozzi (D-NY) y Jim McGovern (D-MA) también entregaron cartas de apoyo y exigieron la acción del Congreso. Katrina Lantos Swett, presidenta de la Fundación Lantos para los Derechos Humanos y la Justicia, la cual lleva el nombre de la gran voz del Congreso por los derechos humanos, el Representante Tom Lantos (D-CA, 1928–2008), también envió una carta en la que afirmaba que toda la región de Sinkiang se ha «convertido en una prisión».
Solidaridad cristiana con los uigures
Junto con este grupo bipartidista de legisladores y representantes de los intereses del Congreso, una gran variedad de defensores y de grupos se unieron para abogar por acciones para defender a los uigures. Más de 300 imanes firmaron una petición pidiendo boicotear los productos chinos y que el Gobierno de EE. UU. tome acciones, y musulmanes de diferentes grupos étnicos viajaron desde estados cercanos para asistir al mitin. El defensor de Birmania, el imán Malik Mujahid, ayudó a organizar el evento, y dirigió los cánticos que decían «Estados Unidos, Estados Unidos» para ayudar a señalar el hecho de que la defensa de los uigures (y de los birmanos) son valores estadounidenses clave. Bhuchung Tsering, vicepresidente de la Campaña Internacional por el Tíbet, destacó la extensa y estrecha historia entre las naciones tibetana y uigur, y declaró su solidaridad con respecto al sufrimiento de los uigures. Representantes de la nación mongol estuvieron presentes para expresar sentimientos similares. Dominic Nardi, de la Comisión de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional, hizo hincapié en su función de entregar la preocupación bipartidista e institucional del Gobierno estadounidense sobre la cuestión del pueblo uigur, y exigió una acción inmediata. Kristina Olney, de la Fundación Conmemorativa de Víctimas del Comunismo, habló sobre la difícil situación del pueblo uigur como parte de la tragedia en curso del comunismo, y afirmó que los anticomunistas de todo el mundo están de pie en favor de los creyentes oprimidos en China, e hizo un llamamiento a la acción. Cristianos chinos también asistieron al mitin para alzar la voz en defensa de los creyentes perseguidos de todas las creencias. Tracy Jiao, perteneciente a la Iglesia de Dios Todopoderoso, condenó los intentos del Gobierno chino de «sinificar» a todas las religiones —cristiana, musulmana, budista, taoísta y otras— y comprometió a toda su Iglesia en solidaridad con los uigures y contra el «genocidio cultural» chino.
Cuando se le preguntó por qué sus hermanos y hermanas cristianos habían acudido al mitin en favor de los uigures predominantemente musulmanes, una miembro de la Iglesia de Dios Todopoderoso, Tracy Jiao, respondió: «Una gran cantidad de uigures han sido detenidos en campos de concentración. Los mismos son torturados y maltratados, incluso perseguidos hasta la muerte. Esta es una grave violación de los derechos humanos. Aunque tengamos creencias diferentes, todos estamos sufriendo la cruel persecución llevada a cabo por el Gobierno chino. Sentimos que tenemos la responsabilidad de pronunciarnos y de defender los derechos humanos. Desde el establecimiento de nuestra Iglesia en el año 1991, los cristianos de la Iglesia de Dios Todopoderoso han estado padeciendo una persecución. Muchos han sido torturados, sometidos a fuertes presiones psicológicas y sentenciados a prisión. Algunos de nuestros hermanos y hermanas se encuentran detenidos en los campos de concentración de Sinkiang, junto a los uigures. Hoy participamos en este mitin para expresarles nuestra solidaridad y apoyo”.
Este espíritu de solidaridad abundó en el mitin celebrado en Washington. El estado de ánimo era severo, porque millones de personas están siendo perseguidas. Pero también fue esperanzador, ya que muchas personas de diversos orígenes se reunieron para exigir que se lleven a cabo acciones, y muchos funcionarios en Europa y Estados Unidos finalmente están escuchando. Con gritos de ¡Nunca más! y promesas de acción, los participantes se marcharon llenos de energía para llevar la lucha al mundo y a China.