Una creyente de la Iglesia de la Vida de Sinkiang fue torturada durante 24 horas tras ser detenida por organizar una reunión de la Iglesia.
En marzo de 2018, cinco agentes de policía armados de la ciudad de Shihezi (Sinkiang) entraron por la fuerza en casa de Zhang Hong (seudónimo), quien estaba en medio de una reunión de la Iglesia de la Vida.
A los fieles se les solicitó abandonar el lugar y se les prohibió que se reunieran de nuevo en el futuro. Zhang Hong, por su parte, fue escoltada a una comisaría local en la que la encerraron en una pequeña jaula de acero utilizada para animales. En la jaula apenas cabía una persona y era imposible levantarse. A Zhang Hong le encadenaron las manos y las piernas a los barrotes de la jaula.
Zhang Hong fue interrogada sobre su Iglesia: los agentes querían saber los nombres de los líderes de la Iglesia y de los miembros de la congregación, así como otros datos relacionados con la Iglesia. No respondió a las preguntas, por lo que los oficiales la mantuvieron encerrada en la jaula durante 24 horas antes de liberarla.
Tras la liberación de Zhang Hong, la policía se sirvió del comité del vecindario para vigilarla. Se presentan en su hogar a menudo y le preguntan por sus creencias y contactos que tenía con los miembros de la Iglesia. También la siguen cuando sale de casa.
Esta situación le ha generado mucho estrés. Tiene miedo de salir de casa durante el día y apenas puede dormir por las noches.
Los cuerpos de seguridad chinos emplean muy a menudo la tortura y el maltrato físico y psicológico para intimidar a los creyentes y conseguir que renuncien a su fe. Las autoridades chinas utilizan sin reparo alguno métodos de tortura que no dejan evidencia física: encierran a las personas en jaulas, las privan del sueño, les quitan la ropa o las atan a “bancos de tigre” en el marco de su lucha contra la religión.
Informado por Li Zaili