Los grupos religiosos de China se sienten felices de ayudar cuando ocurren desastres. Pero gran parte de sus esfuerzos y las donaciones recaudadas por los mismos son explotados por el Gobierno.
por Jiang Tao
Según informes de los medios de comunicación estatales chinos, hasta el 7 de febrero, las cinco organizaciones religiosas autorizadas en el país habían recaudado 300 millones de yuanes (alrededor de 43 millones de dólares) para ayudar a hacerle frente al brote de coronavirus. Ante el desastre, los creyentes religiosos chinos están ansiosos por ayudar, pero no todos sus esfuerzos son bienvenidos. El 23 de febrero, The New York Times informó en un artículo que cuando algunos lugares de culto no reconocidos por el Estado enviaron el dinero recaudado por sus congregaciones para ayudar a quienes padecían el virus, sus contribuciones fueron rechazadas y la policía incluso interrogó a algunos líderes eclesiásticos.
The Times cita a Susan McCarthy, una politóloga que estudia las organizaciones benéficas chinas basadas en la fe en el Providence College de Estados Unidos, quien piensa que «el Gobierno se pone contento cuando los grupos religiosos efectúan contribuciones, pero desconfía de que utilicen la caridad para expandir su base e infiltrarse en la sociedad». En lo que respecta a los lugares de culto aprobados por el Estado, la Sra. McCarthy cree que dichas donaciones también pueden ayudar a demostrar su patriotismo y lealtad al Estado, y que «mucho de esto se hace a modo preventivo».
Numerosos informes recibidos por Bitter Winter respaldan estas declaraciones. Además, la actitud de los creyentes cambia considerablemente cuando el dinero que recaudan para fines caritativos se gasta en causas dudosas y es mal utilizado por el Gobierno.
El pasado mes de agosto, el Departamento de Trabajo del Frente Unido del distrito de Zhen’an de Dandong, una ciudad a nivel de prefectura de la provincia nororiental de Liaoning, emitió un documento en el que se les exigía a las cinco organizaciones religiosas oficialmente sancionadas que iniciaran una campaña de donación con fines benéficos. Un mes después, el departamento contabilizó las donaciones y criticó a los grupos religiosos que habían recaudado las cantidades más pequeñas.
“No sé por qué tengo que donar. ¿Para quién estoy donando?” se quejó un miembro de la Iglesia de las Tres Autonomías procedente de Dandong.
«Los funcionarios afirman que si no efectuamos donaciones no somos patrióticos», afirmó un miembro del clero de la Iglesia de las Tres Autonomías, cuya iglesia ha sido criticada por no recaudar suficiente dinero. «Si los clérigos se opusieran a esta política, podrían ser privados de sus funciones», añadió el mismo.
En uno de los muros de un templo taoísta emplazado en Ruzhou, una ciudad a nivel de condado de la provincia central de Henán, se exhiben varias medallas. Todas han sido otorgadas por los esfuerzos llevados a cabo por el templo en campañas benéficas tendientes a aliviar la pobreza y ayudar a los estudiantes. No obstante, uno de los monjes del templo no se siente orgulloso de estos elogios. El mismo explicó que el Gobierno establece cuotas con la cantidad de estudiantes que la Asociación Taoísta China local debe ayudar cada año. Estas cuotas aumentan regularmente: de 13 estudiantes en el año 2017 a 24 en el año 2019. El Gobierno también les exige que ayuden a los ancianos que viven en aldeas y no tienen familiares.
Los taoístas están dispuestos a ayudar, y hacen lo que pueden, afirmó el monje. Pero lo que donan los fieles, quienes no son acaudalados, no es suficiente para cumplir con las pesadas «cuotas de donación». Al tratar de satisfacer las demandas gubernamentales, el templo acumuló una deuda de 8000 yuanes (aproximadamente 1150 dólares) y no puede pagar las facturas de electricidad de 200 yuanes (aproximadamente 30 dólares) ni instalar las puertas y ventanas que tanto necesita en la cafetería.
«Se nos dijo que esta es una tarea política y que debemos llevarla a cabo aunque nos lleve a la bancarrota o nos veamos obligados a dejar de comer y beber», afirmó el monje, claramente angustiado. «Además, las personas que reciben nuestras donaciones no saben que los creyentes las han recolectado. Piensan que el dinero proviene del Gobierno, a través de funcionarios de la Agencia de Asuntos Civiles o de alguna otra institución estatal. Solo quieren demostrarles a sus superiores lo bien que trabajan y obtener una buena reputación».
En el año 2015, el presidente Xi Jinping prometió «sacar a todos los hogares empobrecidos de la pobreza para el año 2020», pero aparentemente, la tarea se les ha trasladado en parte a los grupos religiosos.
«En todo el país se organizan campañas de donación tendientes a aliviar la pobreza», le dijo a Bitter Winter el administrador de un templo emplazado en la ciudad de Pingxiang de la provincia suroriental de Jiangxi. «Cuando a los Gobiernos locales se les encomienda la tarea de recaudar dinero para los programas de alivio de la pobreza, generalmente se acercan a los lugares de culto aprobados por el Estado. Por ejemplo, a los templos de la zona se les pide que recolecten dinero de los fieles y se lo entreguen a la Asociación Budista o a la Cruz Roja».
El administrador del templo añadió que la Agencia de Asuntos Religiosos local les exigía donar dinero para aliviar la pobreza todos los meses –1000 yuanes (alrededor de 150 dólares) para todos los hogares empobrecidos, además de algo de aceite y arroz– o el templo sería reprimido.
Según un monje de un templo budista emplazado en la ciudad de Dezhou de la provincia oriental de Shandong, en el otoño de 2019, el Gobierno les informó a los hogares empobrecidos que podían ir al templo a buscar harina y aceite. «El Gobierno quiere verse bien ante los ojos del pueblo a costa nuestra», afirmó el monje.
Al mismo tiempo, el Gobierno prohíbe el uso de «actividades caritativas de interés público con fines proselitistas», tal y como se indica en los nuevos Reglamentos sobre asuntos religiosos. Es decir, el Partido Comunista Chino (PCCh) no permite que las religiones crezcan llevando a cabo obras de caridad, sino que solo quiere tomar su dinero. En lo que respecta a los grupos religiosos que no están oficialmente aprobados, cualquier campaña de caridad puede dar lugar a arrestos de creyentes o incluso a prohibiciones completas.