A lo largo de toda China, los funcionarios locales están intimidando a las personas de fe para que renuncien a la religión y comiencen a adorar al Partido Comunista y a sus líderes, pasados y presentes.
por Tang Zhe
Desde que el presidente Xi Jinping asumió el cargo, sus retratos y citas comenzaron a invadir los lugares de culto e incluso los hogares de los creyentes, llevando su culto a la personalidad a niveles sin precedentes. Las personas también son amenazadas con la eliminación de sus subsidios de alivio de la pobreza y otras ayudas gubernamentales si no reemplazan los símbolos religiosos con retratos de Xi Jinping o Mao Zedong. Bitter Winter continúa recibiendo más informes de este tipo.
El 27 de diciembre de 2019, en el condado de Fenyi de la provincia suroriental de Jiangxi, varios funcionarios del municipio de Caochang se presentaron en el hogar de una miembro de la Iglesia de las Tres Autonomías. Los mismos obligaron a la creyente, de más de 30 años, a reemplazar dos cuadros de temática religiosa con un retrato de Xi Jinping.
Funcionarios de la aldea visitaron repetidamente el hogar de la mujer para asegurarse de que no organizara reuniones religiosas ni leyera la Biblia, amenazándola con revocar su subsidio de subsistencia si intentaba hacerlo.
En el mes de junio, en el municipio de Dongcun del condado de Fenyi, funcionarios gubernamentales quitaron una imagen de la cruz del muro del hogar de un creyente de 60 años. La tiraron a un cubo de basura y en su lugar colocaron retratos de Xi Jinping y de otros líderes del Partido Comunista Chino (PCCh).
“El Gobierno está imponiendo un control cada vez más estricto sobre la religión. Me temo que no podremos asistir al servicio dominical en nuestra iglesia de las Tres Autonomías», afirmó con preocupación un feligrés local.
Los creyentes de la provincia oriental de Shandong se enfrentan a una represión similar. El 15 de noviembre, en el condado de Shan administrado por la ciudad de Heze, funcionarios gubernamentales allanaron un lugar de reunión perteneciente a la Iglesia de las Tres Autonomías, el cual poseía una historia de más de 40 años de antigüedad. Ingresaron a la fuerza cuando el lugar estaba vacío y reemplazaron una imagen de Jesús y un bordado de la cruz, los cuales se hallaban exhibidos en el centro de uno de los muros de la sala, con un retrato de Xi Jinping. Los funcionarios tiraron las pinturas religiosas y trasladaron todas las mesas y sillas al patio.
Al día siguiente, regresaron al lugar y amenazaron al propietario con demoler el edificio si continuaba alquilándoselo a la Iglesia, ordenándole «no alabar a Jesús sino al Partido Comunista porque éste es el que te proporciona tu sustento». “Debes escuchar y seguir al Partido por siempre”, le advirtieron los funcionarios antes de marcharse.
En el mes de diciembre, en el condado de Shan, a otras dos creyentes de edad avanzada les reemplazaron sus pinturas de Jesús por imágenes de Xi Jinping. Las autoridades amenazaron a una de las mujeres con revocar su subsidio de subsistencia si seguía creyendo en Dios. «Solo se te permite adorar a Xi Jinping», le dijeron a la anciana creyente a modo de presión.
«En China, donde los creyentes son restringidos a diario, ya que sus derechos y libertades son obstruidos, creer en Dios es considerado un crimen», le dijo a Bitter Winter una cristiana de edad avanzada procedente de la ciudad de Penglai, en Shandong, quien también fue amenazada con la eliminación de su subsidio de subsistencia. «El PCCh propaga la libertad religiosa, pero persigue a ancianas como yo por su fe».
En octubre de 2019, un funcionario local le ordenó a una mujer, la cual había sido miembro de una iglesia doméstica de Sola Fide durante 26 años, procedente de la ciudad de Lu’an en la provincia central de Anhui, que eliminara de su hogar una imagen con los caracteres chinos que significan «Dios ama el mundo». La mujer se rehusó a hacerlo y, debido a ello, se le advirtió que, si continuaba resistiéndose, su subsidio de alivio de la pobreza sería revocado. La misma escogió su fe por encima del dinero, pero los funcionarios aún así tomaron la imagen, afirmando que, aunque hubiera renunciado al subsidio no podría conservarla porque «esa era la política del Partido». Posteriormente, uno de los funcionarios retiró la imagen por la fuerza, reemplazándola con retratos de Mao Zedong y Zhou Enlai, el primer primer ministro de la República Popular China, y tomó fotos para enviárselas a sus superiores.