El PCCh continúa adelante con su campaña nacional tendiente a eliminar todos los materiales budistas no autorizados o publicados en el extranjero, quemándolos o destruyéndolos.
por Wang Yong
Desde el mes de mayo, el Gobierno de la provincia china norteña de Shanxi ha estado investigando lugares budistas a fin de hallar y destruir publicaciones relacionadas con el venerable maestro Chin Kung. Hasta la fecha, aproximadamente veinte templos han sido hostigados, entre los que se incluyen el Templo de Guanyi, el Templo de Longhua, el Templo de Pudu y el Templo de Longfeng. El monje de 92 años, perteneciente a Tierra Pura, una escuela de budismo mahayana fundada por él, es venerado en todo el mundo por propagar la armonía intercultural e interreligiosa. Los libros relacionados con el mismo y las grabaciones de sus discursos son sumamente populares en China. Debido a la fama del maestro, el Partido Comunista Chino (PCCh) ha calificado sus enseñanzas como «negativas para la ideología dominante de China» y ha prohibido sus libros por considerarlos «publicaciones ilegales» y «argumentos falaces y enseñanzas malvadas».
«El Estado afirma que el maestro Chin Kung cooperó con Occidente para oponerse a China y que sus libros ‘ponen en peligro la seguridad del Estado’ y deben ser quemados y destruidos», le dijo a Bitter Winter un abad de uno de los templos saqueados.
A pesar de que no está de acuerdo con lo que piensa el Gobierno del maestro Chin Kung, tuvo que destruir sus publicaciones. «No hay nada malo en estos libros, y los mismos no contienen comentarios revolucionarios. Si no hubiera obedecido, podría haber sido sancionado y mi templo hubiera sido clausurado», afirmó el abad.
Un maestro budista procedente de la ciudad de Jiujiang, en la provincia suroriental de Jiangxi, cree que el Gobierno ha estado destruyendo los libros del maestro Chin Kung principalmente para salvaguardar su régimen, ya que el mismo es ampliamente reconocido.
Otras publicaciones budistas que el Estado no aprueba o que no tienen un número de publicación emitido por el Gobierno también son eliminadas de los templos budistas.
El 9 de mayo, la Asociación Budista de la ciudad de Zibo, en la provincia oriental de Shandong, le ordenó al director de un templo budista local que eliminara todos los materiales publicados sin número de publicación y los que habían sido impresos sin autorización. «Si en el templo llegara a quedar un solo ‘libro ilegal’, sería severamente sancionado. El templo también podría ser clausurado y todos los monjes expulsados» se lamentó el director.
El 11 de mayo, la Agencia de Asuntos Religiosos de la ciudad de Binzhou de Shandong le exigió al director de una sala budista local que le entregara todos los libros que no tuvieran números de publicación. El mismo le explicó a Bitter Winter que debido a que en China una gran cantidad de libros budistas no tienen números de publicación, muchos de ellos tuvieron que ser entregados a la Agencia. Según el director, la situación de los budistas en China es desastrosa, como durante la Revolución Cultural, cuando el PCCh destruía estatuas religiosas y quemaba libros.
En el mes de mayo, una biblioteca budista emplazada en la provincia nororiental de Jilin fue despojada de los libros que habían sido publicados en el extranjero y de los relacionados con Chin Kung, así como también con otros maestros budistas tales como el maestro Hueiliu y el maestro Cheng Yen. En su lugar se exhibieron publicaciones sobre la cultura tradicional china, tales como Los estándares para ser un buen alumno y niño (Di Zi Gui en chino, un antiguo manual basado en las enseñanzas del filósofo más influyente de China, Confucio) y libros de otros filósofos confucianos tales como Mencio.
“Los funcionarios de la Agencia de Cultura vinieron a la biblioteca en dos oportunidades y los de la Agencia de Asuntos Religiosos en una. Nos exigieron que destruyéramos los libros nosotros mismos o que los vendiéramos como si estuvieran fallados”, le dijo a Bitter Winter un budista que trabaja en la biblioteca. «En medio de los disturbios acaecidos en Hong Kong, se ordenó que todos los libros procedentes de condados extranjeros, incluidos Hong Kong y Taiwán, fueran retirados de la biblioteca».
Las autoridades también obligaron a la biblioteca a quitar su letrero, el cual decía «Biblioteca budista» y reemplazarlo por uno nuevo que no tuviera ninguna relación con el budismo. En el interior de la misma se colocaron carteles con los discursos de Xi Jinping y una foto de Zhou Enlai, el primer primer ministro de la República Popular China.