En China, a fin de frenar la propagación del virus se prohibieron las reuniones masivas. Pero la restricción no parecería aplicarse a los eventos organizados para adorar al presidente Mao.
por Li Guang
El 25 de enero, un miembro de la Iglesia de Sheng’ai, una iglesia de las Tres Autonomías aprobada por el Estado emplazada en la provincia central de Henán, de más de 90 años, viajó varias millas para asistir a un servicio en el distrito de Liangyuan de la ciudad de Shangqiu, solo para encontrar la iglesia cerrada. Una notificación colocada en la puerta decía: «A fin de evitar la propagación de la epidemia se han prohibido todas las actividades religiosas». A causa de ello, más de 100 miembros de la congregación tuvieron que dispersarse.
Todos los lugares de culto existentes en la ciudad fueron cerrados ese día, ya que las autoridades estaban tomando medidas tendientes a frenar la propagación del coronavirus. A fin de implementarlas, el Gobierno local envió personal para que hiciera guardia fuera de las iglesias y templos e instaló nuevas cerraduras, quedándose con las llaves, para evitar el ingreso a los mismos. Los funcionarios amenazaron a los directores y a los miembros del clero con descalificarlos y quitarles los certificados de registro de actividad religiosa si alguien desobedecía las órdenes.
Cancelar eventos y asambleas como una medida preventiva fue algo sensato en esta situación. Pero se permitió la celebración de algunas reuniones masivas, sin tener en cuenta los peligros para sus participantes. A las 8 de la mañana del 25 de enero se pusieron en marcha representaciones y actividades de celebración fuera de la sala conmemorativa en homenaje a Mao Zedong emplazada en el poblado de Gaoxin, administrado por el distrito de Suiyang, en Shangqiu. Asistieron más de 200 personas. Numerosos participantes ingresaron a la misma para quemar incienso y se arrodillaron para adorar al presidente Mao. Una patrulla se detuvo cerca en algún momento, pero los agentes ni siquiera se bajaron y se marcharon luego de un rato. Las actividades continuaron hasta las 11 de la mañana.
«Parece que la policía no quiere ofender a Mao Zedong», comentó con ironía un hombre de mediana edad que observaba el sitio desde la distancia.
Video: El 25 de enero, una multitud se congregó frente a la sala conmemorativa en homenaje a Mao Zedong.
Todo lo relacionado con los líderes del país, pasados y presentes, recibe un trato preferencial en China. Incluso los lugares de culto. Tal y como Bitter Winter ha informado repetidamente, numerosos templos que instalan estatuas o retratos de Mao Zedong y Xi Jinping logran evitar represiones y demoliciones. Incluso los lugares de culto sin licencia que adoran a Mao Zedong están prosperando.
«El Gobierno le está diciendo al pueblo que siguiendo al maoísmo y al marxismo pueden protegerse de la epidemia», afirmó una mujer fuera de la sala conmemorativa en homenaje a Mao Zedong. «Los lugares que adoran a Mao Zedong ciertamente no deben ser perturbados».
El comentario de la mujer, a pesar de que parecía una broma en ese momento, no está alejado de la verdad. Dado que el régimen fue criticado por el mal manejo de la epidemia tanto por su pueblo como por la comunidad internacional, el Partido Comunista Chino (PCCh) ha intensificado los esfuerzos propagandísticos. En lo que respecta al mundo exterior, instruyó a sus embajadas para que «planteen dudas» en la opinión pública de que el COVID-19 se haya originado en China, llamándolo «virus italiano» o «japonés». En lo que respecta a la audiencia nacional, llenó internet y los medios de comunicación con textos tales como: «Aprovecha al máximo el poder del maoísmo para superar la epidemia» y «Cree en el marxismo, el poder endógeno para superar la epidemia de coronavirus». Muchos chinos se ríen de ellos, creyendo que dicha propaganda aumenta la ira y la frustración que sienten hacia el Gobierno, quien no pierde una sola oportunidad de demostrar su superioridad y las «ventajas del socialismo chino», incluso mientras ve morir a su pueblo.