La provincia suroriental de China continúa intensificando las medidas de persecución religiosa tras haberse levantado las medidas de confinamiento por el coronavirus.
by Wang Yong
Los sitios de reunión de la antigua Iglesia Local (Laodifangjiaohui, 老地方教會) —congregaciones cristianas no registradas que siguen las enseñanzas del ministro chino Watchman Nee (1903-1972)— estuvieron entre muchas otras víctimas de la persecución religiosa que ha llevado a cabo China en los últimos meses. Más de 40 iglesias fueron reprimidas en cuatro ciudades de la provincia suroriental de Jiangxi: Shangrao, Jingde, Yichun y Fuzhou. Algunas fueron demolidas, mientras que otras fueron cerradas o readaptadas por el Gobierno.
Al menos 28 sitios de reunión sufrieron represión en los distritos de Guangfeng y Guangxin y el condado de Yugan de la ciudad de Shangrao. Un empleado del Gobierno local reveló a Bitter Winter que el Partido Comunista Chino (PCCh) está combatiendo el cristianismo por el “territorio ideológico y el corazón de las personas” en las áreas rurales y desea limitar su desarrollo. Para alcanzar esta meta, el Gobierno municipal exige que las localidades que están bajo su jurisdicción fortalezcan su propaganda atea, demuelan lugares de adoración no registrados y “sinifiquen” de forma intensiva los sitios de reunión operados por el Estado.
El 27 de abril, mientras funcionarios del Gobierno local supervisaban la demolición de un sitio de reunión de la antigua Iglesia Local en el distrito de Guangxin, advirtieron a su congregación que “creer en Jesús es creer en un dios extranjero”. Y “ya que el coronavirus fue traído a China desde el extranjero, creer en Jesús significa estar contra el Partido”.
“Si los creyentes protestaban contra la demolición, serían etiquetados como elementos reaccionarios”, dijo con impotencia un creyente de la localidad. “¡El Partido Comunista es verdaderamente irracional!”.
En la mañana del 22 de mayo, una iglesia de la antigua Iglesia Local del poblado de Hengshan del distrito de Guangfeng fue desalojada por órdenes del Gobierno local. Confiscaron sus sillas y mesas. Por la tarde, sin que la congregación se diera cuenta, los funcionarios llevaron una grúa para quitar la cruz de la iglesia.
A finales de abril, le quitaron la cruz a otro sitio de reunión de la antigua Iglesia Local en el poblado de Shatian del distrito, además de los diez mandamientos y otros símbolos religiosos. “El Gobierno es como una piedra, y nosotros somos como un huevo: ¡no podemos derrotarlo!”, dijo a Bitter Winter un predicador de la iglesia.
Desde que se relajaron las medidas de la cuarentena, las autoridades en toda Jiangxi intensificaron las represiones sobre las iglesias cristianas, incluyendo las administradas por el Estado. En los últimos meses se quitaron las cruces de, al menos, 26 iglesias de las Tres Autonomías en Duchang, un condado en la ciudad de Jiujiang. Del 18 al 30 de abril, 48 sitios de reunión de las Tres Autonomías fueron cerradas en el condado de Yugan de Shangrao.
El 12 de mayo, un sitio de reunión de la antigua Iglesia Local en el condado de Yugan fue readaptado para convertirlo en un centro de actividades para adultos mayores. Un miembro de la congregación recordó que el Gobierno organizó que las personas subieran por la pared del patio de la iglesia para que quitaran su cruz. Posteriormente utilizaron palas para quitar el letrero del sitio de reunión.
Un funcionario oficial reveló a Bitter Winter que el Gobierno está eliminando ahora a las iglesias no registradas y que las iglesias de las Tres Autonomías aprobadas por el Estado pronto serán también blanco de eliminación.
El 17 de mayo, siete oficiales de policía y funcionarios de la villa allanaron un sitio de reunión de la antigua Iglesia Local en Taqian, un poblado en la ciudad de Leping. Destruyeron versos bíblicos y tiraron símbolos religiosos de las paredes y los quemaron y destrozaron la caja de donativos de la iglesia.
Un miembro de la congregación dijo a Bitter Winter que el Gobierno local presionó a la iglesia para que se registrara con el Estado o, de lo contrario, a la congregación no se le permitiría llevar a cabo reuniones. Incluso, podrían ser arrestados o el sitio de reunión podría ser destruido. “No nos registraremos”, explicó el creyente. “Si cedemos, el Gobierno nos controlará y nos forzará a izar la bandera nacional y a cantar el himno nacional. Eso significa creer en el Partido Comunista y no en Dios. Sin embargo, no podemos organizar reuniones a menos que nos registremos. Al hacerlo, el Gobierno tiene el propósito de eliminar nuestra fe”.