Misioneros japoneses y surcoreanos fueron deportados de China el 17 de mayo pasado y se les prohibió entrar al país en los próximos cinco años. Antes de la deportación, estuvieron detenidos durante quince días.
Durante la noche del 2 de mayo de 2018, policías del Buró de Seguridad Pública de la ciudad de Datong, provincia de Shanxi, entraron por la fuerza a la casa de Wang Yue y de su esposo, misioneros de Corea del Sur, y los arrestaron. Posteriormente, la policía utilizó datos de los teléfonos de la pareja y detuvo también a una misionera japonesa, Linna, y a su esposo, quienes se encontraban en la comunidad de Kaideshijia. Días después, la pareja surcoreana se enteró de que la policía del Partido Comunista de China (PCCh) los había estado vigilando desde hacía algún tiempo: los habían estado siguiendo y tenían intervenidos sus teléfonos. La policía detuvo a ambas parejas durante quince días.
Según declaraciones de miembros de su iglesia, las dos parejas solicitaron ir a China como misioneros de forma voluntaria. Tienen estilos de vida simples y modestos, se preocupan por sus hermanos y hermanas y están comprometidos con su misión de difundir el evangelio. La deportación de estos misioneros y el hecho de que hayan sido etiquetados por el gobierno del PCCh como “perturbadores del orden público” ha molestado mucho a los cristianos locales. Hace poco, un miembro de la iglesia señaló que el número de misioneros extranjeros deportados ha aumentado, limitando así las relaciones entre las iglesias extranjeras y las nacionales. Explicó que, desde que Xi Jinping asumió el cargo, los esfuerzos de las autoridades por alcanzar la “sinización del cristianismo” (adaptarlo a las necesidades socialistas) se han vuelto especialmente evidentes y los cristianos extranjeros son vistos por el PCCh como obstáculos para lograr este objetivo. Xi Jinping ha convertido la erradicación de todos los misioneros extranjeros en uno de sus objetivos políticos.
Miembros de la iglesia también revelaron que, tras la entrada en vigor del nuevo Reglamento sobre Asuntos Religiosos el 1 de febrero de 2018, la iglesia de la misionera Linna en Japón se dio cuenta de que el PCCh se esforzaría cada vez más en perseguir a las religiones y por eso le pidió a todos los misioneros de su iglesia en China que abandonaran el país. La hermana mayor de Linna, Aimin, y su cuñado, Gao Xiang, también estaban en China como misioneros en ese momento y, después de recibir la noticia, abandonaron la ciudad de Datong y viajaron a Japón por separado a principios de marzo y abril. Otros dos misioneros de Taiwán se marcharon poco después. Linna, Wang Yue y sus maridos fueron los únicos reacios a dejar a sus correligionarios en China; sin embargo, al final, fueron expulsados por el partido de gobierno y se les prohibió regresar a China en los próximos cinco años.
Informado por Feng Gang