A pesar de haber acabado oficialmente con la «reeducación por medio del trabajo» hace cinco años, Sinkiang está reactivando los campamentos de trabajo. Y el Partido está cosechando los beneficios.
Existe una creciente evidencia de que los musulmanes detenidos en campamentos de transformación por medio de educación son obligados a realizar trabajos manuales. “El sistema laojiao o de ‘reeducación por medio del trabajo’, el cual fue abolido por el Partido Comunista Chino (PCCh) en el año 2013, está regresando: en la práctica, aunque ya no con el mismo nombre. La denominación ‘campamentos de transformación por medio de educación’ ha reemplazado a ‘campamentos de reeducación por medio del trabajo’, pero esto no significa que los reclusos ya no estén obligados a trabajar».
Recientemente, el trabajo forzoso al que están siendo sometidos los detenidos musulmanes en la Región Autónoma Uigur de Sinkiang ha atraído nuevamente la atención de la comunidad internacional.
En diciembre de 2018, el New York Times informó, «La evolución de los campamentos de Sinkiang se hace eco del sistema chino de ‘reeducación por medio del trabajo’, en el cual los ciudadanos eran enviados a realizar trabajos forzosos durante años, sin un juicio apropiado. China abolió la ‘reeducación por medio del trabajo’ hace cinco años, pero por lo que parece, Sinkiang está creando una nueva versión».
Bitter Winter ha recibido informes que detallan el trabajo forzoso y las condiciones de vida que deben soportar los detenidos.
Una mujer uigur quien habla bajo el seudónimo de Melike, procedente de la prefectura de Tacheng, en Sinkiang, le dijo a Bitter Winter que su esposo fue enviado a un campamento durante seis meses por haber leído las Sagradas Escrituras. Luego de ese período de tiempo, fue condenado a otros cinco años de prisión, incluida la obligación de realizar trabajo forzado.
Melike afirma: “Las condiciones de vida en el campamento son precarias. Diecisiete o dieciocho personas viven en una habitación que mide aproximadamente 500 pies cuadrados, incluido el baño. La habitación tiene un olor nauseabundo y está sucia. No comen ni duermen bien. Durante el día, mi esposo se ve obligado a estudiar y a recitar políticas y regulaciones, y también lo obligan a realizar trabajo no remunerado. Se le ha asignado hacer pan naan. Otros musulmanes han sido enviados a trabajar a una fábrica de calcetines».
En octubre de 2018, Melike y otros familiares de detenidos fueron amenazados por funcionarios gubernamentales que les dijeron que, si sus familiares en el campamento cumplían con las políticas gubernamentales, y el Gobierno consideraba que habían sido adecuadamente «transformados», entonces podrían irse a casa luego de cumplir su sentencia «Deben respaldar la labor gubernamental», dijeron los funcionarios. «Si no están de acuerdo con las decisiones tomadas por el Gobierno y realizan declaraciones en contra del mismo, entonces el tiempo de ‘estudio’ de sus familiares será ampliado».
Melike afirmó con desesperación: «Todavía no se sabe si mi esposo será liberado en cinco años. Tendrá que someterse a una ‘reforma por medio del trabajo’ que durará un plazo de cinco años o incluso más».
Las preocupaciones de Melike no son infundadas. La «reforma por medio del trabajo» o los campamentos laogai forman parte del sistema carcelario chino, donde los tribunales de justicia envían a los hallados culpables de diferentes delitos. La creciente evidencia procedente de Sinkiang sugiere que los campamentos de transformación por medio de educación actualmente incluyen características propias de los campamentos laogai, excepto que no solo los culpables de actividades criminales son condenados a trabajo forzoso: pertenecer a un grupo étnico o ser una persona religiosa es crimen suficiente como para ser «transformado” por medio del trabajo.
Bitter Winter recibió confirmación de esta tendencia por parte de un guardia carcelario encargado de supervisar a detenidos musulmanes en la provincia sureña de Sinkiang. El guardia afirmó lo siguiente: «Los musulmanes que actualmente se encuentran recluidos en prisiones no serán liberados incluso luego de cumplir sus sentencias. En lugar de ello, serán transferidos a un campamento de transformación por medio de educación para continuar siendo sometidos a ‘reformas por medio del trabajo’ durante al menos cinco años. Dentro de los campamentos, existen fábricas en las cuales los musulmanes son obligados a realizar trabajos manuales. Luego de trabajar arduamente durante cinco años, solo serán liberados si el Gobierno considera que han sido adecuadamente ‘reformados’. De lo contrario, permanecerán detenidos por tiempo indefinido».
El guardia carcelario continuó afirmando sin rodeos: “En realidad, el Gobierno aprovecha este enfoque para utilizar a los musulmanes de Sinkiang como herramientas gratuitas y sumamente lucrativas, ideales para generar altas ganancias a favor del Partido Comunista Chino (PCCh). No importa cuán arduamente trabajen dichos musulmanes, los mismos no recibirán ninguna oportunidad de conmutación de sus condenas. Muchos de ellos probablemente permanecerán encarcelados de por vida».
Parece que el sistema consistente en obligar a los detenidos a realizar trabajos no remunerados durante un extenso período de tiempo se extenderá por todo Sinkiang. No hace mucho, Bitter Winter expuso un enorme campamento de transformación por medio de educación emplazado en el condado de Huocheng, bajo la administración de la Prefectura Autónoma Kazaja de Ilí, en Sinkiang. Al lado del campamento se encuentra situada una base de producción a gran escala que contiene nueve edificios de fábricas, entre los que se incluye una fábrica de ropa, una fábrica de artículos electrónicos y una fábrica de procesamiento de alimentos. Según un obrero de la planta de producción, los «estudiantes» detenidos en los campamentos serán enviados a las fábricas para trabajar en ellas.
Además de construir grandes instalaciones de producción cerca de los campamentos, las autoridades también han introducido algunas empresas privadas en el sistema de campamentos de transformación por medio de educación, a fin de brindarles a los detenidos uigures capacitación en tecnología de producción.
El Sr. Shen (seudónimo) ha operado una fábrica de ropa en Sinkiang durante varios años. Para asegurarse de que su fábrica continúe funcionando, ha decidido trabajar en estrecha colaboración con el Gobierno. Trasladó su taller de producción al sótano de un pequeño y secreto campamento de transformación por medio de educación, donde el Gobierno local ha enviado a algunas mujeres uigures detenidas. La más joven solo tiene 17 años. Los empleados del Sr. Shen en la fábrica de ropa son responsables de brindarles capacitación técnica a las prisioneras.
El Sr. Shen se quejó diciendo: «Durante los primeros tres meses, ellas [las prisioneras] no podían realizar ningún tipo de trabajo productivo. En los siguientes tres meses, solo podían realizar un poco de trabajo. El dinero obtenido gracias a su trabajo no es suficiente para pagar los salarios de mis trabajadores encargados de capacitarlas. Luego de que finalice el período de entrenamiento de seis meses, estas mujeres uigures serán transferidas a un campamento de transformación por medio de educación emplazado en otra región, convirtiéndolas en máquinas que trabajan de forma gratuita para el Gobierno». El Sr. Shen afirmó que las autoridades están promoviendo este modelo de negocio también en otros lugares.
Ilshat Hassan, presidente de la Asociación Americana Uigur (AAU), con sede en Estados Unidos, había llamado la atención sobre el regreso del trabajo forzoso en China. «Este tipo de sistema [trabajo forzado] nunca ha desaparecido», afirmó. “Actualmente, está siendo masivamente extendido. Todos piensan que está reapareciendo».
Información de Li Zaili