Una coalición conformada por varias religiones y organizaciones de derechos humanos intenta concienciar y abogar por que Estados Unidos endurezca su política hacia China. Los líderes estadounidenses han expresado su apoyo.
Paul Prososki
El 4 de marzo, en el Capitolio de Estados Unidos en Washington, se dio a conocer una nueva coalición conformada con el objetivo de mostrar la intensa persecución religiosa en China. El evento reunió a representantes de diferentes religiones que contaron sus historias de vigilancia, detenciones, abusos y torturas. Entre los oradores destacaron musulmanes, cristianos, budistas y seguidores del Falun Gong. El grupo exigió acciones de los Departamentos de Estado, del Tesoro y Comercio de los Estados Unidos para desalentar y castigar las violaciones de derechos humanos en China. Llamó la atención de funcionarios de alto rango del Gobierno de los EE. UU. centrados en los derechos humanos y la libertad religiosa.
La Coalición para Promover la Libertad Religiosa en China (CARFC, por sus siglas en inglés) es un grupo multiconfesional compuesto por más de una docena de organizaciones religiosas y de derechos humanos, tales como ChinaAid, Proyecto por los Derechos Humanos del Pueblo Uigur, el Falun Gong, la Iglesia de Dios Todopoderoso y la Campaña Internacional para el Tíbet. Fue organizada por la Mesa Redonda Internacional para la Libertad Religiosa (IRFR, por sus siglas en inglés).
Greg Mitchell, copresidente de la IRFR, abrió la conferencia de prensa anunciando la conformación de la Coalición. Mitchell enumeró los objetivos que el grupo se había fijado para ese día: dar a conocer la conformación de la Coalición, informar a los responsables de las políticas de Washington y al público en general sobre la intensa persecución religiosa en China y el deterioro de la situación y exigir que China acate los principios consagrados en su propia constitución que garantizan la libertad religiosa, así como las obligaciones internacionales suscritas por China para garantizar la libertad religiosa.
Líderes demócratas y republicanos del gobierno estadounidense hablan sobre la necesidad de endurecer las políticas oficiales contra China
A continuación, tomaron la palabra algunos de los principales responsables de las políticas estadounidenses. Sam Brownback, Embajador para la Libertad Religiosa del Departamento de Estado de los Estados Unidos, habló en nombre del Gobierno de Donald Trump. El embajador Brownback hizo hincapié en la profunda preocupación del Gobierno de los Estados Unidos y dijo que la persecución no se limitaba a un grupo, ni a unos pocos, sino que se trataba de una persecución generalizada. Señaló que, de hecho, la persecución había aumentado desde que la responsabilidad de controlar a las religiones había pasado directamente al Partido Comunista Chino (PCCh). Afirmó que el trato que China da a los religiosos constituye una violación a la dignidad humana y le solicitó a China que respetase la Carta de las Naciones Unidas y su propia constitución, para respetar los derechos de las personas de todas las religiones.
A continuación, tomó la palabra el congresista Jim McGovern, quien es copresidente de la Comisión de Derechos Humanos Tom Lantos, un organismo oficial del Congreso de los Estados Unidos encargado de velar por los derechos humanos en todo el mundo. Además, es miembro del Comité Ejecutivo sobre China del Congreso. McGovern declaró que las “tácticas policiales estatales” utilizadas por China para acabar con la religión son un signo de debilidad y temor por parte del Gobierno chino. También enfatizó la necesidad de involucrar al sector privado para presionar a China para que cambie sus políticas. Las compañías occidentales, dijo, no deberían tener permitido ofrecer tecnología y materiales que faciliten la persecución religiosa, o comprar productos de empresas chinas que participan en la persecución religiosa (como las compañías que producen bienes hechos por personas encarceladas). Abogó por “ideas novedosas y creativas” que permitiesen dar con fórmulas para presionar a China y apoyar a las personas perseguidas.
El excongresista Frank Wolf, quien dio su nombre a la Ley Internacional de Libertad Religiosa Frank Wolf, y quien sigue participando activamente en estos temas, pronunció un apasionado discurso pidiendo a la coalición que tomara medidas. Comparó la situación actual de los creyentes en China con la era de Mao Zedong y la Revolución Cultural, y enumeró muchos de los abusos que se están cometiendo en la actualidad, incluida la eliminación de la Iglesia Católica Clandestina y los 130 monjes tibetanos que se rociaron con querosén y se prendieron fuego para protestar por el maltrato recibido.
El congresista Wolf planteó un punto muy interesante sobre los cerca de 100 Institutos Confucio activos en los campus universitarios de Estados Unidos. Estos institutos son centros “educativos” ubicados en campus universitarios que ofrecen cursos de lengua y cultura china a los estudiantes. El problema es que los centros están bajo el control del Ministerio de Educación chino de Pekín, y muchos los consideran herramientas de propaganda y espionaje en importantes instituciones de Estados Unidos. El congresista Wolf retó a cada Instituto Confucio a invitar a un sacerdote católico, un ministro protestante, un monje tibetano, un imán musulmán y un seguidor del Falun Gong para hablar sobre sus eventos y sus correligionarios en China. Según el congresista, el Instituto Confucio que no atienda el llamado, debería cerrarse.
El congresista Chris Smith fue quien reservó la sala en el Capitolio para el evento y tenía la intención de pronunciarse, pero no pudo asistir. Sin embargo, la participación activa del Gobierno de Trump y de los líderes de ambos partidos en el Congreso demuestra el amplio consenso bipartidista sobre la inadmisible naturaleza de la persecución religiosa en China.
Durante una sesión de preguntas y respuestas que siguió a los comentarios, el embajador Brownback y el congresista McGovern destacaron la necesidad de acciones legislativas y ejecutivas. McGovern habló, por ejemplo, de la Ley de Acceso Recíproco al Tíbet, que permitiría rechazar las solicitudes de visas para viajar a Estados Unidos a todos los funcionarios chinos que impidan el viaje de funcionarios estadounidenses al Tíbet. McGovern también hizo hincapié en la necesidad de aplicar la Ley Global Magnitsky, que incluye sanciones individuales para funcionarios culpables de violaciones de derechos humanos, a los funcionarios en China. El embajador Brownback explicó que, aunque aún no se ha tomado ninguna medida en relación con las sanciones de la Ley Magnitsky, es una opción que está sobre la mesa. Brownback también dijo que les había solicitado a las autoridades chinas en la sede de Naciones Unidas en Nueva York que ayudasen a localizar a prisioneros uigures y a otros prisioneros musulmanes en campamentos de transformación por medio de educación. Brownback comentó que todas las semanas recibe cartas de familias que sufren y piden ayuda, pero los funcionarios chinos se han negado a responder a sus peticiones.
La Coalición anuncia que impulsará medidas ejecutivas en dos áreas específicas para presionar a China
Después de que los funcionarios estadounidenses hablaran, la Coalición presentó sus dos primeras acciones conjuntas:
- Louisa Coan Greve, del Proyecto por los Derechos Humanos del pueblo Uigur, presentó una carta de la Coalición en la que se le solicita al Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, y al Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Steve Mnuchin, que impongan sanciones a los funcionarios chinos culpables de violaciones de derechos humanos.
- Lianchao Han, de Iniciativas de Poder Ciudadanas para China (Citizen Power Initiatives for China), presentó otra carta de la Coalición dirigida al Secretario de Comercio de los Estados Unidos, Wilbur Ross, solicitándole que garantice que las compañías estadounidenses no le proporcionen tecnología u otro tipo de asistencia a China para que controle o detenga a creyentes en China.
Representantes de creyentes perseguidos comparten sus experiencias personales de represión y tortura
Diversos grupos religiosos se encargaron de cerrar la conferencia de prensa describiendo su sufrimiento y la persecución actual en China. Representantes de La Iglesia de Dios Todopoderoso, ChinaAid (cristiana), Campaña Internacional por el Tíbet (budista), Proyecto por los Derechos Humanos del pueblo Uigur y Red de Empresarios Uigures (musulmanas), y la Asociación del Falun Gong de Washington (Falun Gong) compartieron sus experiencias. Las historias fueron muy personales y dieron cuenta de primera mano de la vida cotidiana en China.
Yu Ming, un seguidor del Falun Gong que acababa de escapar de China, contó una historia aterradora. Sean Lin, representante de la Asociación del Falun Dafa, presentó al Sr. Yu y le sirvió de intérprete. El Sr. Yu contó que fue detenido en el año 2013, por venganza, por haber ayudado a otro creyente a escaparse mientras era custodiado por el PCCh. Fue sentenciado a cuatro años de prisión y explicó que lo desnudaban a menudo y lo torturaban con una picana eléctrica de 300 000 voltios, lo encadenaban a sillas y puertas en posiciones que causaban mucho dolor durante semanas, lo alimentaban por la fuerza, llegaron a drogarlo e incluso lo ataron a un dispositivo llamado “lecho de muerte”: le ataron los brazos y las piernas a las cuatro esquinas de una cama durante un mes. Al ser liberado, puso en peligro su vida investigando en hospitales, tomando fotografías y grabando videos de la extracción de órganos de prisioneros. Hizo un apunte escalofriante al referirse como “banco de órganos de seres vivos” al sistema de prisiones en China.
Una joven llamada Kunrui Li, perteneciente a La Iglesia de Dios Todopoderoso, habló sobre el inmenso trauma que causa ser un agente de policía encargado de acabar con la religión, cuando en secreto formaba parte de un grupo prohibido. Contó que se graduó en la academia de policía en 2008 y luego fue testigo de las llamadas “campañas antiterroristas” contra los musulmanes, que incluían cuotas de detenciones determinadas por los superiores. En 2012 se unió en secreto a La Iglesia de Dios Todopoderoso y pronto fue testigo de la forma en la que sus compañeros de fe fueron arrestados, detenidos y torturados en hoteles de su región. Describió cómo se sintió cuando algunos de sus compañeros eran torturados a pocos metros de su escritorio en la comisaría. Se disfrazaba para asistir a las reuniones de la iglesia, pero pronto se encontró bajo sospecha. Por fortuna, estaba a punto de casarse y tenía boletos de avión a América para la luna de miel. Se fue sola, en secreto, sin contarle nada a su prometido ni a su madre. Nunca regresó. Todavía tiene pesadillas, sueña que la detienen por sus creencias religiosas.
Tracy Jiao también contó su historia. Había trabajado como maestra y se unió a la Iglesia de Dios Todopoderoso en 2001. Asistió a una reunión religiosa en Hong Kong y eso bastó para que la incluyesen en la lista de vigilancia del PCCh. Como sabía que estaban a punto de detenerla, la Sra. Jiao pasó a la clandestinidad y vivió así durante cuatro años. Finalmente logró obtener documentos falsos que le permitieron escapar a Estados Unidos en 2016. Terminó su relato hablando de su madre, a quien tuvo que dejar en China. Tras su marcha, se enteró de que le habían diagnosticado cáncer, no tiene quien la cuide y es muy probable que no pueda volver a verla. La Sra. Jiao dijo que el Partido Comunista Chino destruyó a su familia y la convirtió en una fugitiva.
En la conferencia de prensa, también participaron dos hombres musulmanes uigures. Omer Kanat, de Proyecto por los Derechos Humanos del Pueblo Uigur, declaró que era el “momento de actuar” con relación a la libertad religiosa en China y que los gobiernos, empresas y universidades debían preguntarse si era legítimo trabajar con China en “este momento histórico sinigual”. Puso como ejemplo la historia de una joven madre musulmana con un niño de un año que fue detenida por acusaciones de “terrorismo” y obligada a renunciar al islam y a repetir lemas ateos y procomunistas todos los días, tales como “sólo confiaré en Xi Jinping y en el Partido” y “Dios no existe”.
Un compañero uigur del Sr. Kanat, Kuzzat Altay, de la Red de Empresarios Uigures, habló sobre su padre encarcelado. El Sr. Altay recibió un mensaje de WeChat de su padre un día que decía simplemente: “Me están deteniendo”. No ha vuelto a ver a su padre desde entonces. Teme que su padre esté muerto, porque tenía problemas de salud. La hermana de 70 años de su padre fue detenida poco antes y murió bajo custodia. El Sr. Altay explicó que no tenía ningún sentido hablar, como lo hace el Gobierno chino, de “educación vocacional” para los detenidos: su padre era un hombre mayor, con prósperos negocios que claramente no necesitaba capacitación vocacional. Citó como ejemplo a otros detenidos, entre ellos a dos directores universitarios con doctorados. ¿Cómo podrían necesitar formación profesional? Otro amigo suyo, un joven atleta, fue trasladado a un hospital para pruebas de ADN y luego desapareció. Teme que a su amigo se lo hubiesen llevado para extraerle órganos. También explicó que muchos miembros del Partido están buscando esposas, porque la política de un solo hijo de China ha dejado un enorme desequilibrio entre hombres y mujeres en edad de casarse. Comentó que algunos miembros del Partido simplemente “se adueñan” de mujeres uigures. Otras uigures se ofrecen a casarse con chinos de etnia han miembros del Partido a cambio de que les garanticen que dejaran en paz a sus familias.
Bob Fu, un cristiano de ChinaAid, habló de su entusiasmo por el hecho de que los diferentes grupos étnicos y religiosos estuvieran finalmente unidos. Explicó que, si bien no pueden ocultar sus diferencias, todos deben darse cuenta de que, si un grupo no es libre, ninguno lo será. Tras analizar el aumento de las detenciones, sentencias de prisión e incidentes de tortura, el Sr. Fu se centró en el tema de la “sinización” forzosa, la política de hacer religiones con características chinas aprobadas por el PCCh. Dijo que las Iglesias protestantes en China se ven obligadas a colgar fotos de Xi y Mao en lugares de honor. Incluso explicó que están obligando a cantar el himno cristiano, “Qué grande eres”, dedicado a Dios, como “Qué grande eres, presidente Xi”. Informó que los cristianos están recibiendo penas de prisión de entre 4 y 13 años simplemente por tener copias de libros como El progreso del peregrino e Institutos de la religión cristiana de Juan Calvino.
Finalmente, Bhuchung Tsering, de la Campaña Internacional por el Tíbet, habló sobre la persecución de los budistas. Explicó que varios tibetanos se prendieron fuego por “las heridas de tres generaciones”. Contó que los tibetanos sufrieron, primero, en la década de 1930, antes de que los comunistas llegaran al poder en China; posteriormente, durante la Segunda Guerra Mundial y la Gran Marcha y, de nuevo, en la década de 1950-1960, con la Revolución Cultural. Además, enumeró las actuales restricciones impuestas a los estudios budistas y tibetanos en China. Muchos tibetanos viven fuera de la Región Autónoma del Tíbet, pero, para la cultura tibetana, es vital que las personas puedan estudiar en varios monasterios, independientemente de las fronteras políticas arbitrarias existentes. Por desgracia, hoy en día en China, los estudiantes sólo pueden estudiar en los distritos que les correspondan según su residencia. El Sr. Bhuchung concluyó su intervención solicitándole a América y a Occidente, en general, que aplicasen estándares de reciprocidad en relación con el tema de los derechos humanos, y no sólo en el ámbito comercial, mientras continuaban las negociaciones en curso con China. Iniciativas Ciudadanas para China, una respetada ONG que aboga por los derechos humanos en China, también fue presentada como parte de la Coalición.
Optimismo frente a la brutal persecución
A pesar de las tristes historias compartidas y el sufrimiento diario de los creyentes en China, la atmósfera de la conferencia de prensa fue francamente optimista. Los participantes se sentían esperanzados por la formación de una Coalición tan amplia para luchar por los derechos religiosos y por el hecho de que los responsables de la formulación de políticas de los Estados Unidos también participaran. La Coalición tiene objetivos específicos que alcanzar: concienciar a más personas sobre el sufrimiento en China y presionar a los responsables de la formulación de políticas para que tomen medidas específicas en términos de sanciones y presión. Los miembros de la Coalición para Promover la Libertad Religiosa en China demostraron que están listos para “llevar el asunto al siguiente nivel”, como anunciaron muchos participantes desde el escenario, en su lucha por el cambio en China.