Al detener las aprobaciones para las casas de culto, que son requeridas por el Gobierno chino, se están cerrando más templos budistas y taoístas.
El Partido Comunista Chino (PCCh) ha cambiado de estrategia en su campaña contra la religión: comenzó a exigir permisos para poder rendir culto y luego se negó a otorgarlos.
De acuerdo con el nuevo Reglamento sobre asuntos religiosos, los centros religiosos deben obtener una aprobación y un certificado de registro del Gobierno local con antelación para poder realizar actividades religiosas, de lo contrario, serán catalogadas como ilegales y cerrados por las autoridades. Según información recibida por Bitter Winter, los funcionarios del Gobierno no están otorgando las autorizaciones para luego cerrar o demoler los centros religiosos por ser “ilegales”.
Una fuente del Gobierno local de la ciudad de Xinzheng, en la provincia central de Henán, reveló que la suspensión intencional de permisos por parte de las autoridades está relacionada con la política del PCCh de reducir drásticamente el número de centros religiosos para frenar la difusión y el crecimiento de la religión.
Un documento interno obtenido por Bitter Winter lo confirma. Se titula Tareas clave y divisiones de trabajo de la fase tres de unidades directamente bajo el gobierno del condado. Fue redactado el año pasado por las autoridades de un condado bajo la administración de la ciudad de Luoyang, en Henán, y estipula que: “Salvo por la reconstrucción de edificios demolidos y reubicados o la reconstrucción en el sitio original por razones de seguridad, se suspenden las aprobaciones de centros religiosos”.
Los Gobiernos locales de China están tomando medidas similares para suspender las actividades de los templos budistas y taoístas.
El Templo del Emperador de Jade, ubicado en el condado autónomo hui y tu de Minhe, bajo la administración de la ciudad de Haidong en la provincia de Qinghai, era un templo taoísta recientemente construido, erigido con una inversión privada de más de tres millones de yuanes (unos 445 400 dólares). El 23 de octubre de 2018, el templo fue demolido por la fuerza por parte del gobierno debido a que era una «construcción ilegal».
Según algunas fuentes, el templo estaba ubicado en un terreno del propio constructor. Cuando se construyó por primera vez, obtuvo la autorización del Gobierno local.
“Antes de que comenzara la construcción, el Gobierno del condado expresó su acuerdo. Ahora, durante la demolición, dicen que el Gobierno central no permite la construcción de templos”, indicó una fuente local. “Durante la Revolución Cultural, la persecución religiosa fue en aumento, ¿lo recuerda? Pues Xi Jinping está haciendo lo mismo ahora”, señaló.
El templo budista de Lingyan en la ciudad de Huludao, provincia de Liaoning, al noreste de China, también fue cerrado por la misma razón.
El 12 de octubre de 2018, funcionarios gubernamentales ordenaron a varios agentes que confiscaran todos los artículos budistas dentro del templo y sellaran todas las puertas y ventanas con placas de yeso. Los pilares rojos fueron pintados con pintura negra. La entrada del templo quedó completamente sellada con ladrillos.
El templo fue construido con 2.8 millones de yuanes (cerca de 417 900 dólares) en fondos recaudados en conjunto por el propietario del templo y los aldeanos locales. Antes de que el templo fuera sellado, el propietario había solicitado que las autoridades otorgaran una autorización para el templo, pero los funcionarios del Gobierno nunca lo hicieron.
Un aldeano explicó que el Gobierno ha prohibido quemar incienso y adorar a Buda, por lo que se instalaron cámaras de seguridad en el borde de la carretera que conduce al templo para castigar a cualquiera que sea sorprendido yendo al templo para rendir culto.
Esta situación no se limita a templos budistas y taoístas. Bitter Winter ya informó que muchos centros religiosos cristianos y católicos han solicitado permisos durante años. Algunos de ellos han estado solicitándolos incluso por 20 años.
Información de Wang Yichi