Los miembros de la Iglesia de Dios Todopoderoso son condenados a extensas penas de prisión y mientras se encuentran detenidos son brutalmente presionados a abandonar su fe.
por Deng Jie
“Todos los días me obligaban a sentarme completamente quieta durante ocho horas. Como consecuencia de ello, me dolían tanto los tobillos que no podía mantenerme erguida”, le dijo a Bitter Winter Sun Yuying (seudónimo), una miembro de la Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT), al comenzar a describir los tres años en los que permaneció detenida. “Tenía que bañarme con agua fría incluso en invierno. Cuando dos ‘jefes de celda’ —los líderes de los reclusos— me veían temblar, comentaban que me lo merecía porque ‘había cometido un delito’”.
El «crimen» de Sun Yuying fue el de ser miembro de la IDT, el movimiento religioso más perseguido en China, el cual en el año 1995 fue incluido en la lista de organizaciones xie jiao, siendo la misma una de las principales herramientas de persecución religiosa del Partido Comunista Chino (PCCh). El artículo 300 del Código Penal Chino establece que ser miembro activo de una organización xie jiao puede dar lugar a una pena de prisión de tres a siete años.
«Por lo menos 38 reclusos vivían en una misma celda, por lo cual tenía que pasar por encima de los que dormían o estaban sentados mientras iba al baño», afirmó la mujer mientras describía sus condiciones de vida en una casa de detención. “Nos daban a diario arroz a medio cocer, casi sin verduras. Algunos compañeros de celda no evacuaban el intestino durante diez días”.
Un mes después de haber sido detenida, Sun Yuying comenzó a experimentar un fuerte dolor en la cintura por verse obligada a dormir en el piso húmedo y bañarse con agua fría. Un médico de la casa de detención insistió en que estaba «sana» y se negó a proporcionarle medicamentos. Apenas podía dormir a causa del dolor y su condición empeoraba día a día. Una mañana temprano, 15 minutos después de comenzar su guardia, se desmayó.
Más de un año después, fue transferida a una prisión de mujeres local. Durante un examen físico, el médico de la prisión determinó que Sun Yuying tenía uno de sus discos intervertebrales desplazado 3 cm y había desarrollado un cálculo renal. Se le recetaron tres tabletas analgésicas por mes.
Para Sun Yuying, el tormento espiritual era más duro que el dolor físico. Se volvió insoportable cuando fue transferida a un bloque de celdas especial para miembros de la IDT y Falun Gong, donde se utilizaban todos los medios imaginables para obligar a estas personas a renunciar a su fe.
Cada día, los guardias de la prisión la obligaban a mirar los materiales de adoctrinamiento contra la IDT producidos por el Gobierno y cada diez días le exigían que escribiera lo que pensaba de ellos. También la presionaban constantemente para que escribiera declaraciones de confesión, garantía y arrepentimiento, lo que significaría que renunciaba a su fe. Incluso cuando regresaba a su celda, dos jefes de celda, instruidos por los guardias, se turnaban para vigilarla y adoctrinarla. Para evitar que rezara, la seguían incluso cuando iba al baño.
Cada vez que se negaba a firmar declaraciones de renuncia a su fe, los jefes de celda la golpeaban y maltrataban, privándola del sueño como castigo.
«Me sentía tan angustiada de solo pensar en las cosas que me obligaban a escribir y en las exigencias de renuncia a mi fe que comencé a pensar en el suicidio», recordó Sun Yuying. En dos ocasiones intentó estrangularse con los pantalones de su pijama, pero fue descubierta por los guardias.
Tras su liberación, Sun Yuying pasó un tiempo en un hospital para tratar su disco intervertebral, un quiste poplíteo en su rodilla izquierda y el cálculo renal. Incluso se sometió a una operación, tras la cual tuvo que pasar un tiempo en cama para poder recuperarse. El PCCh ni siquiera dejó de perseguir a la gravemente enferma mujer en ese momento. La misma recibió constantes visitas de seguimiento, por medio de las cuales era acosada y vigilada.
Sun Yuying es uno de los numerosos ancianos miembros de la IDT que son perseguidos en China.
En el invierno de 2012, una mujer de 72 años procedente de la provincia nororiental de Liaoning fue golpeada y pateada por la policía por evangelizar, sufriendo la quebradura de una de sus costillas. Permaneció detenida durante diez días, durante los cuales los oficiales de policía la obligaban a tomar baños de agua fría. En el año 2018, fue detenida e interrogada por la policía, a pesar de que apenas podía hablar debido al cáncer de pulmón que padecía. La mujer murió diez días después de ser liberada.
En el año 2015, un miembro de la IDT de 81 años procedente de la región autónoma zhuang de Guangxi, en la zona sur de China, fue detenido durante ocho meses por haber asistido a reuniones religiosas. El mismo se desmayó cuatro veces mientras permaneció detenido, pero los guardias no le prestaron atención. Más tarde fue sentenciado a un año y seis meses de prisión bajo el cargo de «utilizar una organización xie jiao para socavar la aplicación de la ley».
Durante dos años, varios funcionarios gubernamentales visitaron repetidamente el hogar de un miembro de la IDT de 78 años emplazado en la provincia oriental de Jiangsu y a menudo también lo convocaban a sus oficinas. Para evitar seguir siendo acosado, el hombre comenzó a mudarse al hogar de algún pariente o amigo cada mes. En el año 2017, fue sentenciado a tres años de prisión bajo el mismo cargo, a pesar de haber padecido un infarto cerebral y miocárdico, hipertensión y otras enfermedades.
En el plazo de diez años, un miembro de la IDT de 75 años procedente de la provincia oriental de Anhui fue arrestado en dos ocasiones a causa de sus creencias. Mientras permaneció detenido, fue frecuentemente maltratado, golpeado y obligado a realizar trabajos pesados.