Un estudio efectuado por Rian Thum muestra cómo los santuarios uigures más queridos están siendo “museificados” o destruidos.
por Massimo Introvigne
Rian Thum, de la Universidad de Nottingham, es uno de los principales expertos mundiales especializados en tradiciones y cultura uigur. El 24 de agosto publicó en la revista Made in China un crucial, aunque triste, artículo, sobre la profanación de mazārāt (mausoleos) en Sinkiang, región que los uigures prefieren llamar Turquestán Oriental.
Thum explica lo que es un mazār (plural mazārāt). La mayor parte de las veces es un santuario en homenaje a un santo, un héroe o un erudito, e incluye su tumba. Pero puede ser prácticamente cualquier cosa, incluyendo «árboles o manantiales sagrados, huellas o lugares de parada de santos, o los lugares donde desaparecieron personajes sagrados». Mientras que los mazārāt sin sepultura representan una «pequeña minoría», Thum sostiene que su existencia muestra que lo importante aquí es la sacralización del espacio. Lo visitan peregrinos, el lugar es decorado con miles de banderas, se realizan antiguos rituales y se crean otros nuevos. Un mazār es, ante todo, un espacio sagrado, y una afirmación de que lo sagrado es más poderoso que las fuerzas que intentan reprimirlo.
Es por eso que el Partido Comunista Chino (PCCh), tras haber destruido masivamente mezquitas y cementerios en Sinkiang, también está atacando a los mazārāt. Un punto central en el artículo de Thum es que los mazārāt no son destruidos porque el PCCh necesita la tierra que ocupan para otros proyectos. Algunos de ellos se encuentran ocultos entre las dunas, lejos de cualquier aldea o tierra apta para la agricultura. El PCCh destruye los mazārāt porque quiere «depurar el espacio» de la religión. Thum escribe que «la destrucción parece haber sido el punto en sí mismo, y no un sacrificio para lograr un fin económicamente valioso».
Primero se dio lo que Thum llama “museificación” de importantes mazārāt. Los mismos no fueron destruidos, sino que fueron transformados en museos donde los turistas, en su mayoría chinos de etnia han, ingresan tras haber pagado una entrada. Generalmente, las entradas son demasiado caras para los peregrinos uigures y, en cualquier caso, una visita cultural no es una peregrinación. “Los santuarios colmados de turistas chinos de etnia han, vendedores de recuerdos y guías” ya no son espacios religiosos. El PCCh parece entender que un mazār no es solo un recuerdo, sino que es continuamente recreado por la interacción entre el espacio sagrado y las peregrinaciones.
Otros mazārāt parecen haber sido simplemente destruidos, tal es el caso del mazār en homenaje al amado imán Je’firi Sadiq, situado a 75 kilómetros de la ciudad de Niya. Y existen pruebas satelitales de que incluso el mazār de Ordam Padshah, situado en el desierto a las afueras de Yengisar, ha sido demolido. Thum menciona el incendio de Notre Dame en París y comenta que, para muchos uigures, Ordam Padshah no es menos importante que Notre Dame para los franceses.
El patrón parece ser el mismo: primero se prohíben las peregrinaciones y los festivales religiosos, y luego se destruyen los mazārāt, dejando solo algunos, los cuales son “museificados” para los turistas. Thum ve aquí una nueva versión de la destrucción de la antigua ciudad de Kasgar, donde el 70% de las mezquitas han sido clausuradas, e incluso de las tradicionales viviendas uigures, tal y como se describe en un reciente estudio elaborado por Timothy Grose. El PCCh no se contenta con detener a los uigures y a los miembros de otros pueblos musulmanes túrcicos en los campamentos de transformación por medio de educación emplazados en Sinkiang, sino que además destruye y profana el espacio que alguna vez habitaron. Lo que queda, para colmo de males, se reconstruye en forma de museo, el cual debe entretener a los turistas y sustentar la falsa noticia de que la cultura ancestral está siendo preservada.
En cuanto a los uigures, los mismos son dirigidos a nuevos santuarios, o deberán atenerse a las consecuencias. Mientras se destruyen los mazārāt, el PCCh ha gastado millones de yuanes para construir en Kasgar el monumento en homenaje a Ban Chao (班超紀念公園), el cual luego se expandió al área escénica de la ciudad de Pantu (盤橐城景區). El mismo glorifica al general chino Ban Chao (班超, 32-102 d. C.), quien durante la dinastía Han Oriental pronto llegó a controlar parte del territorio de lo que actualmente es la Región Autónoma de Sinkiang. A diferencia de los mazārāt «museificados», la entrada al mismo es gratuita, y el mensaje político del PCCh, a pesar de ser históricamente falso, es claro: Sinkiang siempre ha sido, y siempre será, parte de China.