Los presos religiosos son puestos a trabajar fabricando ropa o aparatos electrónicos en condiciones inhumanas: los días laborales tienen 12 horas, se les niegan alimentos nutritivos y atención médica, y se los tortura.
por Xin Lu
- Índice:
- Cuotas y jornadas laborales de 12 horas
- Trabajo forzoso en condiciones peligrosas
- Los presos padecen desnutrición y son torturados
- El trabajo forzoso provoca discapacidades e incluso la muerte
«¡Es el infierno en la tierra!». Así es como un cristiano describió el tiempo que pasó en una prisión china.
Los infames campamentos de «reeducación por medio del trabajo», denominados laojiao, instituidos por el régimen chino en 1957 y ampliamente utilizados para disidentes, fieles de religiones prohibidas y para “contrarrevolucionarios», reales o sospechosos, han sido oficialmente abolidos en el año 2013. No obstante, continúan apareciendo informes sobre el regreso de las prácticas de trabajo forzoso en China, con el Gobierno cosechando ganancias de las mismas. El surgimiento de estas crueles prácticas ha sido registrado en campamentos de transformación por medio de educación emplazados en Sinkiang y algunos países, como por ejemplo Estados Unidos, han puesto en marcha investigaciones para saber si los bienes producidos por los reclusos en dichos campamentos de confinamiento están llegando a sus mercados.
Pero no son solo los musulmanes uigures quienes son esclavizados para realizar trabajos forzados: personas de otras religiones no solo pierden su libertad a causa de sus creencias, sino que también se ven obligadas a realizar trabajos manuales en condiciones insoportables.
Bitter Winter entrevistó a algunos creyentes que habían estado encarcelados y quienes relataron su dolorosa experiencia al verse obligados a realizar trabajos forzados. La difícil situación de los creyentes tiende a ser peor que la de los presos promedio. Para el Partido Comunista Chino (PCCh), el «crimen» de ser cristiano parece ser más grave que el cometido por ladrones, asaltantes, incendiarios, o asesinos.
Cuotas y jornadas laborales de 12 horas
Ante todo, los entrevistados brindaron información sobre las enormes cuotas de trabajo que debían completar cada día. Los ejemplos de tales cuotas diarias incluían 3000 cabezales de encendedores de cigarrillos, o 1000 pendras de ropa interior, o 4000 cajas de cerillas.
Los expresos afirman que los gerentes de producción aumentaban la carga de trabajo de acuerdo con la situación. Zhu Jianyu (seudónimo), miembro de la Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT) quien cumplió una condena en una prisión emplazada en la provincia de Henán, recién fue puesto en libertad en agosto de 2018. El mismo le dijo a Bitter Winter que, inicialmente, cuando fabricaba pequeños transformadores eléctricos, procesaba 3000 unidades por día. Posteriormente, cuando tuvo que fabricar juguetes, procesaba 3500 unidades por día. Sus uñas varias veces se desgastaron por exceso de trabajo y la piel de las yemas de sus dedos se desprendía capa tras capa. En la medida en que un mayor número de prisioneros pudieran completar la tarea, su cuota aumentaría. Independientemente de la edad o la fuerza física del prisionero, el que no lograba completar la cuota tenía que trabajar horas extras.
Pelar dientes de ajo es otro trabajo que los prisioneros religiosos deben realizar de manera frecuente. Todos los días, deben pelar de 60 a 80 jin (30 a 40 kilogramos). A menudo, las uñas de los prisioneros se caen, pero deben continuar pelando a pesar de sentir un intenso dolor.
Las altas expectativas de producción son cumplidas con largas horas de trabajo. Entre los entrevistados, el turno de trabajo diario más corto fue de 12 horas, mientras que algunos trabajaban 20 horas por día.
«Durante mis dos años y diez meses de prisión, me senté en un banco durante más de 10 horas al día», afirmó Wang Ming, miembro de la Asociación de Discípulos, un grupo religioso designado como xie jiao, quien también fue liberado el pasado mes de agosto. «Sentía como si mi espalda fuera a quebrarse. No podía abandonar el banco para moverme un poco, ni siquiera se nos permitía limpiar nuestro sudor. Desarrollé síntomas residuales en mi espalda baja. Todavía siento dolor».
Trabajo forzoso en condiciones peligrosas
«El trabajo no es solo trabajo duro», afirmó Zhu Jianyu. “En la cárcel, siempre somos asignados para hacer algo peligroso. Un hermano de nuestra Iglesia había sido asignado para aplicar pegamento. No sé qué tipo de veneno contenía dicho pegamento. Cuando trabajaba, sus ojos se irritaban tanto que las lágrimas corrían ininterrumpidamente por su rostro. Cuando fue liberado, su visión estaba seriamente dañada. Ahora solo puede ver cosas que estén situadas hasta a cinco metros de distancia».
Un cristiano al que previamente se le había asignado trabajar en un horno de ladrillos describió su entorno de trabajo. «La temperatura del horno de ladrillos puede alcanzar los 60 o 70 grados Celsius (aproximadamente 140-160 grados Fahrenheit). Si los prisioneros son descuidados, se quemarán y su cabello se chamuscará. Las autoridades penitenciarias no proporcionan zapatos resistentes a altas temperaturas. Los presos deben pararse sobre un pie, desplazándose de izquierda a derecha. Si alguien pasa demasiado tiempo sobre un pie, el mismo se quemará y le saldrán ampollas. Los prisioneros recién llegados ni siquiera duraban cinco segundos antes de tener que salir corriendo del horno. Pero cada vez que el gerente veía a alguien salir corriendo, lo golpeaba con un tubo”.
El trabajo pesado hizo que este cristiano pensara en la muerte. En una ocasión, luego de haber intentado suicidarse, el líder del equipo lo disciplinó golpeándolo y aplicándole descargas con un bastón eléctrico.
Los presos padecen desnutrición y son torturados
Las condiciones de vida en las cárceles son deplorables. Los presos a menudo deben tomar sopa de hojas de vegetales con insectos flotando en la misma. Como consecuencia de la malnutrición, a menudo se sienten mareados y no tienen la fuerza suficiente como para poder trabajar.
Para asegurarse de que los prisioneros completen su trabajo incluso cuando estén físicamente agotados, las autoridades penitenciarias recurren a la tortura.
Los entrevistados afirman que los guardias de la prisión incitan a los prisioneros más agresivos a disciplinar a otros reclusos. Por lo tanto, es común que el que no complete la tarea que le han asignado sea golpeado por «prisioneros matones». El Sr. Zhu le dijo a Bitter Winter: «Si un prisionero no puede completar su tarea, los guardias de la prisión atarán las manos y los pies del mismo a una cerca de hierro, y se verá obligado a permanecer de pie de manera continua, excepto durante las comidas. Ya sea en invierno o en verano, el prisionero en cuestión permanecerá atado durante tres o cuatro días y no se le permitirá dormir». A fin de evitar castigos corporales, el Sr. Zhu tenía que trabajar duro para completar su tarea de producción.
Un cristiano perteneciente a otra Iglesia doméstica afirmó que, en una ocasión, cuando no pudo completar su cuota, se le ordenó que se quitara los pantalones a la intemperie en invierno. Cada pocos minutos, vertían agua fría sobre su cabeza. En otra ocasión, el guardia de la prisión reunió a todos los prisioneros que no habían completado sus tareas y los golpeó con un bastón. Durante dos meses luego de la golpiza, aún experimentaba dolor al respirar.
El trabajo forzoso provoca discapacidades e incluso la muerte
El trabajo excesivo y los castigos corporales traen inevitablemente aparejados enfermedades y dolores, pero los reclusos a menudo no reciben tratamiento médico.
En febrero de 2015, la presión arterial del Sr. Zhu se elevó a 190, razón por la cual solicitó tratamiento médico. El guardia de la prisión le exigió que continuara trabajando y le dijo: «Mucha gente está enferma, así que, ¿cómo puedo darte el permiso?»
Cuando otros reclusos se enferman, pueden recibir una “dieta para pacientes” especial con alimentos que se adapten mejor a sus condiciones médicas. El Sr. Zhu padece una enfermedad estomacal y presentó tres solicitudes escritas para obtener una dieta especial. Nunca se le proporcionó una comida de fácil digestión.
Luego de cinco años y ocho meses de encarcelamiento, el Sr. Zhu desarrolló atrofia en los músculos de sus hombros. El médico dijo que fue causada por trabajar en una misma posición durante mucho tiempo. Actualmente, tiene dificultad para extender sus brazos y sufre de debilidad muscular. Ya no puede realizar trabajos pesados.
Al igual que el Sr. Zhu, muchos otros creyentes liberados han desarrollado síntomas residuales o incluso discapacidades. Otros murieron en prisión.
El 24 de marzo de 2015, el Tribunal Popular del condado de Xiangyun de la provincia de Yunnan, condenó a Wang Hongli, una miembro de la IDT, a cinco años de prisión por «utilizar una organización xie jiao para socavar la aplicación de la ley». En prisión, la tarea de la Sra. Wang era empacar jeans y coser las piernas de los pantalones. Si no cumplía con su cuota, se le exigía que trabajara horas extras como castigo. Luego de dos años, el peso de la Sra. Wang bajó de 55 a 32 kilogramos (aproximadamente de 121 a 70 libras), y su rostro se volvió tan delgado que sus labios no podían cubrir sus dientes. Sus clavículas también eran claramente visibles en ambos hombros. Cuando su familia la visitó, la misma lloró y dijo: «No puedo soportarlo más».
Según un cristiano que trabajó en el mismo taller de producción que la Sra. Wang, «Aproximadamente en agosto de 2017, Wang Hongli tuvo mucha fiebre y esta no descendía. No podía comer nada y se sentía completamente débil. Luego, cuando realizaba tareas manuales, ni siquiera tenía la fuerza suficiente como para sostener un par de tijeras. A pesar de esto, los guardias de la prisión no la dejaron descansar ni un solo día, y tuvo que ir al taller todas las mañanas para dar inicio a sus labores manuales. A las 9 de la tarde del 1 de octubre de 2017, Wang Hongli falleció a la temprana edad de 42 años».
La policía les dijo a los familiares de la Sra. Wang que ella padecía isquemia miocárdica severa y que había tenido varios infartos cerebrales, así como también una infección en sus pulmones. Los familiares de la Sra. Wang dijeron que, antes de ser arrestada, siempre había gozado de buena salud. La misma no tenía antecedentes médicos de isquemia miocárdica ni de infartos cerebrales.
(Todos los nombres son pseudónimos, excepto Wang Hongli.)