El pasado, el presente y el futuro de la Iglesia católica de Hong Kong —y las decisiones que habrá de tomar el Vaticano— tienen un gran peso sobre el destino de la protesta.
por Massimo Introvigne
Las protestas en Hong Kong continúan. Algunos creen que pueden convertirse en la nueva Tiananmén. El activista de los derechos humanos especula acerca de cómo Estados Unidos y la actitud del presidente Donald Trump pueden determinar el destino de la protesta o, incluso, alimentar o crear una oposición al presidente Xi Jinping dentro del PCCh (Partido Comunista Chino) mismo.
Sin embargo, algunas personas en Hong Kong creen que las decisiones de un tercer líder mundial, además de Trump y Xi Jinping, pueden pesar fuertemente sobre el futuro de Hong Kong. Este líder es el papa Francisco. Los católicos en Hong Kong representan únicamente el 5% de la población, pero tienen un poder desmesurado en la política, la cultura y los medios. La jefa del Ejecutivo de Hong Kong, Carrie Lam, cuyas posturas a favor del PCCh encendieron las protestas, es una católica activa, ha sido educada en escuelas católicas y no es ningún secreto que regularmente consulta a obispos católicos acerca de asuntos políticos importantes.
Hong Kong también es un puente tradicional entre el Vaticano y China. De acuerdo con estudiosos de las relaciones entre el Vaticano y China, Hong Kong es el lugar en el que, hasta que el Papa Francisco asumió el cargo en 2013, se organizó y gestionó exitosamente la mayor oposición a cualquier acuerdo del Vaticano con el PCCh que alentara a los sacerdotes y obispos católicos para que se unieran a la Asociación Patriótica Católica China (APCC) controlada por el Gobierno, y desde donde la influencia del cardenal anti-PCCh Joseph Zen (nacido en 1932 y obispo de Hong Kong entre 2002 y 2009) se extendió a Roma. De acuerdo con los mismos estudiosos, Zen había formado un fantástico equipo con su compañero miembro de la orden salesiana, el arzobispo Savio Hon Tai-fai (nacido en Hong Kong en 1950), el prelado chino más influyente en la Curia romana, donde sirvió desde 2010 como secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; esto es, el departamento del Vaticano directamente responsable de China. Tanto Zen como Hon tenían influencia sobre el papa Benedicto XVI y, efectivamente, torpedearon cualquier posible acuerdo bajo el cual los sacerdotes y obispos católicos chinos se unirían o debían unirse a la APCC. Fueron apoyados por el padre –y posteriormente, arzobispo– Ettore Balestrero, un importante oficial de asuntos políticos en la Secretaría de Estado del Vaticano y firme oponente al PCCh.
En 2013, el papa Benedicto XVI renunció y el papa Francisco fue electo. Este último indicó que un acuerdo con el Gobierno chino era una de sus prioridades diplomáticas, a costa de solicitar ciertos “sacrificios” por parte de los católicos anti-PCCh que habían sufrido por su (hasta entonces) negativa aprobada por el Vaticano de unirse a la APCC.
Las personas importan, y para lograr un acuerdo con el PCCh algunas personas deben irse. Balestrero era un hombre tan cercano a Benedicto XVI, que, según fuentes del Vaticano, fue enviado como embajador del Vaticano (nuncio) ante Colombia justo antes de que el papa alemán renunciara para protegerlo frente a lo que podía venir bajo un pontificado nuevo y con una inclinación diferente. Las mismas fuentes afirman que el PCCh expresó su beneplácito al Vaticano por el hecho de que Balestrero dejara Roma, lo cual hizo que algunos vieran el largo brazo de China detrás de un oscuro escándalo que involucraba al hermano del arzobispo, situación que llevó a que en 2018 fuera degradado de rango, de nuncio ante Colombia (un importante país para la Iglesia católica) a nuncio ante el Congo.
Zen terminó su periodo en 2009 y fue reemplazado por el obispo –y, posteriormente, cardenal– John Tong Hon (nacido en 1939). Ciertamente, es menos beligerante hacia el PCCh que Zen, y (a diferencia de su predecesor) no tiene inclinación a criticar al Vaticano en ningún tema. No obstante, siempre ha sido extremadamente cauteloso en cuestiones que tienen que ver con China continental. Que el Vaticano estuviera moviéndose con gran cuidado en Hong Kong lo confirmó el nombramiento en 2014 de dos obispos auxiliares más jóvenes, uno considerado anti-PCCh, el franciscano Joseph Ha Chi-shing (nacido en 1959) y otro más favorable a un acuerdo con China, Stephen Lee Bun-Sang (nacido en 1956). Lee es miembro del Opus Dei y es considerado teológicamente conservador, lo cual muestra que ser liberal o conservador no necesariamente está conectado con estar a favor o en contra del pacto entre el Vaticano y China.
Sin embargo, las cosas cambiaron entre 2016 y 2017, cuando probablemente ya se habían tomado en Roma ciertas decisiones acerca del pacto de 2018 entre el Vaticano y China. El arzobispo Savio Hon Tai-fai fue retirado de la Curia vaticana en 2016 (otro movimiento por el que, de acuerdo con fuentes internas, el PCCh agradeció a la Santa Sede) y fue enviado para hacerse cargo de la atribulada Iglesia católica en Guam, cuyo obispo había renunciado después de haber estado involucrado en un escándalo de abuso sexual. Posteriormente fue enviado a Grecia (un país no precisamente clave para la diplomacia vaticana) como nuncio.
También en 2016, el obispo auxiliar de Hong Kong Lee Bun-Sang fue promovido al cargo de obispo de Macau, presuntamente con la bendición del PCCh.
En 2017 terminó el período del cardenal Tong. Fue reemplazado por el obispo Michael Yeung (1945-2019). Al ser un colaborador cercano de Carrie Lam, es difícil quitar la impresión de que fue nombrado para promover el pacto entre el Vaticano y China que se firmaría en 2018. Sin embargo, fue demasiado lejos y terminó avergonzando a la Santa Sede, primero, al dar la impresión de que aprobaba la destrucción sistemática de cruces de iglesias protestantes en China por parte del PCCh y, luego, al afirmar que su postura en la materia era que las regulaciones del PCCh debían respetarse. Probando, una vez más, que se puede ser pro-PCCh y, al mismo tiempo, teológicamente conservador, Yeung también causó asombro en Roma por su actitud militante en contra de los derechos de la comunidad LGBT y por comparar la homosexualidad con la adicción a las drogas, algo que se percibe está en conflicto con la actitud más tolerante del papa Francisco hacia el tema.
El 3 de enero de 2019, Yeung, quien padecía cirrosis hepática, murió antes de que terminara su periodo como obispo de Hong Kong. Todos los ojos voltearon a Roma. Había dos candidatos naturales para la sucesión, y la elección revelaría cómo estaba evaluando el Vaticano el pacto que había firmado con el PCCh unos meses atrás. Claramente, el PCCh habría estado más contento con la elección del obispo de Macau, Lee Bun-Sang, como el nuevo obispo de Hong Kong y, mucho menos contento, si el papa elegía para el cargo al obispo auxiliar Ha Chi-shing, considerado anti-PCCh. El papa Francisco sorprendió a todos al no nombrar ni a Lee ni a Ha, sino sacando del retiro al cardenal Tong, quien tenía una postura más moderada y pidiéndole que retomara sus antiguos deberes.
Así, fue Tong el que tuvo que guiar a la Iglesia católica de Hong Kong a través de la tormenta de las protestas. Aconsejó a la jefa del Ejecutivo católica Carrie Lam que no firmara el controversial acuerdo de extradición con China y, junto con otros líderes religiosos, ofreció un apoyo moderado a los manifestantes. Al mismo tiempo, también hizo saber a los católicos de Hong Kong que él no apoyaba la abierta oposición del cardenal Zen al pacto entre el Vaticano y China. Sin embargo, no impidió que su obispo auxiliar Ha Chi-shing participara activamente en las protestas e, incluso, fuera considerado como uno de sus líderes morales.
El Vaticano ha guardado silencio en relación con las protestas de Hong Kong. No obstante, claramente tarde o temprano deberá expresarse, no con palabras, sino a través de una decisión trascendental. El cardenal Tong tiene 80 años. Dejó claro que aceptaba regresar a su antiguo puesto de manera provisional. Pronto, el papa deberá nombrar a un nuevo obispo de Hong Kong. Los católicos locales apoyan fuertemente las protestas y no es un secreto que esperan que el obispo Ha sea nombrado. Considerarían el nombramiento del obispo Lee de Macau como una declaración en contra de las protestas y la democracia. Sin embargo, algunas personas dijeron a Bitter Winter que circulan rumores de que el pacto de 2018 entre el Vaticano y China, cuyo texto sigue siendo secreto, puede incluir una cláusula que conlleve que la elección del obispo debe acordarse también entre la Santa Sede y el PCCh en Hong Kong. El tiempo lo dirá, pero, claramente, el nombramiento del obispo Ha sería una señal para el PCCh y para el mundo de que el Vaticano está a favor de la democracia en Hong Kong y que el acuerdo de 2018 no significa que Roma esté preparada para ignorar los temas de derechos humanos. El nombramiento del obispo Lee sería una señal diferente, aunque algunos advierten que el prelado de Macau del Opus Dei tiene una personalidad compleja y sería un error clasificarlo como un partidario incondicional del PCCh, así como el obispo Ha, que nunca ha apoyado la crítica abierta del cardenal Zen hacia el Vaticano. A menos que el Papa Francisco vuelva a sorprender a todos “inventando” un tercer candidato, de lo cual no hay indicios o rumores hasta ahora.