Las imágenes de libros retirados de bibliotecas y quemados públicamente en China evocan inquietantes reminiscencias de la campaña nazi de 1933.
por Massimo Introvigne
En el año 1933, el Partido Nazi puso en marcha en Alemania su infame campaña de quema de libros. Miles de libros considerados «judíos», «no alemanes» o contrarios al Partido Nazi fueron retirados de las bibliotecas y quemados públicamente. A pesar de que el régimen nazi también fue responsable de peores atrocidades, las imágenes de los libros quemados en 1933 permanecen vivas en la memoria colectiva de Europa, como un recordatorio de que aquellos que comienzan quemando libros algún día también pueden llegar a quemar seres humanos, tanto en Auschwitz como en otros lugares.
La historia ahora se repite en China. La semana pasada, las redes sociales hicieron circular la imagen, tomada de periódicos locales del Partido Comunista Chino (PCCh), de libros quemados frente a la biblioteca del condado de Zhenyuan, en la provincia de Gansu. Los periódicos del PCCh comentaron que «la biblioteca ha sido completamente limpiada y se han destruido rápidamente libros ilegales, publicaciones religiosas y especialmente libros y artículos prejuiciosos». El condado de Zhenyuan se encuentra situado en una zona que posee una considerable presencia de musulmanes de etnia hui, y es probable que algunas de las «publicaciones religiosas» quemadas sean libros islámicos.
Los comentarios efectuados en las redes sociales chinas (la mayor parte de los mismos fueron publicados en la popular plataforma china Weibo, y posteriormente eliminados por las autoridades) señalaban que también se quemaron libros durante la Revolución Cultural, y varios se referían a la expresión china «quema de libros y sepultura de intelectuales» (焚書坑儒), utilizada para designar la infame quema de textos llevada a cabo en el año 213 a. C., seguida de la sepultura en vivo de 460 académicos confucianos en el año 212 a. C., ordenada por el emperador Qin Shi Huang (秦始皇, 259-210 a. C.), el fundador de la dinastía Qin.
Según se informa, lo que sucedió en el condado de Zhenyuan no es un incidente aislado. La quema fue efectuada siguiendo las instrucciones enviadas en octubre de 2019 por el Ministerio de Educación a las bibliotecas escolares de toda China, en las cuales se exigía eliminar y destruir libros «que dañen la unidad del país, la soberanía o su territorio; libros que alteren el orden de la sociedad y dañen la estabilidad social; y libros que violen las directrices y políticas del Partido [Comunista], y manchen o difamen al Partido, a sus líderes y a los héroes nacionales».
La protesta pública dio lugar a una declaración del Gobierno del condado de Zhenyuan, en la cual se afirmaba que «los empleados no habían sellado ni destruido colectivamente [los libros] de acuerdo con las regulaciones, sino que habían quemado 65 libros ilegales en una pequeña plaza situada frente a la biblioteca», y que los responsables deberían «rendir cuentas». Curiosamente, la declaración no negaba que los libros «ilegales» debían ser destruidos, y solo comentaba que no había sido prudente quemarlos al aire libre, donde alguien podía tomar fotografías.