Las recompensas monetarias que ofrece el Gobierno nutren la cultura de la delación en China, lo cual pone en peligro permanente a las personas de fe y produce el cierre de iglesias.
por Wang Yichi
Como parte de su campaña generalizada para eliminar los sitios de reunión religiosos que no forman parte de las iglesias controladas por el Estado, el PCCh (Partido Comunista Chino) está implementando medidas para tentar a la población con el fin de que informen acerca de los creyentes a cambio de dinero, como en el caso ampliamente publicitado de cazadores de recompensas en Guangzhou, la capital de la provincia sureña de Guangdong, cuando a los residentes se les ofrecieron recompensas monetarias sustanciales por avisar a la policía acerca de cualquier “actividad religiosa ilegal”. De acuerdo con un edicto, emitido por el Departamento de Asuntos Étnicos y Religiosos de la ciudad de Guangzhou, tales actividades incluyen: “la construcción de templos sin aprobación, o de estatuas de Buda construidas sin autorización, la organización privada de peregrinaciones, las congregaciones en lugares de reunión cristianos no autorizados, el proselitismo ilegal en línea, la capacitación religiosa no autorizada, la impresión no autorizada de publicaciones religiosas, etc.”.
Además de la utilización de otros medios de represión, como amenazar a los propietarios de sitios de reunión religiosos con multas de hasta 30 000 dólares, las congregaciones de las iglesias domésticas y otros lugares de adoración “no oficiales” han sido privadas de cualquier posibilidad de practicar su fe.
Un lector reportó a Bitter Winter recientemente que a lo largo del distrito de Huiji de la ciudad de Zhengzhou, en la provincia central de Henán, se habían colocado carteles propagandísticos producidos uniformemente. “Está prohibido facilitar lugares para que se lleven a cabo actividades religiosas ilegales. Por favor, si descubre alguna actividad religiosa ilegal, repórtela con prontitud. A aquellos que faciliten las actividades religiosas ilegales se les impondrá, en los casos graves, una multa de 20 000 a 200 000 yuanes [entre 2900 y 29 000 dólares]”, dice el cartel. También se proporciona el número telefónico de una línea directa para los informantes.
Los residentes de Zhengzhou han reportado que la mayoría de estos carteles se exhiben a la entrada de las comunidades residenciales y supermercados, en las puertas de los elevadores, en los tableros de anuncios y en otros lugares poblados.
Una cristiana del distrito de Huiji dijo a Bitter Winter que, poco después de que se colgaron los carteles propagandísticos en toda el área, recibió una advertencia por parte de personal de la comunidad de que ya no podía asistir a reuniones religiosas debido a la presión creciente de las autoridades sobre las personas de fe.
“Me da mucha tristeza ver estos carteles; a menudo lloro cuando rezo. Para nosotros, los cristianos, nuestro sitio de reunión es nuestro hogar. No tener un lugar donde reunirnos es como no tener un hogar”, comentó un creyente de la tercera edad de un sitio de reunión de la Iglesia de las Tres Autonomías.
En abril, algunas oficinas subdistritales organizaron inspecciones que tenían como objetivo las iglesias domésticas. Al propietario de un sitio de reunión de una Iglesia doméstica lo amenazaron con que le impondrían una multa si se descubría que estaba rentando su propiedad a creyentes. Al no tener otra opción, pidió a la congregación que dejara la propiedad.
“Realmente no queríamos dejar la propiedad, porque ahora no podemos encontrar un sitio de reunión”, dijo con impotencia la persona encargada de la Iglesia.
“Ninguno de los miembros de mi familia son cristianos. No apoyan mi creencia en Dios, así que no puedo organizar reuniones en casa. Ahora que los propietarios tienen miedo de ser implicados, ninguno de ellos se atreve a rentar departamentos a las personas que creen en Dios”, dijo un creyente.
La presión sobre los propietarios de los sitios de reunión religiosos para que dejen de rentárselos a los creyentes está creciendo exponencialmente en toda China. La Iglesia de las Tres Autonomías de Qinzhuang, ubicada en el distrito de Gaoxin de la ciudad de Zhengzhou, es un ejemplo típico. Después de que el Gobierno demolió por la fuerza la iglesia en septiembre pasado, más de 200 creyentes decidieron rentar un edificio para sus reuniones. En diciembre, alguien informó a las autoridades su nueva ubicación y la iglesia fue nuevamente cerrada. Ahora, los creyentes cambian constantemente la ubicación de sus reuniones. Algunas veces oran y cantan en silencio en un corredor. Debido a las duras persecuciones, el número de asistentes ha disminuido drásticamente; ahora sólo una decena de creyentes asiste a las reuniones.
“Cuando nuestra Iglesia buscaba un departamento, no nos atrevimos a decir que se utilizaría para llevar a cabo reuniones. Simplemente dijimos que estábamos iniciando una empresa; así es como encontramos nuestro lugar actual”, dijo un colaborador de la Iglesia de la tercera edad. “Los dos últimos años de persecución religiosa han sido los más severos desde la Revolución Cultural”.