A pesar de este flagrante abuso en contra de los derechos humanos y de los crímenes atroces en contra de la humanidad, Pekín está preparado para ser anfitrión de los Juegos Olímpicos de 2022. ¿Volverá a comprar occidente las mentiras de Pekín?
por Marco Respinti
Hace diez años, el 5 de julio de 2009, el régimen comunista chino perpetró una masacre en Urumqi, la ciudad capital de la región autónoma Uigur de Sinkiang, a la cual los uigures prefieren llamar Turquestán Oriental.
Todo comenzó con las protestas de los uigures en contra de la política represora del PCCh y terminó en sangre. La “Campaña a Favor de los Uigures” (CFU), la operación fundada y presidida por la señorita Rushan Abbas en Herndon, Virginia, conmemora el triste acontecimiento explicando que “las protestas comenzaron de forma pacífica mientras los manifestantes exigían que se hiciera una investigación completa de un incidente que ocurrió días antes en Shaoguan, al sur de China, en el cual varios uigures habían sido asesinados por trabajadores de la etnia han de una fábrica china”.
La China comunista, continúa un comunicado de prensa de la CFU, “[…] desplegó sus fuerzas militares y les disparó a los manifestantes uigures y arrestó arbitrariamente a miles de ellos. Posteriormente, el gobierno utilizó el incidente como una excusa para secuestrar ilegalmente a uigures durante varios meses después de la masacre del 5 de julio y cientos de hombres uigures desaparecieron cuando se intensificaron las redadas de la policía a gran escala. El Financial Times estimó que ya se habían realizado unos 4000 arrestos para mediados de julio de 2009 y que las prisiones de Urumqi estaban tan llenas que las personas recién arrestadas estaban siendo retenidas en almacenes del Ejército de Liberación del Pueblo. Algunos relatos dicen que los números reales son todavía mayores. Después de los incidentes, el acceso a internet, el servicio de telefonía móvil y las llamadas internacionales salientes a lo largo de la región fueron bloqueados para impedir el flujo de información dentro y fuera del área, y el internet no se restableció sino hasta mayo de 2010”.
Han pasado diez años y la situación en Sinkiang es todavía peor desde que el señor Xi Jinping subió al poder. Los uigures, y también los kazajos, los tártaros, los kirguizos, los uzbekos y otras personas de etnias túrquicas, son duramente perseguidos simplemente porque pertenecen a las minorías étnicas y son creyentes (musulmanes). Actualmente, de acuerdo con algunas fuentes, hay hasta 3 millones de personas detenidas ilegalmente en los tristemente famosos campos de transformación por medio de educación de Sinkiang.
“Lo que está ocurriendo hoy en día ante nuestros ojos”, dice el CFU, “es la continuación del debilitamiento que el gobierno comunista está haciendo del gobierno de la ley, la dignidad humana y los valores occidentales”. De hecho, los “[…] enormes abusos sistemáticos en contra de los derechos humanos perpetrados por la China comunista se han intensificado hasta llegar al genocidio”. Los hijos de los padres detenidos “[…] son enviados a orfanatos, donde son educados para abandonar la identidad uigur y ser leales al PCCh. Dentro de los campos, los prisioneros son adoctrinados con propaganda del partido, forzados a renunciar al islam, sometidos a tortura y a una muerte brutal”.
Ahora bien, “a pesar de este abuso flagrante a los derechos humanos y de los crímenes atroces en contra de la humanidad, Pekín se prepara para albergar los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022. El 10 de mayo de 2019, China lanzó su cuenta regresiva de 1000 días para los Juegos Olímpicos de Invierno 2022 en Pekín con una canción alegre y una celebración con baile. El período de los Juegos Olímpicos de 2008 de Pekín fue el momento en el que China ganó atención económica y social en el mundo y logró crear la estructura masiva de vigilancia que ahora está utilizando para reprimir a uigures, kazajos y otros túrquicos y a millones de personas inocentes. El estado orwelliano se construyó con un prestigioso juego tradicional de unidad, igualdad y paz. ¿Debería recompensarse a la China comunista con los Juegos Olímpicos al tiempo que comete genocidio en contra de una etnia por motivos raciales?”
El financiamiento para el neoposcomunismo
China ya fue anfitriona de los Juegos Olímpicos del 8 al 24 de agosto de 2008.
Estos Juegos Olímpicos fueron una de las formas a través de las cuales el régimen chino pudo refinanciarse. Los regímenes comunistas en Europa central y oriental se vinieron abajo por una combinación de varias razones a fines de la década de los ochenta. Una de ellas fue el fracaso histórico del marxismo-leninismo, el cual se presentó como la panacea económica para los males del mundo y, en su lugar, empobreció a la gente y transformó la pobreza en miseria. Los fracasos económicos del comunismo siempre terminaron en hambrunas, millones de muertes y desastres sociales. Cuando la situación se volvió insoportable, el bloque soviético comenzó un proceso de transformación que no tenía como objetivo abandonar el comunismo, sino refinanciarlo. Después de todo, esto ya había ocurrido entre 1921 y 1929 en la Rusia soviética, cuando Vladimir Ilych Ulyanov, conocido como Lenin (1870-1924), lanzó la Nueva Política Económica (NPE) para lidiar con los primeros fracasos económicos y sociales del comunismo al incluir algunos elementos del capitalismo controlado por el Estado dentro del marco socialista.
La nueva transformación a finales de la década de 1980 llevó el nombre de perestroika, pero el gobernante soviético Mikhail S. Gorbachov también fracasó con la perestroika y, así, el bloque soviético desapareció rápidamente. No obstante, una vez más, los gobernantes chinos aprendieron de los fracasos soviéticos y “transformaron” la China roja en un régimen posneocomunista a través de la venta masiva del mito de una “nueva China” a occidente, quien la compró y se mantuvo en silencio. Los Juegos Olímpicos de 2008 han sido una parte importante de esa venta, que sigue en marcha. ¿Serán los Juegos Olímpicos de 2022 otra?
Los activistas de la CFU “[…] creen firmemente que China es el último país del mundo en cumplir con el principio del Comité Olímpico Internacional (COI). El COI debe reconocer que avanzar con los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 en Pekín es ser cómplices del genocidio. Darle a un país que tiene tres millones de personas inocentes en campos de concentración el honor de ser anfitrión de los Juegos Olímpicos es más que ser un espectador del crimen: es apoyarlo”.
Así pues, “el COI debe salvaguardar los principios sobre los cuales se han construido los Juegos Olímpicos. Los Juegos Olímpicos son un evento internacional único. No tienen que ver con el comercio o con la política. Tampoco con qué país tiene más poder o más dinero. Los Juegos Olímpicos tienen que ver con que las personas se reúnan a celebrar sus diferencias. Un país que ha prohibido la identidad cultural y el idioma, que ha prohibido el islam, que ha implementado políticas que reprimen sexualmente a sus mujeres con abortos forzados y crea más de 44 campos de concentración para encarcelar a un grupo étnico, no respeta estos valores”.
Por esta razón, “la CFU llama a la comunidad internacional a que emprenda acciones concretas para abordar las atrocidades actuales que está enfrentando toda la nación uigur y que haga que China rinda cuentas de sus acciones. China debe cerrar los campos de concentración y liberar a todas las personas inocentes que son detenidas arbitrariamente”.