La exlíder de la Iglesia de Dios Todopoderoso en cuatro provincias chinas se encuentra libre en Estados Unidos, pero su madre fue asesinada y no puede ponerse en contacto con su anciano padre en China.
Zou Demei
Nota del editor: los lectores de Bitter Winter están familiarizados con la historia de la hermana Zou Demei. En Estados Unidos, el 16 de junio es el Día del Padre. En este artículo, ella habla sobre su padre y sobre cómo la persecución le impide ponerse en contacto con él.
Una familia perseguida
Toda mi familia pertenece a la Iglesia de Dios Todopoderoso. En el año 2002, nos enteramos de que la policía nos había identificado como miembros de la Iglesia y de que mi padre pronto sería arrestado por tres cargos: por ser un «criminal político», un «contrarrevolucionario» y por «estar comprometido en la subversión del poder estatal». Yo también iba a ser arrestada, junto con mi madre y mis dos hermanas. Desde entonces nuestros caminos se separaron. Estuve huyendo durante diez años, y recién en el año 2012 pude volver a ver a mi padre.
En el año 2012, viajé en secreto a la ciudad donde vivían mis padres. En ese momento, estaban escondidos en una habitación pequeña, destartalada y rudimentaria. Abrí las cortinas y dije: «Papá, mamá, ¡he vuelto!». Al verme, se sorprendieron. «Niña, ¿eres tú de verdad?». Contuve las lágrimas y vi a mi padre secándose las lágrimas con un pañuelo. Sabía que me había echado mucho de menos. Mi padre padecía una dolencia estomacal y tenía que permanecer recostado. Una suave brisa movió suavemente sus canas. Mientras miraba sus ojos hinchados, sentí una honda sensación de dolor. Tenía muchas ganas de permanecer a su lado y cumplir con mis deberes filiales. Parecía saber lo que estaba pensando, y me dijo que había hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso cuidando de él y visitándolo, y que estuviera tranquila y volviera a irme por mi propia seguridad.
Las estaciones cambiaban, y para cuando volví a ver a mis ancianos padres, ya habían pasado otros cuatro años. Cuando mi madre abrió la puerta con cuidado y asomó la cabeza, vi que tenía la cara cubierta de arrugas. Con ansiedad, me empujó hacia el interior de la habitación. Al verme, mi padre comenzó a llorar. Insistió en comprarme una comida deliciosa, y así, tras vestirse para pasar desapercibido, salió por la puerta. Mi madre afirmó: «Tu padre no ha salido desde hace mucho tiempo. Hoy estás aquí, así que él se siente muy feliz».
Mi madre y yo esperamos en casa durante mucho tiempo. Ninguna de nosotras vio a mi padre volver. Nos paramos ansiosamente frente a la ventana y miramos hacia afuera. Pronto, vimos a mi padre de pie al otro lado de la calle cargando una gran bolsa de comida. Mirando su espalda algo encorvada, mi corazón se llenó de dolor, y mi visión se nubló a causa de las lágrimas. Mi padre realmente había envejecido.
Les dije a mis padres que planeaba escapar al extranjero para buscar asilo. Al marcharme, vi la reticencia en sus ojos. Tal vez tenían la premonición de que no nos sería fácil volver a vernos. Mi madre me preguntó: «Hija, ¿cuándo podremos volver a vernos?». Le contesté: «Mamá, espera a que el Partido Comunista Chino (PCCh) colapse y podremos estar juntos nuevamente». Mientras bajaba las escaleras, mis padres no se atrevieron a caminar junto a mí para despedirme. Se pararon en lo alto de las escaleras y me miraron con reticencia a causa de nuestra despedida. Miré hacia atrás y los saludé. Cuando subí al auto, se pararon junto a la ventana y me saludaron desde detrás del cristal. Mi corazón estaba acongojado, pero no tuve más remedio que marcharme con lágrimas en los ojos. Esta reunión, la cual duró menos de tres horas, fue la última vez que vi a mis padres.
Mi madre fue perseguida hasta la muerte
De 2002 a 2016, viví escondida durante 14 años, es decir, 5110 días. La vida en fuga me hizo acostumbrarme a contar los días. Mi deseo de libertad se hizo cada vez más fuerte. Huir a un país democrático para buscar asilo se convirtió en mi única salida. Con la protección de Dios, evadí la vigilancia de la policía y pude huir al extranjero. Los lectores de Bitter Winter conocen mi historia en los Estados Unidos, y no quiero repetirla aquí. Lo que quiero comentar, en este triste Día del Padre, es el destino de mis propios padres.
Mientras estaba en los Estados Unidos, recibí la noticia de que mi madre había sido perseguida hasta la muerte por la policía del PCCh. El 27 de junio de 2018, la policía utilizó posicionamiento satelital para ubicar la casa donde vivían mis padres, los detuvo y los llevó a la Agencia de Seguridad Pública local. Mis padres habían estado escondidos durante 16 años, y la policía los persiguió durante 16 años. Tras ser arrestados, nunca volvieron a verse. La policía interrogó a mi padre sobre la procedencia de los libros de la Iglesia de Dios Todopoderoso, sobre las finanzas de la Iglesia y la cantidad de miembros de la misma. También lo presionaron para que revelara mi paradero y el de mis dos hermanas, pero él se rehusó a hacerlo. Unos días más tarde, cuatro policías pusieron a mi padre en un coche policial y lo llevaron a la unidad de cuidados intensivos de un hospital. Allí, mi padre vio a mi madre. Ella estaba quieta, y por mucho que mi padre la llamara, no respondió. Triste y nervioso, mi padre se dio cuenta de que estaba muerta y se desmayó en el acto.
La policía controlaba a mi padre. Para eludir cualquier tipo de responsabilidad, trataron de obligarlo a firmar un documento del cual no sabía el contenido. Luego de escuchar las noticias de la muerte de mi madre, mi padre se desmayó nuevamente. Dos policías aprovecharon la oportunidad para tomar su mano, firmar el documento y luego colocar su huella digital en él. La policía también le prohibió hablar sobre su arresto y sobre la muerte de mi madre.
Al enterarme de que mi madre había sido perseguida por el PCCh hasta la muerte, estallé en lágrimas. Esta fue la primera vez que lo hice desde que comencé a huir en el año 2002. Durante los días en que huía, escondiéndome en diferentes lugares, me acostumbré a enterrar el dolor en mi corazón. Incluso durante el período en que permanecí detenida en Estados Unidos, solo derramaba lágrimas en silencio sin importar cuán angustiada o triste estuviera. No obstante, cuando escuché la noticia de que mis padres habían sido arrestados por el PCCh y que mi madre había sido perseguida hasta la muerte, ya no pude contener mi tristeza interior y lloré desconsoladamente.
Para mi padre, la muerte de mi madre fue sin duda un duro golpe. Mi padre una vez dijo que estaba muy contento de que él y mi madre pudieran creer en Dios Todopoderoso y compartir el Evangelio juntos. Esperaba que él y mi madre pudieran continuar juntos por el camino de la fe en Dios Todopoderoso, pero esto ya no es posible. Cuando otros familiares volvieron a verlo, ya estaba muy desmejorado. No tuvieron más remedio que llevárselo en una camilla.
Extraño mucho a mi padre
Durante ese tiempo, todos los días, sufrí el dolor de no poder ver a mi madre por última vez y de no poder cuidar de mi anciano padre por el resto de su vida. Vi una foto de mi padre a través de una hermana de la Iglesia. Mirando a este viejecito escuálido, tardé un tiempo en reconocerlo. Él es mi padre y me ama con todo su corazón. Mi madre falleció, sus hijas no estuvimos a su lado y se encuentra muy enfermo. ¿Cómo pasará el resto de su vida? Al pensar en estas cosas, se me van las ganas de comer y de dormir. Tan pronto como cierro los ojos, recuerdo cómo mis padres estaban a mi lado cuando yo era pequeña. A veces, incluso sueño que a mis padres los están torturando. Luego de ello, me despierto bañada en sudor frío.
El PCCh todavía mantiene a mi padre bajo estricta vigilancia. Me gustaría contactarlo a través de la Iglesia, pero es muy difícil hacerlo. No sé cuál es la actual situación de mi anciano padre ni si está a salvo. Todo lo que puedo hacer a diario es esperar que pueda sobrevivir y vivir una vida tranquila en la Iglesia. Espero poder volver a verlo algún día. Tal vez esto solo sea un deseo, pero le pido a Dios que algún día este deseo se haga realidad.