Fuentes de la ciudad de Gulja informan de más medidas en contra del islam en Sinkiang y de que se han construido nuevos campamentos de «transformación por medio de educación».
Bitter Winter sigue recibiendo informes desde Sinkiang sobre una masiva represión contra la población musulmana local, incluyendo las etnias uigur y kazaja. Nuevos reportes llegaron de la ciudad de Gulja, Sinkiang, revelando un amplio control sobre los teléfonos de la población musulmana y proporcionando nuevos detalles de las inhumanas condiciones en los así llamados campamentos de «transformación por medio de educación».
Después de casos bien conocidos de musulmanes que escaparon a Kazajistán, tanto los kazajos como uigures tienen estrictamente prohibido acercarse a las fronteras con Kazajistán y otros países. Los musulmanes que, por cualquier razón, han visitado Kazajistán son interrogados repetidamente. Si sus razones para visitar Kazajistán parecen sospechosas, son arrestados.
La investigación policial de aldeas enteras se está convirtiendo también en algo común. El servicio de telefonía celular está bloqueado para impedir la comunicación, y la identidad e inclinaciones religiosas de cada aldeano son revisadas y muchos de ellos son enviados a los campamentos de transformación por medio de educación.
Como Bitter Winter informó en junio, se ha implementado un inmenso programa de “estar en casa”, con cuadros de comunistas enviados a vivir en casas de familias uigures, tanto para vigilarlas como para informar sobre lo que hacen. De acuerdo con un informante, parece que como un paso más de este programa, se anima a los cuadros enviados a Sinkiang a casarse con musulmanes del lugar, lo cual se ve como una oportunidad para alejarlos de su religión.
Se promueve y premia el espionaje recíproco, y los musulmanes del lugar tienen prohibido llevar pañoletas en la cabeza o usar el saludo religioso “Bismillah” (“en el nombre de Dios”).
El mes pasado, también informamos que casi todos los hombres musulmanes mayores de treinta años de una aldea del condado de Huocheng, cerca de la ciudad de Gulja, fueron enviados a campamentos de transformación por medio de educación. Una fuente añadió nuevos detalles sobre las condiciones de vida en esos campamentos, informando que los gastos por el vestido y la comida de los reos debe correr por cuenta de sus familias. El pretexto es que los detenidos están en los campamentos para “estudiar”, aunque de hecho pasan parte de su tiempo en trabajos forzados, de los que el gobierno, obviamente, se beneficia.
La parte del “estudio” también es dolorosa. Se les pide a los reclusos que memoricen textos del Partido Comunista de China (PCCh), incluyendo discursos del XIX Congreso Nacional del PCCh y los del presidente Xi Jinping, y ser capaces de recitarlos en mandarín, una lengua que la mayoría de ellos desconoce totalmente. Nuestras fuentes nos informan que todos los días varios reclusos colapsan y son enviados a hospitales, y que la de por sí ya muy amplia red de campamentos de transformación por medio de educación para los musulmanes de Sinkiang, la cual alberga —de acuerdo con algunos expertos— un millón de detenidos, sigue expandiéndose.
Información de Li Zaili