El Gobierno chino se siente tan intimidado por esta práctica espiritual centrada en la meditación y el ejercicio que tortura a sus seguidores.
Durante los últimos 18 años, una seguidora del Falun Gong ha sido detenida tres veces por el Partido Comunista Chino (PCCh) en la provincia de Shanxi, al norte de China, y sometida a torturas inhumanas y tratos crueles. Su familia también se ha visto afectada y ha sufrido daños físicos y psicológicos.
Zhen Zhizhuo (seudónimo) ha estado practicando Falun Gong en la ciudad de Taiyuán en Shanxi, a pesar de los esfuerzos del Partido Comunista Chino por hacer que abandone sus creencias.
Después de que las autoridades chinas prohibieran el Falun Gong y lo incluyeran en la lista de xie jiao en 1999, el 20 de diciembre de 2000, Zhen y otros tres practicantes fueron a la Oficina de Atención al Ciudadano de Pekín para explicar los beneficios del Falun Gong para el ser humano y solicitar que se les permitieran practicarlo libremente. Sin embargo, en lugar de asistir a una audiencia, Zhen y los demás se encontraron con agentes de la policía local que los detuvieron, los encerraron en el maletero de una patrulla y los trasladaron a un lugar secreto para interrogarlos.
Durante el “interrogatorio”, Zhen fue despojada de su ropa y obligada a colocarse cerca de un ducto de aire acondicionado y pararse descalza sobre hielo. Según explicó Zhen, todo ocurrió durante el solsticio de invierno, estaba prácticamente congelada y en ropa interior. Las autoridades la dejaban en ese estado y regresaban cada 30 minutos para hacerle más preguntas. Cuando se negaba a responder, la golpeaban con fuerza en el rostro.
Esta tortura se prolongó toda la noche.
Estuvo detenida por cinco días y luego la trasladaron al Centro de Detención de la ciudad de Taiyuán, donde la policía intentó convencerla de que firmara una carta de arrepentimiento asegurando que renunciaría a sus creencias religiosas. Zhen se negó. Después de retenerla ilegalmente durante tres meses, la trasladaron al Centro Correccional de Zhencheng, donde, según Zhen, varios cientos de practicantes del Falun Gong también estaban detenidos.
Durante su tiempo en prisión, Zhen se vio obligada a estudiar material contra el Falun Gong a diario. Si se negaba a condenar sus creencias, la castigaban haciéndola permanecer de pie desde la mañana hasta que la dejasen volver a su habitación para dormir. Una vez, mientras intentaba practicar el Falun Gong sentada en su cama, una funcionaria la descubrió, la golpeó con fuerza en los brazos y luego le arrojó un cubo de agua fría. Además, la tiró al suelo y la pinchó repetidamente con un alfiler, desde la planta del pie hasta las palmas de las manos, hasta que todo el cuerpo de Zhen se cubrió de ampollas y el dolor resultaba insoportable.
Cuando se encontraron escrituras escondidas en su cama, fue trasladada rápidamente a una oficina que tenía una ventana con barrotes de hierro en la que seis o siete policías la golpearon. Debido a la golpiza, se aflojaron algunos de sus dientes y, con el tiempo, comenzó a quedarse sin raíces. Además, comenzó a perder la audición en su oído derecho.
Zhen fue liberada bajo fianza seis meses después. Sin embargo, la tortura del PCCh continuaría.
En noviembre de 2005, cuando Zhen Zhizhuo llevaba a dos practicantes ancianos del Falun Gong a la estación de tren, fue detenida por la policía de la estación por llevar una caja con materiales y CD del Falun Gong y volvió a ser trasladada al centro de detención local. Esta vez, fue detenida ilegalmente durante un año antes de que las autoridades la condenaran a tres años de prisión por “utilizar una organización xie jiao para contravenir la ley”.
Mientras estuvo en prisión, los guardias sometieron a Zhen Zhizhuo a un constante adoctrinamiento obligatorio para que rechazara sus creencias religiosas. Salvo a la hora de comer, Zhen estaba sola en su celda. Era obligada de manera constante a ver videos contra el Falun Gong. Mientras se proyectaban los videos, no se le permitía bajar la cabeza, cerrar los ojos, dormir ni ir al baño. La situación se prolongaba hasta medianoche, cuando se le permitía ir a dormir tras una inspección por parte del personal de supervisión. Como Zhen Zhizhuo se negó a escribir una carta de arrepentimiento, se le siguió tratando de ese modo. Fue torturada hasta quedar en los huesos.
Tras su segunda liberación de prisión, a finales de 2008, Zhen continuó practicando su religión, pero estaba en constante peligro debido a las políticas para acabar con el Falun Gong del PCCh.
En 2014, Zhen Zhizhuo distribuía folletos religiosos en un vecindario de la ciudad de Taiyuán, en Shanxi, cuando fue capturada de nuevo por agentes de la comisaría local. Después de permanecer en un centro de detención durante cuatro meses, Zhen Zhizhuo fue acusada del mismo delito que antes y condenada a tres años y medio de prisión.
Una vez más, la vida de Zhen Zhizhuo se convirtió en un infierno en la cárcel hasta que fue liberada, tres años y medio después.
Zhen sigue bajo control policial: debe presentarse en la comisaría local una vez al mes. Una vez se enfermó e incluso así debía seguir cumpliendo con lo establecido. Sólo pudo ir al hospital cuando la policía la autorizó.
En la actualidad, Zhen es vigilada de cerca por las autoridades.
Informado por Feng Gang