Creyentes procedentes de Shandong, pertenecientes a iglesias domésticas, comparten su experiencia de un arriesgado viaje a la región Uigur para comprobar cómo practican su fe otras personas religiosas.
por Li Mingxuan
La Región Autónoma Uigur de Sinkiang, conocida por la represión llevada a cabo contra la población étnica musulmana, también es un sitio peligroso para cualquier persona religiosa. Al igual que en el resto de China, los cristianos pertenecientes a iglesias domésticas emplazadas en la lejana región occidental de China también son estrictamente controlados. Esto es lo que un grupo de cristianos, procedentes de la provincia oriental de Shandong, descubrieron cuando visitaron Sinkiang el pasado mes de octubre. Los mismos compartieron sus impresiones con Bitter Winter.
Hablar sobre fe es un tema tabú
Tan pronto como los visitantes ingresaron a Sinkiang, sintieron que el ambiente general era extremadamente tenso. «Había policías completamente armados por todas partes, y controles de seguridad establecidos cada pocos metros. El lugar estaba repleto de cámaras de vigilancia y de instalaciones de monitoreo. Todo lo que hace la gente es controlado por el Gobierno. Tomé una foto en un lugar pintoresco y de pronto, un oficial de policía me obligó a borrarla», recordó uno de los visitantes cristianos.
Si cuatro o cinco personas están charlando en la calle, la policía los interrogará para saber lo que están haciendo, y luego los obligará a dispersarse. «Mientras estábamos hablando sobre fe en un espacio público, un niño de la zona que se hallaba cerca nuestro, nos recordó que no debíamos hablar sobre tales cosas», añadió el cristiano.
Un domingo, pasaron por una iglesia de las Tres Autonomías y descubrieron autos de policía aparcados frente a la entrada de la misma y numerosos agentes de policía vigilando el lugar. Cada persona que deseaba ingresar a la iglesia tenía que mostrar su tarjeta de identificación y someterse a una inspección.
Una visita peligrosa
Creyentes locales afirmaron que la situación de los cristianos en Sinkiang es terrible. «¿Por qué vinieron? ¿Desean morir?», les preguntaron a los visitantes.
«Los mismos afirmaron que el Gobierno puede detener a los cristianos sin ninguna razón, y que aún no se sabía qué había sucedido con algunas personas que habían sido arrestadas. Se lamentaron de lo aterradora que es su vida», le dijo uno de los cristianos que había visitado la región a Bitter Winter.
Los cristianos procedentes de Shandong no se atrevieron a ponerse en contacto telefónico con creyentes locales debido a que las llamadas son monitoreadas. Temían que, si llegaban a cometer el mínimo error, sus compañeros cristianos se verían implicados. Uno de los cristianos locales contó que una vez mencionó la palabra china utilizada para “dios» (shàngdì) en el teléfono, y la llamada fue cortada poco después. Para organizar reuniones por teléfono, generalmente hablan en código, como por ejemplo, «salgamos a comer un poco de cordero».
Según un cristiano local, algunos pastores pertenecientes a la Iglesia de las Tres Autonomías han sido arrestados y enviados a campamentos de transformación por medio de educación, y no se sabe cuándo serán liberados.
No es seguro celebrar reuniones de caracter religioso
Cristianos locales afirmaron que no era seguro celebrar reuniones en los hogares. Una mujer local que solía organizar reuniones en su apartamento dejó de hacerlo por temor a ser perseguida. Añadió que debido a la estricta vigilancia y a la represión llevada a cabo contra lugares de culto de manera regular, muchas iglesias domésticas también se ven imposibilitadas de celebrar reuniones con regularidad.
En prácticamente todas las comunidades residenciales se han instalado cámaras de vigilancia y, para ingresar a las mismas, todos deben deslizar una tarjeta electrónica. En la pantalla se muestra la cantidad de personas que han ido a visitar cada apartamento. Los creyentes generalmente se reúnen durante las primeras horas de la mañana, a alrededor de las 5 de la mañana, antes de que el personal de la comunidad comience a trabajar. Esta situación adversa ha dado lugar a que muchos creyentes no tengan a nadie que los guíe, y el proselitismo es aún más difícil.
El personal administrativo de la comunidad también va de puerta en puerta para investigar las creencias religiosas de los residentes. Los que están registrados como religiosos deben visitar la oficina comunitaria una vez a la semana para estudiar las políticas nacionales y adquirir «conocimiento patriótico».
Para no ser vistos por las autoridades durante la visita, los cristianos alquilaron dos tiendas de campaña tradicionales nómadas, denominadas yurtas, en un sitio de atracción turística, donde pasaron todo el día hablando, mientras uno de ellos hacía guardia en el exterior en todo momento.
Un día, durante la visita, los cristianos alquilaron un autobús turístico para celebrar una reunión y fueron llevados hasta un área escasamente poblada. El conductor, que no era cristiano, bajó del autobús para poder hacer guardia.