Bitter Winter visitó dos comunidades residenciales de la ciudad de Shihezi que contienen rastros de la brutal represión llevada a cabo por el PCCh contra el pueblo hui.
por Xiang Yi
Los musulmanes de etnia hui, para quienes el chino es su lengua materna y viven en varias partes de China, habían sido tratados durante mucho tiempo por el Partido Comunista Chino (PCCh) como los musulmanes «buenos» que se habían integrado en el sistema oficial del país. Pero la situación está cambiando: con la legislación recientemente adoptada, la cual promete “sinizar” a todos los musulmanes que se encuentren fuera de la Región Autónoma Uigur de Sinkiang en un plazo de cinco años, los musulmanes de etnia hui también comenzaron a sentir la dura mano de la persecución llevada a cabo por el PCCh. Los que viven en Sinkiang también son severamente reprimidos.
Shihezi, una ciudad a nivel de subprefectura, construida para el desarrollo del Cuerpo de Producción y Construcción de Sinkiang a principios de la década de 1950, está situada en la parte norte de la región. A pesar de que la ciudad se encuentra mayoritariamente poblada por chinos de etnia han, también contiene numerosos rastros de la brutal represión llevada a cabo contra los musulmanes étnicos. Incluso las casas donde vive la gente se han convertido en testigos silenciosos de la campaña antiislámica del PCCh.
Lo que esconde el fuego
Un muro de la Comunidad Residencial de Yiyuan en el 142º Regimiento de Shihezi tiene marcas ennegrecidas. Numerosos residentes saben que fueron dejadas por un incendio iniciado por dos jóvenes, pero no muchos conocen la historia completa. Un residente de la comunidad se la contó a Bitter Winter.
En agosto de 2018, como parte del programa de «estancia en el hogar» –una campaña gubernamental que envía a cuadros chinos de etnia han del Partido y a empleados de instituciones estatales y de organizaciones administradas por el Gobierno a vivir con familias musulmanas para adoctrinarlas– dos profesores de la Escuela Secundaria Xin’an del regimiento fueron asignados para vivir con una familia compuesta por dos hermanos musulmanes de etnia hui (de 14 y 16 años) que estudiaban en su escuela.
Dado que los funcionarios asignados pasan el día con las familias musulmanas, “viviendo, comiendo, trabajando y aprendiendo juntos”, actúan como espías del Estado en el lugar, capaces de observar a diario la vida de las familias en estrecha proximidad. Sobre todo, se les asigna la tarea de investigar sus creencias religiosas y actitudes hacia el régimen del PCCh. Cuando se descubren «personas problemáticas», las mismas son arrestadas y generalmente detenidas en campamentos de transformación por medio de educación.
Un día los dos profesores vieron a los padres de los jóvenes rezar en su hogar y los denunciaron a la policía. Como era de esperar, pronto, los padres fueron enviados a un campamento para «ser reeducados». Algunos dicen que durante 15 años, aunque dicho dato es difícil de confirmar.
Los dos jóvenes fueron abandonados a su suerte. Solos, incapaces de controlar su ira, dos semanas después del arresto, los muchachos prendieron fuego a una de las bicicletas eléctricas de los profesores que estaba estacionada en el primer piso del edificio residencial. Más tarde ese mismo día, también iniciaron un incendio en el edificio donde vivía el otro profesor. Por la noche, la policía fue a buscar a los jóvenes y se los llevó esposados. Desde entonces nadie ha oído nada sobre la familia.
“Solo unos pocos huis étnicos del regimiento no están en los campamentos. Han sido sumamente reprimidos”, afirmó el hombre, finalizando su historia.
Huyendo del terror
En una comunidad cercana, varias casas de una planta parecen abandonadas. Sus puertas quedaron entreabiertas y la nieve se acumula en su interior. Los residentes le explicaron a Bitter Winter que allí solían vivir personas de etnia hui de la Región Autónoma Hui de Ningxia que se habían trasladado a Sinkiang para trabajar. En el año 2018, más de 30 familias se marcharon apresuradamente, sin siquiera intentar vender sus casas.
«El Gobierno fue muy duro con esos musulmanes», recordó un residente. “Prohibieron que las mujeres de etnia hui usaran velos y todos debían presentarse en la estación de policía cada mañana. Cada lunes, los huis debían asistir a la ceremonia de izamiento de la bandera nacional y cantar el himno nacional. Los que no lo sabían cantar eran castigados: obligados a aprender a cantar el himno por su cuenta, multados con 200 yuanes (alrededor de 28 dólares) u obligados a trabajar un día sin paga. Las autoridades les entregaban a los huis varios artículos en los que se alababa al Partido Comunista Chino y los obligaban a leerlos en voz alta».
Las estrictas medidas de control del PCCh han obligado a los huis que permanecen en el 142º Regimiento a ser sumamente cautelosos, especialmente a mantenerse alejados de la religión. «Algunos residentes fueron arrestados por haber estudiado el Corán en grupos de WeChat hace cinco años», le dijo otro residente a Bitter Winter. “Otros fueron detenidos en campamentos solo por haber leído algo que el PCCh había prohibido. Todavía no se les permite regresar a sus hogares. Los oficiales de policía de Sinkiang pueden revisar los teléfonos móviles de las personas cuando les plazca».