Revista sobre \n la libertad religiosa y \n los derechos humanos en China
Las famosas escuelas deben cortar todos los lazos con su pasado histórico, abandonando sus túnicas y eliminando estatuas y nombres que evoquen sus orígenes budistas.
En la China actual, incluso las prácticas o rituales más inocentes relacionados con la fe pueden causar problemas con las autoridades.
Dos gigantescas estatuas de Buda fueron demolidas en el mes de septiembre, a pesar de los intentos de los creyentes de la localidad por protegerlas.
Las autoridades de la provincia de Zhejiang demolieron un templo en la ciudad de Ningbo a finales de agosto, golpeando violentamente a los creyentes que protestaban.
Según documentos emitidos por algunos municipios de la provincia de Shanxi, el clero está sujeto a inspecciones anuales y sus movimientos están restringidos.
Mientras innumerables templos budistas están siendo destruidos en toda China, las estatuas de deidades en los lugares de culto que aún persisten están siendo reemplazadas por las de Mao Zedong.
En la ciudad de Dengfeng, en Henán, las autoridades están implementando un extenso programa de demolición que tiene como objetivo sitios religiosos: partes de 36 templos, incluyendo diez sitios históricos y culturales protegidos, han sido destruidos.
Un templo budista fue demolido en Hunan y varias personas fueron golpeadas mientras protestaban en contra de la demolición.
En la China de Xi Jinping, incluso el budismo, una religión que ha sido practicada tradicionalmente en el país, no se encuentra seguro.
Las autoridades utilizaron explosivos para demoler una estatua budista de cinco metros de altura que se encontraba al aire libre en la provincia de Hubei supuestamente por obstruir la visibilidad de los aviones.
Funcionarios del gobierno ordenaron modificar un nuevo mural con temática budista situado en la provincia de Shanxi, alegando que se trataba de un «problema político» serio.
Más templos fueron clausurados recientemente en Hubei, a pesar de que poseían permisos y documentos en orden.
Hace cuatro años, las autoridades movilizaron a más de 1000 personas para destruir seis templos budistas en la provincia de Zhejiang.
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