Revista sobre \n la libertad religiosa y \n los derechos humanos en China
Noticias sobre vigilancia masiva en China: actualidad, vídeos, fotos.
China combina tecnología de vigilancia de vanguardia con la tradicional represión comunista de estilo policial-estatal, para crear una distopía orwelliana del siglo XXI en la región de Sinkiang y más allá.
Los nuevos dispositivos especialmente desarrollados permiten que los oficiales de policía tengan acceso a bases de datos de los ciudadanos mediante el uso de reconocimiento facial y otros datos biométricos.
En la actualidad, se está llevando a cabo una represión integral: los creyentes son registrados, enviados a «clases» de transformación por medio de educación y cada vez se instalan más cámaras de vigilancia.
La vigilancia de miembros de iglesias está aumentando, ya que cada uno de sus movimientos es monitoreado y su información personal analizada para implementar mayores medidas represivas y de control.
Además de los omnipresentes sistemas de vigilancia, los creyentes en China también deben estar atentos al personal asignado por el Gobierno que los vigila las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
El «sistema cinco en uno» asigna a funcionarios y familiares para monitorear a personas que han sido puestas en libertad pertenecientes a alguno de los grupos religiosos prohibidos en China.
Un documento confidencial recientemente descubierto detalla la campaña puesta en marcha en el año 2018 para a acabar con este nuevo movimiento religioso cristiano perseguido en una ciudad de la provincia de Jiangsu.
China expande sus sistemas de vigilancia draconianos para monitorear, rastrear y perseguir a los ciudadanos, con especial atención a las poblaciones religiosas y de paso.
Solo a causa de su identidad étnica, los uigures de Sinkiang son vigilados y controlados por las autoridades chinas.
Las autoridades están utilizando sistemas de posicionamiento satelital, drones y otras herramientas de alta tecnología para vigilar a los creyentes.
Se allanan lugares de culto, se incautan biblias y artículos religiosos, y se registra y fotografía a los creyentes para mantenerlos más estrechamente vigilados.
Bajo el pretexto de «desradicalización», el PCCh ha extendido su control sobre la población de Sinkiang a todos los aspectos de la vida diaria.
Las autoridades chinas utilizan lo último en tecnología para monitorear a la disidencia. Los macrodatos permiten que WeChat y que otras redes sociales rastreen cada movimiento llevado a cabo por los ciudadanos.
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