Revista sobre \n la libertad religiosa y \n los derechos humanos en China
En nombre de la resistencia a la «infiltración religiosa extranjera», el PCCh impide que los creyentes viajen al extranjero y tengan contacto con grupos o individuos extranjeros.
Las autoridades chinas están confiscando los pasaportes de ciudadanos, asegurándose de que solo las personas «políticamente limpias» y patriotas puedan salir del país.
Incluso los viajes personales para visitar a familiares requieren permiso, y se deben presentar itinerarios detallados. La falta de cumplimiento puede dar como resultado la clausura de iglesias.
Los blancos de estas restricciones incluyen a maestros y trabajadores de la salud, además de funcionarios de bajo nivel.
Los creyentes chinos están descubriendo que sus viajes están siendo monitoreados o prohibidos. Los mismos le temen al sistema de crédito social y a la creciente presión ejercida sobre sus familiares.
Un grupo de creyentes de una Iglesia doméstica planearon un viaje a Tierra Santa. Se les negó el viaje y sus iglesias fueron acosadas, cerradas y forzadas a fusionarse.
Una predicadora de una iglesia doméstica fue arrestada en 1998 y aunque la pusieron en libertad relativamente pronto, sigue sufriendo el hostigamiento de las autoridades.
Las autoridades de Sinkiang controlan de manera estricta a los ciudadanos chinos que viajan al exterior y hasta pueden llegar a retener y revocar sus pasaportes.
En China, a los sacerdotes se les restringen los viajes al exterior y sus movimientos son monitoreados a través de teléfonos móviles y cámaras de vigilancia.
Las autoridades se negaron a emitir visas de turista a ciudadanos que desean visitar Corea del Sur.
No breaking news found!
