Revista sobre \n la libertad religiosa y \n los derechos humanos en China
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A pesar de ser originario de China, el taoísmo también se ha convertido en un objetivo de la campaña antirreligiosa: se clausuran y convierten lugares de culto y se prohíben las tradicionales ferias de templos.
El director de un templo taoísta emplazado en la provincia de Hubei recibió la orden de erigir la bandera nacional china frente a su templo. Se sintió mal, se desplomó en la base del mástil, y murió.
Las medidas afectan directamente las bases de una de las “tres enseñanzas” de la espiritualidad y la religión tradicionales chinas, junto con el confucianismo y el budismo.
Ocho años después de haber asistido a la ceremonia de revelación, las mismas autoridades locales ahora dicen que la estatua del santo taoísta no ha sido aprobada y debe desaparecer.
Al detener las aprobaciones para las casas de culto, que son requeridas por el Gobierno chino, se están cerrando más templos budistas y taoístas.
En la nueva China, los objetos budistas y taoístas son destruidos, y los templos son convertidos en edificios impersonales creados para adorar al Estado.
El Partido Comunista Chino se niega a procesar las solicitudes de templos budistas y taoístas, y luego se apresura a destruirlos.
En lo que se reconoce como la represión más severa contra el budismo y el taoísmo desde la Revolución Cultural, se están demoliendo antiguos templos y estatuas a lo largo de todo el país.
Las autoridades ordenaron la demolición del Templo del Palacio de Yaochi porque supuestamente «violaba leyes de construcción», siendo éste el pretexto que los funcionarios utilizan a menudo para atacar sitios de congregación religiosa en China.
A raíz de la cruzada del Partido Comunista por la completa erradicación de las creencias religiosas, las autoridades chinas están atacando al taoísmo, la antigua religión del país.
Según documentos emitidos por algunos municipios de la provincia de Shanxi, el clero está sujeto a inspecciones anuales y sus movimientos están restringidos.
En la ciudad de Dengfeng, en Henán, las autoridades están implementando un extenso programa de demolición que tiene como objetivo sitios religiosos: partes de 36 templos, incluyendo diez sitios históricos y culturales protegidos, han sido destruidos.
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