Las autoridades están acosando a un templo budista, una vez floreciente, de más de 1000 años de antigüedad, y sometiendo a los monjes del mismo a un mayor control y adoctrinamiento.
Feng Gang
En el actual clima de persecución religiosa en China, incluso los lugares de culto aprobados por el Partido Comunista Chino (PCCh) están siendo perseguidos. Un ejemplo de ello está dado por el Templo de Shengquan (聖泉寺), un templo antiguo de más de mil años situado en la aldea de Xinxing, en los suburbios de la ciudad de Yangquan, en la provincia china norteña de Shanxi. El templo que una vez fuera el centro de las actividades budistas locales, bajo la represión de las autoridades del PCCh, está presenciando un declive gradual y se enfrenta a su clausura.
El Templo de Shengquan fue construido durante el reinado de la dinastía Tang, la cual abarcó desde el siglo VII hasta el X. Fue gravemente dañado durante la Revolución Cultural, y casi todas las estatuas que se hallaban en su interior fueron retiradas. Luego de que, en el año 1993, el Venerable Dinghui se convirtiera en el abad del Templo de Shengquan, el mismo organizó a los monjes del templo para recaudar fondos, con los cuales lo repararon y expandieron su complejo de edificios, a un costo total de más de 30 millones de yuanes (más de 4.4 millones de dólares), y la cantidad de monjes aumentó superando los 100. Mientras que el Venerable Dinghui daba conferencias para promover las enseñanzas del budismo, cada vez más fieles acudían al templo y el mismo prosperaba más y más.
No obstante, a partir del año 2017, la Agencia de Asuntos Religiosos local exigió que el templo redujera su escala, y ordenó la demolición de sus edificios. Durante el año siguiente, la Agencia demolió sucesivamente tres edificios del complejo expandido del templo con el pretexto de que eran de «calidad inferior», dejando en pie solo el pequeño templo previo a la expansión. La mayoría de los monjes residentes fueron desalojados del templo y una estatua de Buda de 18 metros de altura que se hallaba situada dentro del templo fue retirada del mismo. Debido a la demolición, las estatuas que una vez estuvieron dentro no tenían dónde ser colocadas, por lo que fueron abandonadas bajo los aleros de los edificios destruidos del complejo expandido del templo.
Según un observador que sigue de cerca el estado de la libertad religiosa en China, el hecho de que el Gobierno chino a menudo cite razones como «calidad deficiente» o «medidas de control de incendios inadecuadas» para clausurar o demoler lugares de culto se utiliza para justificar y «legalizar» la supresión religiosa y es un intento de encubrir la verdad oculta detrás de tal accionar.
Un budista que solicitó permanecer en el anonimato le dijo a Bitter Winter que la represión llevada a cabo contra el templo por parte de las autoridades se extiende mucho más allá de demoler sus edificios. Las autoridades también intentan fortalecer la transformación ideológica de los monjes del templo.
El mismo reveló que el actual abad del templo, Yizhao, quien en el año 2014 sucedió al Venerable Dinghui por nombramiento del PCCh, ha cooperado de manera total con la política de demolición forzada de las autoridades. Se le citó diciendo que, independientemente de dónde uno se encuentre, el Partido siempre debe ser lo primero. Según el nuevo abad, desobedecer al Partido equivale a una rebelión; incluso cuando se adore a Buda, primero hay que agradecer al Partido.
El budista le dijo a Bitter Winter que el abad afirmó una vez que los monjes no deberían ser tan supersticiosos. “Todos ustedes dicen que creer en Buda puede mantenerlos a salvo, pero ¿los ha salvado? ¡De ningún modo! Tener al Partido y al Estado es suficiente», según algunos budistas estas habían sido palabras del abad Yizhao.
Ayudado por el nuevo abad, el PCCh está «sinificando» exitosamente el templo. La Agencia de Asuntos Religiosos de la ciudad de Yangquan a menudo exige que los monjes del templo transcriban las reglas del Partido y varios documentos gubernamentales, que luego son enviados por el abad a la Asociación Budista China. Funcionarios también realizan evaluaciones de los monjes del templo a intervalos irregulares.
Un budista local afirmó: “En la actualidad, el templo es administrado por el Estado. Cada vez que los funcionarios de la Agencia de Asuntos Religiosos se presentan en el mismo para efectuar una inspección, estos monjes se ven obligados a estudiar [las políticas del PCCh]. No hay nada que puedan hacer al respecto. Los monjes deben recitar las Sagradas Escrituras budistas y adorar a Buda, pero ahora se ven obligados a recitar documentos gubernamentales y a adorar al Partido Comunista».
El mismo añadió: «El Gobierno siempre encuentra innumerables excusas para reprimir a la religión, pero la esencia siempre es la misma: el objetivo final de las autoridades siempre ha sido hacer que la religión desaparezca».