Una mujer que fue confinada a un “centro de educación legal” debido a sus creencias cristianas relata haber sufrido adoctrinamiento, privación del sueño y vigilancia.
Jian Yongjiu (seudónimo), miembro de La Iglesia de Dios Todopoderoso (IDT), describió a Bitter Winter su experiencia personal de haber sido detenida en un “centro de educación legal” durante 22 días. Este testimonio detallado y muy personal arroja una luz tanto sobre las técnicas utilizadas al interior de los centros como sobre la angustia mental y espiritual que padecen los detenidos.
La señorita Jian cuenta a Bitter Winter: “En el centro de detención, es el cuerpo humano el que es torturado. En las clases de adoctrinamiento, es la voluntad humana y el espíritu lo que se destruye. Para una persona de fe, ser sometida a un adoctrinamiento obligatorio no solo provoca angustia mental, sino que, además, el alma es sometida a una represión y una agonía insoportables”.
La terrible experiencia de la señorita Jian comenzó el 11 de septiembre de 2018, cuando fue arrestada por la policía del Partido Comunista de China (PCCh). Fue detenida por, supuestamente, “organizar y utilizar una organización xie jiao para debilitar el orden público estatal”. El 20 de septiembre fue enviada a un “centro de educación legal” en la ciudad de Hangzhou, en la provincia costera oriental de Zhejiang, para recibir adoctrinamiento y reformación.
Bitter Winter ha publicado informes de que las clases de adoctrinamiento y la “transformación a través de educación” se han vuelto un medio importante para que el PCCh combata las creencias religiosas. Previo a la aparición de los campamentos de transformación a través de educación en Sinkiang, los “centros de educación legal” —a menudo llamados “cárceles negras” por sus víctimas— fueron ampliamente utilizados por el PCCh para perseguir y adoctrinar a las personas de fe.
Cuando la señorita Jian llegó a este campo de adoctrinamiento, establecido en un hotel readaptado por las autoridades, el vestíbulo del lugar se encontraba repleto de oficiales de policía y guardias de seguridad, así como de personal uniformado con insignias de trabajo en el pecho. Al interior del centro, colocaron eslóganes en ambos lados de los corredores y dentro de todas las habitaciones que promocionaban al Partido Comunista y blasfemaban en contra de Dios. Cada habitación estaba totalmente ocupada con personas de fe que habían sido detenidas.
Cada habitación tenía puertas de hierro y cerraduras de hierro, como una prisión. Se colocaron guardias de seguridad en cada entrada que conducía a las escaleras y era necesario presentar documentación cuandoquiera que alguien entraba o salía. La señorita Jian dijo que fue escoltada por tres “tutoras” a una habitación en el cuarto piso. La habitación solo tenía un pequeño tragaluz. Dos tutoras, especialmente entrenadas para ayudar a las detenidas a pasar por una “transformación ideológica” —esto es, para forzar a los creyentes a retractarse de sus creencias—, se turnaban para vigilarla las 24 horas del día. Incluso dormían con ella en la misma habitación y la cama de la señorita Jian se encontraba en medio de la de las dos tutoras. Una cámara de vigilancia estaba dirigida justo a la cama de la señorita Jian para vigilar cualquier intento de orar en secreto. Cada uno de sus movimientos estaba monitoreado y las tutoras la acompañaban a las clases de adoctrinamiento y se aseguraban de que hiciera su “tarea”.
“Dentro de la sala de juntas donde se estaba llevando a cabo la educación de adoctrinamiento, había dos cámaras de vigilancia dirigidas hacia nosotros. Nos monitoreaban a lo largo de toda la clase”, dijo la señorita Jian. Una trabajadora gubernamental de la comunidad donde vive la señorita Jian fue llevada al centro para hacerse cargo de “guiarla” durante las clases.
La vigilancia continua las 24 horas del día por parte de los empleados del centro y las cámaras en cada habitación provocaron en la señorita Jian una ansiedad extrema. “Ni siquiera mientras descansaba por la noche se relajaba la vigilancia. Una noche, me tomé un poco más de tiempo en el baño y un guardia de seguridad irrumpió en el baño para ver qué estaba haciendo. Cuando vio que estaba lavándome las manos, me lanzó una mirada de enojo antes de salir”.
Las clases de adoctrinamiento duraban dos horas y media, tanto por la mañana como por la tarde. Este tiempo de clase era la parte más atroz para la señorita Jian. Al principio de su confinamiento, el personal forzaba a los detenidos a ver videos propagandísticos del Partido Comunista. Entre los temas se encontraban cómo el Partido Comunista proporciona auxilio durante los terremotos y cómo sirve a las personas, cuán avanzada es la tecnología de China y temas similares. Al final de las clases, a los estudiantes se les obliga a cantar canciones que agradecen al Partido Comunista.
Después de tres días, los instructores comenzaron a reproducir videos sobre xie jiao. “Por supuesto, todas las críticas hacia la religión son acusaciones hechas por el PCCh”, dijo la señorita Jian. De acuerdo con ella, el contenido que vio sobre su Iglesia es completamente distinto al de la verdadera doctrina de la Iglesia de Dios Todopoderoso. El contenido de los videos fue sacado de contexto o consistía en cargos deliberadamente fabricados. En su opinión, algunos cargos o acusaciones estaban llenos de vacíos legales y no soportarían ningún tipo de escrutinio. “Por supuesto, para las personas que conocen poco sobre la Iglesia de Dios Todopoderoso, tal contenido puede ser altamente engañoso”.
“Todos los días era forzada a ver contenido que condenaba y difamaba mi fe, pero no se me permitía refutarlo”, continuó. Todos los días, después de clase, las tutoras forzaban a la señorita Jian a “hacer su tarea” y la acompañaban en el proceso. La “tarea” consistía en cinco a siete preguntas, de las cuales dos o tres requerían que ella escribiera blasfemias contra Dios. Si no escribía lo que se le decía, no se le permitía dormir. Si las tutoras no quedaban satisfechas con lo que escribía, se le exigía que volviera a escribirlo. La señorita Jian dijo que, para un cristiano, blasfemar contra Dios es difícil de aceptar para el propio corazón y es extremadamente doloroso; es, incluso, todavía más insoportable que la tortura. Cada vez que la señorita Jian hacía “tarea”, era como “entrar en un campo de batalla”.
En una ocasión, las tutoras dijeron a la señorita Jian que expresara clara e inequívocamente blasfemias contra Dios. La señorita Jian se negó a hacerlo y las desafió: “La constitución nacional expresamente establece la libertad de creencia de los ciudadanos. ¿Por qué atormentan y persiguen a los cristianos?” Supuestamente, una de las tutoras dijo: “¿Para quién es la libertad de creencia? Naciste en China, así que tienes que obedecer al Partido Comunista. La creencia en Dios es lo que más odia el Partido Comunista. Si quieres libertad [no la obtendrás] a menos que vayas al extranjero”.
Después de ser “entrenada” en el “centro de educación legal” por cinco días, la señorita Jian no había abandonado su fe, así que fue intimidada y coaccionada para hacer declaraciones de blasfemia contra Dios y a escribir la declaración de “garantía, arrepentimiento, ruptura y crítica”, que significaría renunciar a su fe.
Como se negó a firmar las declaraciones, las dos tutoras se turnaron para monitorear a la señorita Jian y no le permitieron dormir. Debido a su tormento mental y espiritual, la señorita Jian no podía comer y, como resultado, bajó de peso. “Si no hubiera sido guiada por la palabra de Dios, me habría vuelto loca. El PCCh es malo”, dijo la señorita Jian con angustia.
Incluso después de que la señorita Jian fue liberada el 12 de octubre, la policía no dejó el asunto por la paz. Obligaron al esposo de la señorita Jian a que le impidiera creer en Dios e incluso amenazaron a la señorita Jian con que, si seguía creyendo en Dios, le confiscarían su vivienda pública de alquiler. Una mujer que lleva puesto un brazalete rojo de “tarea especial” rastrea y monitorea a la señorita Jian cerca de su casa.
La historia de la señorita Jian no es más que una entre muchas parecidas. Las estadísticas sobre la persecución religiosa en China pueden ser abrumadoras, pero la historia del sufrimiento de una persona puede ayudarnos a entender la verdadera naturaleza de la persecución religiosa.
Informado por Lin Yijiang