Este cruel método de tortura que lleva a un daño físico y psicológico severo se utiliza a menudo para interrogar a los creyentes religiosos en China.
por Jiang Tao
El gobierno chino firmó la Convención de las Naciones Unidas en contra de la Tortura en 1986 pero nunca ha cumplido con ella. Las autoridades policiales en China utilizan casi 100 formas de tortura extrema. La más ampliamente conocida es el “banco del tigre”. Las personas detenidas también son forzadas a beber agua de chile picante, aceite de mostaza, materia fecal o salmuera concentrada; son expuestos a temperaturas extremadamente calientes o extremadamente frías; partes de su cuerpo son quemadas con fuego; se les insertan debajo de las uñas agujas o varas de bambú.
La privación del sueño puede sonar inofensiva, pero se reconoce universalmente como una de las formas de tortura más crueles. Se utiliza ampliamente porque no deja ningún tipo de marca en el cuerpo de la víctima pero ayuda a quebrantar su voluntad. “Agotar al águila”, una expresión que se utiliza a menudo para describir la tortura de la privación extendida del sueño, proviene del entrenamiento a las aves: los pies de un águila son atadas con un cordón y cuandoquiera que cierra los ojos, el entrenador balancea el cordón, despertando al ave; al mismo tiempo, se dirige una luz intensa a los ojos del águila. Normalmente, no toma más de tres días para que el águila se agote y se convierta en un ave obediente.
Lo mismo les ocurre a las personas que pasan por este método de tortura: son forzadas a estar de pie o sentadas y no se les permite dormir por varios días. Los interrogadores suelen mantener una luz brillante encendida en todo momento y hacen sonidos fuertes gritando o golpeando algo para impedir que la persona se quede dormida, pegándole al mismo tiempo.
Li Xinzhi, de 55 años de edad, miembro de la Iglesia de Dios Todopoderoso, un nuevo movimiento religioso cristiano chino, originario de la provincia de Hebei, experimentó esta tortura hace más de una década, y recientemente describió a Bitter Winter este traumatizante sufrimiento.
Muy tarde una noche de noviembre de 2002, quince oficiales de seguridad pública lo arrestaron sin mostrar ningún tipo de documentación después de que alguien dio el aviso de dónde se encontraba. Luego se lo llevaron a un hotel en otra ciudad y lo interrogaron a lo largo de toda la noche, pero no lograron obtener la información que querían: la lista de líderes de la iglesia y la información sobre sus fondos. Un oficial que se identificó como Zou, el jefe del departamento de policía, le ordenó a Li Xinzhi que hablara o que, de lo contrario, lo haría “sufrir durante siete días hasta que se doblegara”.
Fue entonces llevado a otra habitación donde un oficial de baja estatura lo miró de forma sádica y le dijo: “¡Comenzamos a ‘agotar al águila’!” Como no entendió, Li Xinzhi preguntó qué significaba eso. El oficial caminó de un lado al otro y le contestó de forma engreída: “¿No sabes lo que es ‘agotar al águila’? Los entrenadores de halcones no permiten a sus aves dormir y, con el tiempo, las hacen obedecer incondicionalmente”.
Otro oficial, un hombre alto, apuntó con el dedo a Li Xinzhi y dijo: “Estarás en un estado total de confusión en menos de siete días. Hablarás aun si nosotros no te obligamos a hacerlo”. El oficial de baja estatura continuó, disfrutando con el sufrimiento de Li Xinzhi: “Cuando tu piel es duramente golpeada dejas de sentir dolor, pero ‘agotar al águila’ es peor que la muerte. Aun si no mueres, sentirás como si te quitaran una capa de la piel”.
Cuando escuchó esto, Li Xinzhi se puso muy intranquilo porque entendió que, sin duda, se trataba de un método brutal de tortura. Solamente podía orar en silencio. Los oficiales siguieron interrogándolo sin parar sobre su fe y sobre la Iglesia, pero no les dijo nada.
Tres días después, la policía encontró una libreta con devociones espirituales y un libro de la palabra de Dios en el lugar de trabajo de Li Xinzhi. El jefe del departamento de policía regresó para interrogarlo. “¿Tienes algo que decirnos ahora? Habla, ¿quién te convirtió? ¿De dónde sacaste este libro?” Li Xinzhi no respondió, así que el jefe Zou le ordenó que se pusiera de pie. “En estos últimos días has estado bastante cómodo, ¿no es así? ¡No pienses que todos aquí son personas con las que es fácil lidiar!” Otro oficial intervino: “Ahora tenemos evidencia de tu delito. Aun si no hablas, podemos condenarte sin ningún tipo de confesión. Crees en Dios Todopoderoso, y si aun así no hablas, te entregaremos al Departamento de Seguridad Pública. Ellos no son tan buenos como nosotros. ¡Me sorprendería si no te golpearan a muerte!”
Li Xinzhi respondió: “Ya que usted dice que puede condenarme sin una confesión, ya no me interrogue más, ¡simplemente condéneme!” El jefe Zou hizo una señal con la mano y les gritó a otros oficiales: “No gasten saliva en él. ¡Simplemente háganse cargo!”
La policía comenzó a interrogar a Li Xinzhi 24 horas al día continuamente, en turnos de dos oficiales: tres turnos en un día. Aparte de ir a la celda de la prisión para tomar sus alimentos, pasaba el resto del tiempo en el banco del tigre privado de todo tipo de sueño; ni siquiera se le permitía cerrar los ojos para dormitar. Continuamente se le interrogaba y tenía dos luces de alta intensidad brillando directamente en su rostro en todo momento.
Li Xinzhi dijo que las tardes eran lo más difícil de soportar. Los haces de luz de las dos luces de alta intensidad le provocaban un dolor punzante en los ojos y era forzado a mantenerlos totalmente abiertos y a ver al frente. Tarde por la noche, dos oficiales solían sentarse frente a él y turnarse para tomar una siesta. En el instante en el que Li comenzaba a quedarse dormido, un oficial golpeaba sonoramente la mesa para sobresaltarlo y mantenerlo despierto.
Algunas veces, cuando los oficiales veían que estaba desesperadamente cansado, le abrían totalmente los ojos con los dedos. También solían bajarlo del banco del tigre y lo obligaban a levantar los brazos por encima de la cabeza, gritándole de forma irascible: “Sé bueno y párate ahí. Veremos si todavía estás somnoliento… ¡párate!” Después de estar parado durante un periodo largo, Li Xinzhi comenzaba a tambalearse por el agotamiento y los oficiales le pateaban las piernas, impidiéndole cerrar los ojos.
No le daban nada de beber, pero solían comer fruta o beber algo frente a él y lo tentaban: “¿Quieres? Si sueltas la sopa, te daremos algo de comer”.
Durante los interrogatorios, si no respondía o si no lo hacía lo suficientemente rápido, era castigado. En una ocasión, cuando se tardó en responder, los oficiales caminaron apresuradamente hacia él y lo golpearon y lo patearon. Luego lo tiraron al suelo y le aplastaron el rostro contra el piso: sus manos esposadas estaban debajo del banco. Estaba medio acostado y medio arrodillado en el suelo y, al poco tiempo, sus dos manos estaban dormidas, habiendo perdido toda sensibilidad. Al ver el dolor de Li Xinzhi, se rieron maliciosamente: “¡Te lo mereces! ¡Nadie te obligó a creer en Dios!” Li Xinzhi fue torturado casi a muerte. Al enfrentar semejante tortura inhumana, no podía hacer otra cosa más que seguir orando a Dios.
La combinación de las luces brillando en sus ojos y la privación del sueño dio como resultado que los ojos de Li Xinzhi estuvieran enrojecidos e hinchados; su vista se deterioró notablemente y su fortaleza quedó mermada; ni siquiera podía caminar con estabilidad. La policía tenía que arrastrarlo cada vez que era llevado a comer; de otra manera, se tropezaba y caía. No podía tragar la comida y solo quería dormir. Cuando se encontraba en este estado confuso, los oficiales golpeaban la mesa y le gritaban para sobresaltarlo. Esto le provocaba una terrible tensión psicológica y comenzó a alucinar de vez en cuando, como si estuviera en las nubes, mientras se encontraba en el banco del tigre. Ya no podía distinguir entre las alucinaciones y la realidad.
Los interminables interrogatorios agotaron totalmente el cuerpo y la mente de Xinzhi. Sufría de graves hemorroides, así que estar sentado en el duro y frío banco del tigre durante largos periodos le provocaba un dolor terrible. Dijo que en aquel momento sentía que la muerte sería menos dolorosa que vivir.
Después de alrededor de 15 días de tortura, Li Xinzhi estaba en un estado de confusión y se encontraba al borde de una crisis nerviosa. Preocupados de que algo fatal pudiera ocurrir y de que se les responsabilizara de ello, la policía le permitió descansar durante más de una hora ese día. También disminuyeron su monitoreo hacia él ya que sus interrogatorios no estaban arrojando nada. Aunque todavía estaba esposado en el cuarto de interrogatorios, la frecuencia de las preguntas disminuyó. Podía tener un breve y ocasional descanso en el banco del tigre o dormitar brevemente cuando veía que no lo estaban observando. Duró 23 días y noches de esta manera.
La brutal tortura le ha provocado a Li Xinzhi un daño físico severo: su vista se ha deteriorado, sus tiempos de reacción han disminuido, tiene lagunas mentales debido a la sobreestimulación neurológica y padece insomnio. A menudo tiene dolores de cabeza insoportables, como si le hubieran partido la cabeza por la mitad.
Hasta donde Li Xinzhi sabe, muchos otros creyentes en Dios Todopoderoso han sido torturados utilizando el método de “agotar al águila”. Bitter Winter ha recibido recientemente reportes de dos casos de ese mismo tipo que prueban que esa brutal tortura sigue utilizándose en China: un hombre que fue arrestado el 12 de junio de 2018 fue torturado durante once días mediante privación del sueño, y una mujer de más de sesenta años había sido sometida a esta tortura durante cuatro días.