A medida que la campaña de «sinización» de la religión se extiende por toda China, el Estado reutiliza lugares de culto, reemplazando textos y símbolos espirituales con propaganda.
por Zhou Xiaolu
El budismo chino está experimentando la crisis más severa desde la Revolución Cultural. Los templos, los cuales solían ser lugares pacíficos para rezar y cantar, en la actualidad están siendo sometidos a una rigurosa campaña de «sinización», quedando irreconocibles luego de ser modificados de acuerdo con los requisitos gubernamentales. Los símbolos religiosos están siendo cubiertos o eliminados de los templos y reemplazados con propaganda comunista y literatura sobre la cultura tradicional china.
El Templo Da’a Mituo emplazado en Xi’an, la capital de la provincia noroccidental de Shaanxi, es uno de los numerosos templos que el Estado ha reconvertido por la fuerza: su Sala de la Gran Fortaleza recientemente ha sido convertida en una biblioteca pública de estudios de la cultura nacional.
“¡Devuélvannos las estatuas budistas! ¡Devuélvannos la Sala de la Gran Fortaleza!”, exigían más de 20 budistas fuera del templo, durante una visita de las autoridades provinciales y distritales llevada a cabo a principios de septiembre.
Un testigo presencial afirmó que varios religiosos se veían sumamente angustiados mientras protestaban contra los cambios forzados llevados a cabo en el templo llorando, gritando y, algunos de ellos, arrodillándose frente a los autos de los funcionarios.
A pesar de los intentos llevados a cabo por los creyentes para explicar que sus emociones respondían al accionar gubernamental y que simplemente querían proteger algo muy querido por ellos, los funcionarios acusaron a los budistas de «asediarlos».
“Para nosotros, los budistas, el templo es nuestro hogar. Lo han ocupado. ¿A dónde se supone que debemos ir? Debemos proteger nuestro hogar”, les dijo, a modo de súplica, uno de los monjes que protestaba fuera del templo a los funcionarios.
Un budista local le relató a Bitter Winter los eventos que los habían conducido a tal reacción emocional, inusual para los budistas que tienden a mantenerse alejados de los asuntos mundanos.
El 27 de agosto, el abad del Templo Da’a Mituo recibió una notificación del Gobierno local en la que se le exigía eliminar u ocultar todos los símbolos religiosos existentes en la Sala de la Gran Fortaleza, incluidas las estatuas de Buda y de Arhats. La sala iba a ser convertida en una biblioteca cultural o en una clínica de medicina china. El Gobierno local ya había tomado medidas enérgicas contra el templo, desmantelando una estatua y clausurando la biblioteca de escrituras del templo.
“El Gobierno es una fuerza malvada, cuyo objetivo es ocultar todas las estatuas budistas y ocupar el templo de manera gradual. Ya no podemos actuar como ovejas”, añadió el budista.
Los budistas locales firmaron con sus huellas digitales una carta de petición en protesta contra la conversión forzosa de su templo y contrataron a dos abogados en un intento de proteger sus derechos de manera legal.
Carta de petición contra la conversión de la Sala de la Gran fortaleza.
No obstante, en China Continental, gobernada por el autocrático Partido Comunista, la ley solo existe de nombre. Por lo tanto, el Gobierno local ni siquiera respondió a la solicitud presentada por los budistas. En lugar de ello, convocaban frecuentemente al abad del templo para interrogarlo, amenazándolo con clausurar o desmantelar la Sala de la Gran Fortaleza si continuaba oponiéndose a su conversión. A fin de preservar el templo, el abad finalmente cedió.
A finales de septiembre, la sala de la Gran Fortaleza fue modificada hasta quedar irreconocible. Las estatuas fueron cubiertas con placas de yeso y el letrero del templo fue reemplazado por uno que dice: «Biblioteca de Bienestar Público para Estudios de la Cultura Nacional». La Sala estaba repleta de libros que promocionaban el «Pensamiento de Xi Jinping», la literatura tradicional china, el «Origen de las especies” de Charles Darwin y libros sobre historia y medicina tradicional china, no pudiéndose hallar nada sobre el budismo en la misma. A pesar de su abundancia, nadie parece estar interesado en leer los libros recientemente exhibidos.
La biblioteca solo conserva materiales propagandísticos, libros sobre medicina e historia china y literatura tradicional.
Intentando ocultar el hecho de que el Estado ha alterado el templo por la fuerza, los funcionarios locales le exigieron a la congregación que dijera en público que la biblioteca había sido instalada tras una solicitud presentada por el templo.
A fin de hacer cumplir la política de «sinización», los lugares religiosos protestantes, católicos y pertenecientes a otras denominaciones también deben exhibir en los sitios más visibles libros que promuevan la ideología comunista, los valores socialistas centrales y la cultura tradicional china, mientras que los textos religiosos están siendo eliminados de los mismos.