Presentado como un modelo de «patriotismo y apoyo al PCCh» al rendir homenaje a los héroes revolucionarios, un templo emplazado en Hebei sucumbe a la persecución religiosa.
por Yang Xiangwen
Bajo la represión religiosa llevada a cabo por el Partido Comunista Chino (PCCh), incluso los lugares de culto que capitulan ante las exigencias gubernamentales de adorar a los líderes del Partido –antiguos y actuales– y permiten que las estatuas de los héroes revolucionarios sean colocadas junto a las deidades, están enfrentando dificultades para sobrevivir en la China actual. Los mismos también son perseguidos y reprimidos. El Templo de Nama (también llamado Templo de Huama), situado en el poblado de Qianying bajo la jurisdicción de la ciudad de Tangshan, en la provincia norteña de Hebei, es uno de ellos.
El templo fue construido en lugar del Templo de Nama original, el cual prosperó durante más de 1000 años, pero fue abandonado en la década de 1930 tras caer en mal estado. Según los registros históricos, el segundo emperador de la dinastía Tang (618-907), Taizong (598-649), le confirió el nombre «Templo de Nama» al lugar de culto. En el año 2013, alrededor de 10 000 aldeanos locales le solicitaron al Gobierno permiso para reconstruir el templo, comenzando la reconstrucción ese mismo año con la aprobación de las autoridades locales.
En septiembre de 2014, la persona a cargo del templo se encargó de construir junto al mismo un monumento en homenaje a los mártires revolucionarios chinos utilizando los fondos que había recaudado. Desde entonces, el templo ha celebrado eventos para conmemorar a los mártires y ferias de templo cada año, atrayendo a numerosos budistas además de la atención de los medios de comunicación –repetidas coberturas de noticias en Tangshan Evening News, en Hebei TV y en otros medios de comunicación estatales– durante los últimos cinco años, y pasando a ser considerado un ejemplo de «apoyo al Partido y amor al país».
Independientemente de todos estos esfuerzos, a fines de enero, el templo fue clausurado por funcionarios del Gobierno local bajo el pretexto de que «ocupaba ilegalmente tierras cultivables», según residentes de la aldea. La placa que se hallaba situada sobre la puerta de la Sala Tianwang del templo («Sala de los Reyes Celestiales») fue desmantelada, las entradas a otras salas fueron tapiadas con ladrillos, las estatuas de leones situadas a ambos lados del salón principal y un quemador de incienso frente a él fueron removidos, e incluso los caracteres chinos utilizados para escribir «Templo de Nama» inscritos en el monumento en homenaje a los mártires revolucionarios fueron manchados con pintura negra. Ante estos crueles actos, la persona a cargo del templo les rogó a los funcionarios locales que les permitieran a los creyentes continuar practicando su fe (incluso una vez se arrodilló frente a ellos, afirmaron los aldeanos), pero los mismos rechazaron sus súplicas de manera despiadada.
Poco después de las 2 de la mañana del 18 de mayo, oficiales de la estación de policía local llegaron al templo y detuvieron a la persona a cargo del mismo. Más de 50 oficiales de policía fueron enviados a terminar de sellar el templo y más de 100 trabajadores contratados por el Gobierno recibieron la orden de desmantelar las estatuas budistas del templo. Al final, parte del templo fue demolido y todas las estatuas budistas desmanteladas fueron retiradas del mismo.
Según residentes de la aldea, tras 16 horas de detención sin ningún motivo, la policía llevó a la responsable del templo hasta el templo demolido. Ante la horrible escena, la mujer se sintió desconsolada. Para agregar un insulto al daño, un oficial de policía la apuntó con una cámara de video y le preguntó: “Destruimos las estatuas de tu templo. ¿Qué opinas de las acciones del Gobierno?”.
Temeroso de que la persona a cargo fuera arrestada nuevamente, un familiar que estaba con ella en el templo exclamó apresuradamente: «¡El Partido Comunista es bueno!». Los oficiales continuaron presionando a la mujer, pero ella se negó a hablar. Solo después de que su pariente interviniera nuevamente, repitiendo elogios al PCCh, los oficiales apagaron la cámara y se marcharon.
Enfurecidos por lo que habían hecho las autoridades, los budistas locales comentaron que el Gobierno actúa de manera despreciable, pero aún así desea conservar una buena reputación. Uno de ellos se preguntó por qué el Gobierno permitió la construcción del templo en primer lugar si ahora afirman que es «ilegal». «El Gobierno cambió deliberadamente la clasificación de la tierra solo para justificar la clausura del templo», añadió el budista.
Otro creyente piensa que la razón para la clausura del templo podría haber sido su creciente influencia y popularidad entre los budistas de la zona, lo cual es precisamente lo que el Gobierno odia ver.
La persona a cargo del templo intentó buscar justicia peticionando ante las autoridades superiores, pero funcionarios del Gobierno local la amenazaron afirmando que «el futuro de su descendencia se vería afectado». Uno de ellos afirmó que se trataba de una orden del Gobierno central y que nadie se atrevía a desobedecerla. El mismo le dijo que recordara la masacre de la Plaza de Tiananmén, momento en el cual las autoridades asesinaron a innumerables estudiantes.
“Si desobedeces, el Gobierno te aplastará hasta morir como si fueras una hormiga. La muerte de cuatrocientos o quinientos civiles no es nada”, añadió el funcionario.