Ni siquiera los símbolos de las tradicionales enseñanzas espirituales chinas se salvan de la campaña antirreligiosa, ya que tanto estatuas como templos taoístas son constantemente demolidos.
por Tang Zhe
El taoísmo chino –una práctica espiritual y una filosofía que aboga por vivir una vida simple– ha sido una parte omnipresente de la identidad civilizatoria de China desde al menos el siglo IV a. C. A pesar de ser un fragmento del llamado “mercado rojo” (las cinco religiones oficialmente reconocidas en China), luego de la entrada en vigor del nuevo Reglamento sobre Asuntos Religiosos en febrero del año pasado, es cada vez más reprimido.
Una de las formas en que las autoridades reprimen el taoísmo es mediante la demolición o el ocultamiento de sus símbolos y estatuas, incluidas las de su fundador, el filósofo chino Lao-Tzu (también conocido como Laozi y Lao Tze).
Una de esas esculturas –el rostro de Lao-Tzu tallado en la montaña de Wugong en el área escénica nacional de nivel 4A de Yangshimu, en el condado de Anfu, bajo la jurisdicción de la ciudad de Ji’an, en la provincia suroriental de Jiangxi– estaba destinada a ser demolida el 12 de octubre de 2018. El Gobierno local declaró que violaba el artículo 30 del nuevo Reglamento sobre Asuntos Religiosos, el cual estipula que “Las organizaciones e individuos, que no sean organizaciones religiosas, templos e iglesias, tienen prohibido construir estatuas religiosas de gran envergadura al aire libre”. Dicha decisión provocó la ira generalizada de los pobladores y atrajo la atención de los medios de comunicación, algunos informes catalogaron de «absurda» la decisión de destruir la escultura de Lao-Tzu por «violar las políticas religiosas».
Según uno de los empleados del área escénica, la escultura había sido tallada en el año 2017 por Wang Ronghai, un conocido escultor de la provincia de Fujian. De dieciséis metros de ancho y 23 metros de altura, había costado más de cuatro millones de yuanes (aproximadamente 560 000 dólares). Tras su finalización, la escultura se convirtió en el punto de referencia icónico del área apreciada por los turistas.
Según fuentes locales, el plan inicial del Gobierno era detonar la escultura, pero la administración del área escénica se opuso, temiendo que la explosión pudiera afectar negativamente el área circundante; además, la escultura se encontraba frente a la entrada del teleférico del área escénica. Tras negociaciones, la decisión final fue ocultarla.
En el mes de marzo, el Gobierno provincial ordenó suspender los negocios del área escénica durante 20 días para ocultar la escultura, amenazando con imponer multas a los que no implementaran adecuadamente las órdenes.
Como consecuencia de ello, el parque ocultó la escultura utilizando una gran barrera decorada con plantas y con los caracteres chinos utilizados para escribir el nombre Anfu (安福) grabados en la misma.
El empleado del área escénica también reveló que, durante el pasado mes de octubre, el Templo de Ziyun, un templo taoísta situado a unos cuatro kilómetros de Yangshimu, fue clausurado por el Gobierno bajo el pretexto de que “no estaba autorizado”. Estatuas taoístas, quemadores de incienso y una gran campana fueron retirados del templo y abandonados bajo sus aleros. Cuatro sacerdotes fueron obligados a abandonar el templo y se desconoce su paradero actual.
En China, la destrucción de templos y símbolos taoístas está sumamente extendida. El 9 de mayo, el Templo de Qingyun, emplazado en la nueva área de Jinpu de la ciudad de Dalian, en la provincia nororiental de Liaoning, fue sellado por orden de las autoridades locales. Todos los objetos que se hallaban en su interior, incluidas las escrituras, caligrafía y pinturas taoístas, fueron quemados o destruidos al ser considerados «publicaciones ilegales». Un creyente local comentó que el Gobierno chino está «rectificando» la religión del mismo modo que durante la Revolución Cultural. “La gente tiene que hacer lo que las autoridades les digan. ¿Quién se atrevería a oponerse a ellos?”, afirmó con impotencia el creyente.
Del mismo modo, el Templo de Jiulong, un templo taoísta situado en el distrito de Pulandian de Dalian, también fue sellado en el mes de abril. Funcionarios del Gobierno local cerraron con candado la entrada del templo y le ordenaron a la persona a cargo del mismo que firmara una declaración garantizando que ya no vendería incienso ni celebraría ceremonias rituales taoístas.