El clero y los creyentes que se niegan a unirse a la Asociación Patriótica Católica China (APCC) no pueden evadir las continuas represiones y persecuciones llevadas a cabo por el Partido Comunista Chino (PCCh), incluso en las zonas rurales más remotas.
por Wang Yong
Tras el acuerdo entre el Vaticano y China del año 2018, el PCCh ha exigido que todos los miembros del clero se unan a la APCC y acepten el principio de una iglesia «independiente, autónoma y autoadministrada» en China. Los clérigos que se niegan son perseguidos y a menudo arrestados, sus iglesias son frecuentemente acosadas, los símbolos religiosos destruidos, y muchas de las iglesias son eventualmente clausuradas. El 28 de junio, el Vaticano publicó nuevas directrices que establecen que la Santa Sede no les exigirá a los objetores de conciencia católicos unirse a la APCC.
El 6 de mayo, funcionarios del Gobierno local allanaron un lugar de reunión católico emplazado en la diócesis de Yujiang, en la provincia suroriental de Jiangxi. Según miembros de la congregación, para evitar ser perseguidos y vigilados, el lugar de culto fue establecido en una remota aldea de montaña y fue camuflado para que desde el exterior se viera como una sala ancestral normal –tradicional templo chino dedicado a familiares fallecidos. No obstante, a pesar de sus intentos, los creyentes no pudieron escapar de la pesada mano del PCCh.
Ningún miembro de la congregación estuvo presente en el momento en el que se llevó a cabo la redada, y todos los símbolos relacionados con la fe que se hallaban en el interior del lugar fueron maliciosamente destrozados.
«Cuando llegamos, descubrimos que el crucifijo que se hallaba situado en la pared frontal había sido desmantelado y arrojado en una zanja, en una montaña cercana. Las pinturas de santos enmarcadas que colgaban a ambos lados del muro habían sido destrozadas y yacían en el suelo. Incluso el monograma de Jesucristo y la cruz que se hallaba situada adelante de la mesa del altar habían sido removidos», recordó lo que vio tras la redada un feligrés que pidió permanecer en el anonimato.
El 13 de mayo, funcionarios registraron una vez más el lugar de reunión de forma ilegal. Los mismos también allanaron un pequeño edificio de dos pisos adyacente al lugar de reunión y se apoderaron de todos los objetos católicos existentes en el interior del mismo. En el muro exterior del lugar de reunión se escribió una consigna que dice: «Fortalecer la gestión de los lugares religiosos y resistir resueltamente la infiltración de los xie jiao”.
Luego de que el lugar de reunión fuera saqueado, funcionarios gubernamentales prohibieron que los feligreses celebraran misas allí y amenazaron con detener al sacerdote y demoler la iglesia si desobedecían la orden.
El PCCh está tomando el control total de las iglesias operadas por objetores de conciencia que se niegan a unirse a la APCC por cualquier medio posible: ya sea mediante acoso y amenazas constantes o arrestos de los miembros del clero, con la esperanza de que, sin obispos y sacerdotes, se derrumben, y los creyentes eventualmente deban dispersarse. Para evitar que esto suceda, los creyentes les piden a los sacerdotes que no se arriesguen a asistir a los lugares de culto. «No importa si somos arrestados, pero definitivamente debemos proteger a los sacerdotes», afirmaron algunos creyentes de edad avanzada.
«El PCCh está llevando a cabo una exhaustiva investigación de las creencias religiosas, utilizando el pretexto de ‘aniquilar el crimen de pandillas y eliminar el mal,’ exigiendo que cada funcionario de aldea investigue a los aldeanos en sus respectivas áreas de responsabilidad. Si se identifican personas de fe, las mismas deberán ser reportadas a las autoridades superiores. Si la investigación continúa llevándose a cabo de esta manera, ningún lugar religioso será pasado por alto. Sin importar qué tan bien disimulado esté un lugar de reunión, aún así será descubierto», afirmó el feligrés.
El mismo también reveló que durante la campaña tendiente a «aniquilar el crimen de pandillas y eliminar el mal», funcionarios gubernamentales han realizado visitas a lugares de reunión que se niegan a unirse a la APCC, emplazados en la diócesis de Yujiang, para controlarlos e intimidarlos. A los propietarios de viviendas se les prohibió organizar reuniones de creyentes, amenazándolos con multas de 200 000 yuanes (aproximadamente 30 000 dólares). “Hemos pasado mucho tiempo sin celebrar la santa misa, ni siquiera nos atrevemos a realizar actividades a voluntad», añadió el creyente.