La Sra. Gaukhar Kurmanaliyeva registró en Kazajistán una organización sin fines de lucro, denominada Talpyn Zhastar. Pero su tierra natal no es segura y ahora continúa su labor en Europa.
por Marco Respinti
El 1 de julio, la activista defensora de los derechos humanos procedente de Kazajistán, la Sra. Gaukhar Kurmanaliyeva, se paró fuera del Parlamento Europeo emplazado en Bruselas, Bélgica, para reclamar por la libertad de sus compatriotas de etnia kazaja detenidos ilegalmente en Sinkiang por el Gobierno comunista chino. Desde enero de 2016, tal y como sucede con el pueblo uigur (el cual representa la mayor parte de la población local en esa región) y con otros grupos turcos (tártaros, kirguisos, etc.), los kazajos étnicos que viven en China son maltratados y arrestados por el ateo e incluso racista régimen de Pekín por el mero hecho de pertenecer a minorías étnicas y ser creyentes (musulmanes).
Notoria por sus campamentos de transformación por medio de educación, donde el Partido Comunista Chino (PCCh) envía a musulmanes y personas que no son de etnia han, alcanzando actualmente la cifra de 3 millones, según algunas fuentes, Sinkiang se está convirtiendo en un infierno en la tierra. «Entre los detenidos hay jóvenes de 13 años de edad y abuelos de 80 a 90 años», afirma la Sra. Kurmanaliyeva, quien solo habla en kazajo y ruso, y debido a ello envía sus mensajes al mundo a través de otros activistas. “Ellos no tienen ningún tipo de derecho humano ni libertad allí», continúa afirmando. “La policía china los ha golpeado y torturado cruelmente». La situación es realmente abrumadora: «Se trata de un genocidio contra las minorías étnicas turcas», comenta la Sra. Kurmanaliyeva.
En entrevistas proporcionadas a medios de comunicación procedentes de diferentes partes del mundo, kazajos que afortunadamente fueron liberados de los campamentos –tales son los casos del Sr. Orynbek Koksebek, la Sra. Gulzira Auelkhan, y el Sr. Omirbek Begaly– dan testimonio de una espantosa situación. Un famoso defensor de los derechos humanos, el Sr. Serikjan Bilash, director de la organización Atajurt en favor de los derechos humanos, expuso ante el mundo la política genocida del Gobierno chino en nombre de al menos 10 000 kazajos detenidos, aportando pruebas y hechos, y a causa de ello, el 10 de marzo fue arrestado en Almaty, Kazajistán. El Comité de Seguridad Nacional de Kazajistán lo detuvo sin ninguna razón, utilizando un pretexto equivalente a auténticas noticias falsas: «incitar al odio étnico». Ni siquiera Kazajistán es un refugio seguro para los kazajos que dan a conocer la verdad sobre China.
Esta es la razón por la cual la Sra. Kurmanaliyeva decidió hacerse oír, viajando a Bruselas desde muy lejos. Actualmente vive en Europa. Su lucha personal, en la que repite una y otra vez en su idioma kazajo «¡Libertad!» para los kazajos detenidos ilegalmente, también se ha transformado en una nefasta aventura. Llegó a Bruselas en autobús, recorriendo kilómetros y kilómetros, sin saber hablar en francés, pasando la noche en una estación de autobuses, siempre sola, durmiendo en una cama improvisada como si fuera una vagabunda y poniendo su vida en grave peligro. “Lo hice” afirma, «porque quiero decir ‘no’ al genocidio que el Gobierno chino está llevando a cabo y pedir la liberación de todos los kazajos que se hallan detenidos en los campos de concentración, comenzando por el Sr. Bilash».
La Sra. Kurmanaliyeva nació en Kazajistán en el año 1967. Sus familiares que viven en Sinkiang fueron arrestados durante los últimos años. Entre ellos, está su primo, el Sr. Askar Azatbek, arrestado en diciembre de 2017, a la edad de 41 años, en Khorgas (o Korgas), una ciudad situada en el lado kazajo de la frontera entre China y Kazajistán. El mismo se había desempeñado como funcionario de la agencia de granos del condado de Qabqal Xibe, en la prefectura autónoma Kazaja de Ilí de Sinkiang, y posteriormente se convirtió en ciudadano de Kazajistán.
La Sra. Kurmanaliyeva y algunos familiares registraron en Kazajistán una organización sin fines de lucro, denominada Talpyn Zhastar («Adelante, jóvenes»). Actualmente esperan continuar su labor a favor de los derechos humanos y la libertad religiosa en Sinkiang, actuando en Europa. Ella solo pide que las instituciones europeas sean recibidas en Bruselas. ¿Alguna vez sucederá?