Como consecuencia de torturas y malos tratos, cada vez son más las personas que mueren mientras se encuentran bajo custodia policial o cumpliendo sus condenas en las cárceles de China.
por Wang Yong
Las muertes sospechosas de detenidos en el sistema penitenciario chino se han convertido en una triste realidad, la cual puede verse reflejada en el creciente número de víctimas. Cuando los familiares de los fallecidos intentan descubrir las verdaderas razones ocultas detrás del fallecimiento de sus seres queridos no se les proporciona ningún tipo de explicación, y en lugar de ello, son acosados y amenazados por el Gobierno. En la mayoría de los casos, los hechos permanecen ocultos y nadie se responsabiliza de ellos.
Un hombre de 30 años «muere tras una caída»
En julio de 2017, un hombre de 30 años, procedente de la provincia sureña de Cantón, fue detenido por la policía por haber participado en una pelea. A las 5 de la mañana del día siguiente, su familia recibió una llamada telefónica de la policía, informándoles que el joven se encontraba en un hospital. Una vez llegados al lugar, sus familiares hallaron al joven inconsciente en una unidad de cuidados intensivos. Los mismos notaron lesiones en su espalda, las cuales parecían haber sido causadas por golpes. La policía insistió en que las heridas habían sido el resultado de una caída accidental, durante la cual se golpeó la cabeza y perdió el conocimiento.
Un infiltrado le dijo a la familia que la noche del arresto, los agentes de policía habían llevado al hombre a un hotel, y no a una estación de policía, para interrogarlo. La fuente afirmó que el hombre de 30 años había sido torturado.
Seis días después, el hombre murió luego de que todos los intentos de resucitarlo fracasaran. La noche de su muerte, más de una docena de agentes de la policía antidisturbios se presentaron en el hospital para llevar su cuerpo a un crematorio. La familia insistió en que se le efectuara una autopsia, la cual posteriormente se realizó, pero sus hallazgos no les fueron revelados. A pesar de haber intentado en numerosas ocasiones presentar una petición ante el Gobierno, la familia no pudo averiguar lo que verdaderamente había sucedido.
La misteriosa muerte de un veterano
El Sr. Fan, un veterano de guerra de 68 años, procedente de la provincia oriental de Zhejiang, había sido uno de los organizadores de las protestas contra el maltrato de soldados retirados, y había intentado en más de 100 ocasiones presentar una petición ante el Gobierno.
El 2 de abril, el Sr. Fan fue arrestado luego de una reunión de veteranos. Tras un día de detención, y a modo de castigo, fue trasladado a una base de adoctrinamiento local para estudiar las políticas nacionales durante seis días.
El 8 de abril, el último día de «estudio», el Sr. Fan fue hallado sin vida luego de haber caído del quinto piso de un edificio residencial. Según testigos presenciales, su cuerpo tenía marcas que recordaban a las que quedan tras ser golpeado con los bastones eléctricos utilizados por la policía. Se les advirtió a los testigos y al personal de la comunidad residencial que no comentaran el asunto con nadie y no se efectuó ningún tipo de investigación.
Según las costumbres locales, el difunto generalmente debe ser enterrado en un plazo de cinco a siete días posteriores a su muerte. No obstante, el Gobierno le exigió a la familia del hombre que incinerara y enterrara el cuerpo de forma inmediata. Funcionarios gubernamentales estuvieron presentes durante todo el proceso.
Según fuentes, luego del funeral, un funcionario del Gobierno local había comentado que «el alborotador finalmente había muerto» y que todo estaría «mucho más tranquilo sin él». También reveló que el Gobierno le iba a entregar 600 000 yuanes (alrededor de 85 000 dólares) a la familia del hombre para silenciarlos.
Varias familias se quedan sin respuestas
El 29 de enero de este año, un creyente de 67 años procedente de la Región Autónoma Zhuang de Guangxi, en el sur de China, murió mientras cumplía una condena por ser miembro de la Secta del Señor Dios, la cual es catalogada por el Partido Comunista Chino (PCCh) como xie jiao. Según el artículo 300 del Código Penal Chino, la participación en un xie jiao se castiga con penas de tres a siete años de prisión.
Las autoridades informaron que el hombre había fallecido a causa de un ataque cardíaco, pero la familia del hombre afirmó que antes de ser encarcelado gozaba de muy buena salud, teniendo en cuenta su edad y que nunca se había quejado de problemas cardíacos. Debido a que su cuerpo tuvo que ser cremado al día siguiente, su familia no pudo descubrir las verdaderas razones de su fallecimiento.
En junio de 2012, durante una operación de arresto de apostadores ilegales, la policía de la provincia suroriental de Jiangxi arrestó por error a una pareja que tenía un puesto frente a la entrada de una de las casas de apuestas. La esposa fue liberada al cabo de dos semanas, pero el esposo permaneció detenido.
Cuando su esposa fue a visitarlo, el hombre le dijo entre lágrimas que los oficiales lo estaban maltratando y golpeando. El mismo le rogó que lo sacara de la cárcel sin importar cuánto costara. A pesar de haber efectuado numerosos esfuerzos, la esposa no pudo garantizar su liberación. Una semana después, la policía la llamó para informarle que su esposo había entrado en coma debido a una hemorragia causada por hipertensión arterial. Su esposo falleció luego de haber pasado dos años en coma.