Los informes sobre sacerdotes arrestados e iglesias clausuradas sugieren que las autoridades no están preparadas para mitigar la persecución de la Iglesia católica clandestina luego del acuerdo firmado entre el Vaticano y China.
El acuerdo provisional entre China y el Vaticano, firmado el 22 de septiembre, no está uniendo a los antiguos rivales: la Asociación Patriótica Católica China controlada por el gobierno y la Iglesia católica clandestina. Por el contrario, ambas partes parecen resistir la visión de una Iglesia católica china unida.
Durante mucho tiempo, el gobierno del PCCh se ha negado a reconocer a los obispos chinos nombrados por el Vaticano y la Iglesia católica clandestina ha cuestionado la legitimidad de la Asociación Patriótica debido a su incumplimiento de las leyes religiosas prescritas por el Vaticano.
Gracias al acuerdo del 22 de septiembre, el Vaticano ha reconocido a siete obispos de la Asociación Patriótica que previamente habían sido excomulgados. Uno de ellos, Mons. Guo Jincai, incluso ha sido invitado a Roma para participar en el reciente Sínodo.
Los detalles del acuerdo son secretos; y no está claro si, a su vez, el PCCh reconocerá a los obispos de la Iglesia católica clandestina que nunca han formado parte de la Asociación Patriótica, si los mismos se verán obligados a unirse a la Asociación Patriótica como condición previa y, en este caso, lo que les sucederá a quienes se rehúsen. El objetivo del acuerdo es la fusión gradual entre la Iglesia clandestina y la Patriótica, pero el camino será largo y complicado, y el resultado está lejos de estar garantizado.
Mientras tanto, la improbable coexistencia pacífica entre la Iglesia clandestina y la Patriótica se ve aún más obstaculizada por las continuas persecuciones del clero y de los creyentes de las iglesias católicas no aprobadas por el gobierno, las cuales, según informes recibidos por Bitter Winter, están aumentando luego de la firma del acuerdo.
El 23 de septiembre, apenas un día después de la firma del acuerdo, más de diez policías vestidos de civil irrumpieron en la Iglesia de Longtian en Fuzhou, capital de la provincia suroriental de Fujian. Mientras se estaba celebrando una misa, los oficiales arrestaron al padre Lin Jing’en frente a la congregación. A pesar de que fue liberado en cuestión de horas, según un oficial informado de la Brigada de Seguridad Nacional (NSB por sus siglas en inglés), su arresto había sido planificado de antemano. Las autoridades de Fujian esperaron la firma del acuerdo entre el Vaticano y China para que su accionar no supusiera un problema para China.
La Iglesia de Longtian forma parte de la Arquidiócesis Católica Romana de Fuzhou, la cual fue designada como «organización ilegal» por las autoridades en el año 1998. Desde principios de este año, la institución ha sido cada vez más acosada e intimidada. Varios sitios de congregación emplazados en el área han sido demolidos o clausurados por la fuerza, y el clero ha sido vigilado o detenido.
Según una fuente informada, la NSB local convocó en repetidas ocasiones a nueve sacerdotes católicos del área de la ciudad de Fuqing, en Fuzhou, para interrogarlos alegando que estaban «poniendo en peligro la seguridad pública». Entre otras cuestiones, se les pidió a los sacerdotes que compartieran sus opiniones sobre el acuerdo firmado entre el Vaticano y China.
Otro sacerdote de la ciudad de Fuzhou no ha podido viajar fuera de China desde octubre del año 2000. ¿Qué crimen cometió? Se tomó una foto con el Papa durante una visita a la Ciudad del Vaticano hace casi veinte años.
En agosto de este año, el mismo solicitó una visa para poder viajar a Hong Kong, pero la NSB municipal le dijo que había sido incluido en una lista negra por el Ministerio de Seguridad Pública y que no podía salir del país. El sacerdote reveló que el PCCh no solo prohíbe que el clero católico clandestino tenga contacto con grupos católicos extranjeros, sino que también los obliga a unirse a la Asociación Patriótica Católica.
El 7 de octubre, oficiales de policía detuvieron por la fuerza las obras de renovación que se estaban llevando a cabo en una iglesia católica clandestina emplazada en la ciudad de Chánglè, en el distrito de Fuzhou. Luego de no haber podido obtener el permiso de las autoridades para reconstruir la iglesia, los creyentes igualmente comenzaron las obras de renovación, ya que la iglesia estaba en mal estado y podía colapsar en cualquier momento.
Posteriormente, las autoridades amenazaron con arrestar a los creyentes y aplicarles una fuerte sentencia de prisión si intentaban reconstruir la iglesia. Los cuadros de las aldeas también han recibido órdenes de garantizar que no se realicen trabajos de construcción en el sitio. En la actualidad, los creyentes se ven obligados a congregarse en otro viejo edificio en ruinas.
El mismo día, personal del Departamento de Trabajo del Frente Unido irrumpió en la iglesia de Haiyan emplazada en el distrito de Jin’an, en Fuzhou. Los mismos afirmaron que la iglesia «no poseía licencia y era ilegal», y exigieron a los creyentes y a los sacerdotes unirse al organismo católico oficial. Desde entonces, funcionarios del departamento han visitado la iglesia en tres ocasiones para realizar inspecciones.
La represión contra las iglesias clandestinas se ve reforzada mediante actividades de adoctrinamiento y propaganda. Según el sitio web de la Administración Estatal de Asuntos Religiosos; la Comisión de Asuntos Étnicos y Religiosos en Wuhan, capital de la provincia de Hubei situada en el centro de China, realizó un curso de capacitación para clérigos católicos, el cual duró desde el 8 al 11 de octubre. Más de 80 sacerdotes, monjas y creyentes regulares participaron del mismo.
El subdirector del comité, Xiong Huaqi, dio un discurso en el evento. Llamando a Hubei «la primera provincia que posee una Iglesia católica independiente en China», afirmó que luego de la firma del acuerdo, “el intento del Vaticano de interferir en los asuntos internos de la Iglesia católica china no ha cambiado”. Según él, los intentos “se diversificarán y se volverán incluso más sofisticados a futuro”. Luego reprendió a los católicos por confundirse en lo que respecta a sus principios y argumentos relacionados con la propiedad de la Iglesia.
Las autoridades chinas siempre han perseguido al movimiento clandestino por negarse a que el Gobierno interfiera en su labor. En un caso sucedido en el año 1955, 300 creyentes y más de 30 sacerdotes clandestinos, incluido el obispo (luego cardenal) Ignatius Kung Pin-Mei (1901–2000), fueron arrestados en Shanghái por negarse a unirse a la Asociación Patriótica Católica China aprobada por el Gobierno. El cardenal Ignatius, considerado «contrarrevolucionario» por desafiar los intentos del Gobierno comunista chino para controlar a los católicos, fue liberado treinta años más tarde en el año 1985, pero fue mantenido bajo arresto domiciliario hasta el año1988. Finalmente, se le permitió viajar a los Estados Unidos para recibir tratamiento médico. donde murió poco después.
Información de Lin Yijiang