Los tibetanos son continuamente controlados a través de redes de cámaras e inteligencia artificial. Ahora, la estación base 5G más alta de Huawei situada en el monte Everest también favorecerá el ciberespionaje internacional.
por Tenzin Dalha
Represión en el Tíbet antes y después del coronavirus
En medio de los temores generados por el coronavirus que ha enviado al encierro a miles de millones de personas en todo el mundo, China está ampliando su red de vigilancia para mantener y reforzar la vigilancia sobre toda su población. Es cierto que tales medidas han demostrado ser efectivas durante la pandemia al rastrear los movimientos de las personas a través de sus teléfonos móviles y han brindado servicios a través de robots que entregan alimentos a los hospitales, cámaras de reconocimiento facial que toman la temperatura de las personas y drones mecánicos que imponen el bloqueo durante las cuarentenas. No obstante, las autoridades chinas actualmente están ejerciendo una considerable presión sobre las empresas privadas para que las mismas les entreguen los datos confidenciales recopilados con fines antiepidémicos, y algunos expertos temen que las medidas de vigilancia implementadas durante la pandemia puedan volverse permanentes. Los intentos del Gobierno chino de transformar Internet en un sistema de vigilancia y censura representan una amenaza fundamental para la libertad y la democracia en general.
En el Tíbet, las cortinas de hierro han permanecido cerradas durante mucho tiempo y en toda la región están vedadas las visitas libres e independientes de medios de comunicación internacionales, periodistas, abogados, investigadores y representantes de Gobiernos y de la sociedad civil. La situación altamente represiva dentro del Tíbet hace difícil comprender el alcance de la vigilancia digital en la región. Con el transcurso de los años, el sistema de vigilancia implementado por el Gobierno chino en el Tíbet ha ido creciendo y evolucionando a una escala sin precedentes. La abundancia de puestos de control con y sin personal, de sistemas de inteligencia artificial, de redes de cámaras de videovigilancia y de centros de reeducación bajo el pretexto de mantener la seguridad nacional han añadido otra capa de control a un entorno ya extremadamente restrictivo y opresivo en el Tíbet.
Además, el Partido Comunista Chino (PCCh) está actualizando constantemente su «Gran Cortafuegos de China» para monitorear y limitar el tráfico tanto en línea como fuera de línea, creando su «propia» Internet y limitando el acceso a la web «tradicional». Las autoridades chinas en el Tíbet les están ofreciendo grandes recompensas en efectivo a los informantes en un intento de acabar con las actividades «subversivas» en línea para así frenar la libre difusión de información. Según un aviso publicado el 28 de febrero por tres departamentos gubernamentales de la llamada Región Autónoma del Tíbet, la información que facilite el arresto de los usuarios de redes sociales considerados desleales a China podrá llegar a ser recompensada con hasta 300 000 yuanes (42 582 dólares). Las personas que compartan contenidos políticos o que publiquen comentarios considerados sensibles serán arrestadas y recibirán fuertes sanciones penales.
Huawei y 5G en el Tíbet
Los primeros indicios de la construcción llevada a cabo por el Gobierno chino de tres estaciones 5G en el Tíbet fueron vistos en enero de 2019, tras haberse establecido en el edificio de Huawei, en la escuela de Correos y Telecomunicaciones de Lhasa y en la oficina de los grupos de Correos del Tíbet en Lhasa. Durante una entrevista con el autor, Dhoundup (nombre cambiado a petición), procedente de Lhasa, afirmó, «el Gobierno chino garantiza la calidad de transmisión con las capacidades de optimización para la introducción del 5G, pero en realidad, en la actualidad no hay mucha diferencia de velocidad entre las redes 5G y 4G».
Hace una semana, Huawei, una multinacional china de equipos y servicios de telecomunicaciones, se asoció con China Telecom, la empresa estatal china de telecomunicaciones, para establecer en el Tíbet la estación base 5G más alta del mundo, a una altitud de 6.500 metros. 5G es la quinta generación de tecnologías de comunicación inalámbrica, y la misma posibilita una nueva ola de innovación y ofrece una mayor capacidad de ancho de banda de red.
5G también es la próxima generación de tecnología móvil, con velocidades de descarga de 10 a 100 veces más rápidas que las de las redes 4G LTE. Lhundup (nombre cambiado a petición), procedente de la prefectura autónoma tibetana de Yushu, me mencionó que “en Lhasa, la capital del Tíbet, Shigatse, etc., siempre hay una conexión de red lenta en comparación con el resto de las ciudades chinas. La velocidad de Internet siempre disminuye si se producen protestas políticas dentro de la prefectura”. Los expertos creen que 5G, la cual puede soportar Internet de manera mucho más efectiva que sus predecesores, puede servir para una amplia gama de fines militares, entre los que se incluye el monitoreo de las fronteras montañosas y la asistencia en el despliegue de armas.
¿Por qué 5G en el monte Everest?
El establecimiento de la red 5G en la cima del monte Everest posee un gran potencial para cambiar el mundo, particularmente para potenciar el monitoreo preciso de la inteligencia artificial. La capacidad de aprovechamiento de estas tecnologías amplía la escala y el alcance de la amenaza de facilitar el despliegue de sensores y transmitir velozmente grandes volúmenes de datos para su análisis en tiempo real. En las regiones montañosas que no requieren sistemas de comunicación tan intensivos, estos sistemas han sido utilizados como herramientas de vigilancia para el Estado, para ser utilizados tanto contra los turistas como contra los residentes de las tierras fronterizas a dichas zonas.
Con la introducción de las redes 5G habrá más posibilidades de ciberespionaje, robo internacional de datos y espionaje nacional de las redes digitales mundiales. China instaló trescientos cincuenta mil antenas repetidoras de red 5G —aproximadamente diez veces más que los Estados Unidos— a fin de mejorar la geolocalización. Cada una de estas antenas, equipada con una costosa red de cámaras de vigilancia respaldadas con tecnología de reconocimiento facial, les ha permitido a las autoridades rastrear y subordinar el movimiento de los tibetanos. Expertos en seguridad, legisladores y funcionarios de los servicios de inteligencia han advertido constantemente sobre las lagunas de seguridad, y el sistema podría ser explotado por el Gobierno chino para el espionaje, lo cual supondría un riesgo potencialmente grave para la seguridad fronteriza.
La intención de China de poner en marcha las redes 5G de Huawei en el Tíbet debería suscitar una gran preocupación. Las mismas facilitarían el despliegue de sensores y permitirían la veloz transferencia de grandes volúmenes de datos para su análisis en tiempo real. Entre las empresas que facilitan la vigilancia digital en el Tíbet se incluyen Alibaba, el proveedor de búsquedas Baidu, el operador de aplicaciones de chat Tencent Holdings, la empresa de reconocimiento de voz iFlyTek y el sistema de reconocimiento facial Sense Time. Los subsidios estatales y otros privilegios gubernamentales hacen del Tíbet un mercado lucrativo para que estas empresas inviertan y empleen sus más recientes tecnologías. Las empresas que operan en el Tíbet disfrutan de una tasa impositiva sumamente reducida del 9% en comparación con la tasa impositiva corporativa estándar del 25% para el resto de China.
La implementación generalizada de vigilancia, la cual conduce a la intrusión en la privacidad, podría convertirse en la causa de nuevos disturbios en los Estados restrictivos. La ausencia de libertad y oportunidades para que las personas expresen sus quejas probablemente multiplicará el odio, lo cual generará aún más ira y disensión colectiva entre los grupos reprimidos.
Dentro del Tíbet, durante la última década, las «redes en el cielo y las trampas en el suelo» han reprimido aún más las libertades fundamentales de expresión, circulación y reunión. Las nuevas y altamente avanzadas tecnologías le han otorgado al aparato de seguridad estatal un poder ilimitado e ilícito para intensificar la vigilancia de las masas. Los puestos de control con vigilancia inteligente y reconocimiento facial están presentes tanto en las ciudades como en los cruces entre distritos y provincias vecinas. Dentro de sus hogares, los tibetanos son rastreados a través de sus teléfonos y, una vez que salen, las tecnologías de vigilancia y reconocimiento facial los siguen a donde quiera que vayan. La red 5G se anuncia como la nueva frontera para la comunicación abierta y una comunidad globalizada, pero en realidad, actúa una vez más como el heraldo de las fronteras cerradas, las poblaciones restringidas y la pérdida de la privacidad.