Revista sobre \n la libertad religiosa y \n los derechos humanos en China
Además de las innumerables personas torturadas hasta la muerte a causa de sus creencias religiosas, algunas personas en China eligen morir antes que vivir una vida sin fe o mueren intentando escapar de la persecución.
Los lugares de culto budistas y taoístas son víctimas de las campañas de represión religiosa llevadas a cabo por el Gobierno, las cuales son ejecutadas utilizando pretextos inventados.
El expresidente de la Universidad de Sinkiang, Tashpolat Tiyip, se enfrenta a la pena de ejecución, mientras las autoridades chinas intensifican la cruzada para «estudiar, purgar y resistir» contra la disidencia.
Las personas que realizan ofrendas y sacrificios o rezan para obtener bendiciones son castigadas como parte de la campaña implementada por las autoridades para «eliminar la superstición feudal».
En China, la policía aterroriza a los religiosos para que se conviertan en agentes y recopilen información sobre cristianos que escaparon de la persecución religiosa a países extranjeros.
Los administradores de red tienen cada vez más responsabilidades en lo referente a monitorear e informar sobre la vida diaria de cada residente. Los creyentes y los disidentes son los objetivos principales.
Si la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprueba la “Ley sobre Política a favor de los Derechos Humanos de los Uigures”, será la primera legislación de ese tipo en el mundo que condene a China por sus crímenes.
Como parte del plan para reformar el islam en un plazo de cinco años, se remodelaron mezquitas para que parecieran chinas y se reprimió la cultura hui, provocando enojo entre los residentes musulmanes de la capital de Henán.
Implementando su objetivo final de convertirse en la única deidad venerada en China, el PCCh continúa sofocando a la doctrina cristiana y reemplazándola con política partidaria.
En virtud de la rigurosidad de las leyes, las imprentas son amenazadas con multas por publicar cualquier cosa relacionada con la religión. Enviar o comprar libros religiosos también está prohibido.
Numerosos creyentes surcoreanos están empacando sus cosas y se preparan para volver a sus hogares a fin de librarse de la persecución y el acoso constantes llevados a cabo por el PCCh a causa de su fe.
Una profesional consumada desapareció en uno de los campos de detención que el PCCh denomina “escuelas profesionales”. Se lanzó un nuevo sitio web para ayudar a su liberación.
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