Una reportera procedente de la zona central de China detalla las medidas de control y sanción que el PCCh emplea sobre los medios de comunicación durante la epidemia del COVID-19.
por Zhang Feng
Durante el brote de coronavirus, los medios de comunicación estatales chinos estaban ocupados desempeñando el papel de portavoz del Partido Comunista Chino (PCCh), haciendo todo lo posible para mantener la reputación y la estabilidad del régimen.
«En este momento especial, el PCCh es como un monstruo sensible que podría intentar morder si es tocado accidentalmente, por lo cual todos se comportan de manera sumamente cautelosa», le explicó a Bitter Winter una empleada de un medio de comunicación oficial emplazado en el centro de China, quien accedió hablar bajo la condición de permanecer en el anonimato.
La mujer afirmó que el departamento de publicidad local publicó requisitos especiales que deberán ser seguidos por los medios de comunicación durante la epidemia. Entre ellos, la prohibición de informar directamente desde otras provincias (solo se permite la publicación de información previamente aprobada por el Gobierno), a fin de que las autoridades locales puedan controlar los relatos. Además, los reporteros tenían prohibido informar sobre ciertos temas, tales como el traslado de personal de crematorios a Wuhan, el epicentro del brote de coronavirus, o el hecho de que el personal médico femenino se viera obligado a consumir drogas para retrasar el ciclo menstrual a fin de no tener que cambiarse la vestimenta de protección.
En algunas zonas, a los medios de comunicación también se les prohibió utilizar el término chino «援 鄂» (yuánè, que significa «ayudar a Hubei», el nombre de la provincia abreviado como «鄂» (è)) ya que el mismo es un homónimo del término «援 惡» (yuánè, que significa «incitar al mal»). La reportera también reveló que, a fin de garantizar la confidencialidad, todos los documentos y avisos emitidos en las localidades deben ser copiados a mano y transmitidos por «oficiales de confidencialidad» especialmente asignados. Al no hacer circular materiales oficiales, el PCCh espera evitar críticas y responsabilidades en caso de que en el futuro salgan a la luz sus decretos sobre el manejo del coronavirus.
El Gobierno les ordenó a todos los reporteros que siguieran de cerca sus políticas y directrices, amenazando con castigarlos ante cualquier signo de desobediencia.
«En la actualidad, el principio rector utilizado para informar es mostrarle al público el apoyo a la política gubernamental de que las empresas deben volver a trabajar», continuó afirmando nuestra fuente. «Por ejemplo, escribimos historias sobre empresas que alquilan aviones o autobuses para llevar a su personal al trabajo, y que todos se someten a un examen médico exhaustivo. Pero los medios de comunicación no pueden, bajo ninguna circunstancia, informar que algunas de las personas que regresan tienen fiebre y se sospecha que están infectadas, ya que eso iría en contra de la política de que las personas deben regresar al trabajo».
El 23 de febrero, en una videoconferencia a nivel nacional, el presidente Xi Jinping exigió «volver al trabajo y a la producción en armonía». Pero la medida «tendiente a proteger la estabilidad de la economía» y el régimen político es implementada a costa de la vida de las personas.
“Esto equivale a un asesinato. Al igual que las noticias que afirmaban al principio que ‘la epidemia era prevenible y controlable’ y que ‘no se propagaba entre humanos’”, añadió la mujer. «Como los medios de comunicación chinos, en esencia, sirven al régimen, solo puedes leer las noticias que el Gobierno te permita leer y debes pensar de la manera que te permita pensar».
La reportera se quejó de que los requisitos de censura podían cambiar de la noche a la mañana, colocando a los reporteros y a los medios de comunicación en situaciones sumamente complicadas. La misma proporcionó un ejemplo. La Administración del Ciberespacio de China, el regulador central de internet, un día exigió difundir la noticia de que el Gobierno estaba haciendo todo lo posible para evitar la propagación de la epidemia, por lo que se les dijo a los reporteros que informaran sobre numerosos puestos de control establecidos en las autopistas. Pero si se publicaba una noticia de esta índole al día siguiente, cuando el Gobierno anunció que la gente debería volver al trabajo, los informes sobre los puestos de control serían considerados «contradictorios con respecta a la política gubernamental» y los reporteros podrían ser sancionados.
La reportera añadió que los funcionarios del Gobierno local y del departamento de propaganda siguen advirtiéndoles a los medios de comunicación que deben ser sumamente cautos con lo que informan. «Los mismos afirman que es por nuestra seguridad: si nuestros informes no reflejan la voluntad del Gobierno central nos meteremos en problemas», afirmó. «Todos viven sumidos en el temor. Si un reportero comete un error, él o ella, y también sus editores, tendrán que escribir declaraciones de autocrítica, una y otra vez. También serán criticados públicamente y podrían ser despedidos».