Al tiempo que reprime las religiones y las costumbres no chinas, el PCCh las sustituye por festividades tradicionales nativas con matices rojos.
Li Guang
El Festival de Qingming, a menudo llamado Día del Barrido de Tumbas por los no chinos, es una festividad tradicional dedicada a mostrar respeto a los antepasados fallecidos. La misma ha sido celebrada durante siglos, generalmente a principios de abril, como una expresión de piedad filial; siendo este uno de los valores confucianos que se ha arraigado en la psique de la sociedad china.
El Festival fue prohibido por el Gobierno comunista en el año 1949, pero fue rehabilitado y reinstalado como festividad nacional en el año 2008. En marcado contraste con la represión sin precedentes de costumbres y festividades religiosas no chinas, el Gobierno está promoviendo antiguas tradiciones y celebraciones chinas cuidadosamente seleccionadas, en un intento de vincularlas a la política de Xi Jinping de «sinización» de las religiones.
Debido a su popularidad entre los chinos de etnia han, el Día del Barrido de Tumbas parece encajar en el resumen de la «sinización», a pesar de la abundancia de actividades supersticiosas, las cuales están prohibidas para las masas. Pero las autoridades hacen la vista gorda cuando millones de familias en toda China acuden a los cementerios no solo para limpiar las tumbas de sus familiares sino también para quemar ofrendas de papel —en forma de dinero falso o con imágenes de cosas que les gustaban a los muertos— con la esperanza de apaciguar sus espíritus y pidiendo bendiciones para los vivos.
Haciendo caso omiso de sus matices espirituales, el Partido Comunista Chino (PCCh) utiliza el Festival de Qingming «[…] para dirigir el ‘anhelo’ del pueblo hacia la ortodoxia del Partido Comunista», tal y como señaló el New York Times en su artículo del año 2014. Ese año, se organizaron actividades de «Barrido de Tumbas Rojas» a gran escala en los cementerios donde estaban enterrados líderes del Partido y revolucionarios.
Este año no fue la excepción. El día del Barrido de Tumbas fue celebrado el 5 de abril y, en su víspera, la Agencia de Asuntos Étnicos y Religiosos de la ciudad de Luoyang, en la provincia china central de Henán, organizó un evento titulado «Día Temático del Partido: Conmemoración de mártires para heredar los genes rojos de la revolución». Líderes y predicadores pertenecientes a la Iglesia de las Tres Autonomías, así como también jefes de lugares de culto católicos, taoístas, budistas e islámicos aprobados por el Gobierno de la ciudad, fueron invitados a participar y se dirigieron al Cementerio de los Mártires de la ciudad para inclinarse ante los héroes revolucionarios.
Según uno de los participantes del evento, un pastor local, esta fue la primera vez, según su conocimiento, que las autoridades locales involucraron a líderes religiosos en las celebraciones del Festival de Qingming. Dado que el festival no es cristiano y ciertas prácticas llevadas a cabo durante el mismo son contrarias a sus creencias, muchos miembros de su iglesia no estaban dispuestos a participar, pero fueron presionados por la Agencia de Asuntos Étnicos y Religiosos.
Un predicador agregó: «No estoy en contra de conmemorar a los muertos. Pero por respeto a mis creencias, no estoy dispuesto a celebrar el Día del Barrido de Tumbas y la mayoría de nuestros compañeros tampoco desean hacerlo. Existen varios indicadores que dejan ver que el PCCh está controlando la religión en todos los aspectos, los mismos están probando los límites de las creencias religiosas de las personas y volviéndolas ‘rojas’ una y otra vez. Los denominados ‘patriotismo’ y ‘cultura tradicional’, francamente, solo tratan de hacer que las personas se vuelvan leales al Partido».
Un miembro del clero del distrito de Jianxi de la ciudad de Luoyang reveló que antes del Día del Barrido de Tumbas, el jefe de los Dos Concejos Cristianos Chinos locales convocó varias veces a líderes de iglesias y a diáconos del distrito, asegurándose de que participaran en el evento. El funcionario destacó la importancia de promover la cultura tradicional china y romper con las costumbres religiosas.
En el año 2018, los esfuerzos llevados a cabo por las autoridades para que los religiosos se desafiliaran fueron especialmente severos. Para evitar la propagación de los «valores occidentales», a los cristianos de toda China se les prohibió observar las tradiciones navideñas y, en lugar de ello, se vieron obligados a celebrar el natalicio de Mao Zedong, mientras que funcionarios leales entregaban obsequios festivos en forma de propaganda del Partido o destruían iglesias. En aras de combatir el terrorismo, los musulmanes de Sinkiang se vieron obligados a comer cerdo y a beber alcohol y, durante el mes sagrado de Ramadán, se les impidió orar y ayunar. En lugar de ello, fueron adoctrinados por cuadros del Partido no bienvenidos enviados a vivir a sus hogares para asegurarse de que solo fueran observadas las tradiciones aprobadas por el PCCh.